XXXII

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Cinco años es mucho tiempo

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Cinco años es mucho tiempo. A veces, sentía como si apenas hubieran pasado meses desde la última vez que vi a Saori; otras veces, esos años parecían una eternidad. En esos momentos, me recordaba que la vida debía seguir y que debía enfocar mi energía en ser mejor. Pero cinco años también habían bastado para darme cuenta de que algunas personas, algunos recuerdos, simplemente nunca desaparecen.

Hoy, la noticia llegó como un rayo. Era una noche cualquiera, una de esas que pasaba en la oficina de Hawks después del trabajo. Hawks y yo habíamos creado una rutina cómoda después de tanto tiempo trabajando juntos. Él solía bromear diciendo que parecía que no tenía una vida fuera de su agencia, pero, en realidad, creo que a ambos nos gustaba esa estabilidad. Hoy, sin embargo, algo diferente se escondía en su expresión.

—Touya, ¿ya supiste que Saori está de vuelta en Japón?

Mis pensamientos se detuvieron al oír su nombre. Todo lo que estaba haciendo, toda la calma que había logrado construir, comenzó a tambalearse. La miré sin saber si realmente había escuchado bien.

—¿Qué dijiste? —le pregunté, mi voz apenas un susurro.

Hawks esbozó una media sonrisa, una que reconocí de tantas veces. Era su sonrisa de "sé que voy a tocar un nervio, pero no puedo resistirlo."

—Sí, regresó hace unos días. ¿No te habías enterado? Vamos, pensé que tendrías alguna alerta que te lo dijera.

Sus palabras flotaban en el aire, y yo me sentía como si de repente hubiera olvidado respirar. Miré el suelo mientras intentaba ordenar mis pensamientos. Cinco años desde que se fue, desde que dejó un vacío que había luchado por llenar. Y ahora estaba de vuelta, y yo... yo no tenía idea de cómo debía sentirme.

La voz de Hawks me sacó de mis pensamientos:

—Touya, no sé qué esperas. Si alguna vez pensaste en resolver las cosas con ella, ahora es el momento.

Me quedé mirando a mi amigo. Sabía que tenía razón, y aun así, no era tan fácil. Cinco años de distancia, de asumir que había pasado página... y ahora ella estaba aquí, en el mismo país, probablemente no muy lejos de donde yo estaba. Pero ¿qué significaba eso para nosotros? ¿Y qué significaba para mí?

Esa noche, después de despedirme de Hawks, volví a mi apartamento, pero dormir fue imposible. Me encontré sentado en la oscuridad, mirando hacia la ventana, como si desde allí pudiera verla, como si simplemente desearlo bastara para traerla de vuelta a mi vida.

Recordé la última vez que la vi, la sonrisa que siempre tenía para todos y cómo, a pesar de la tristeza que ocultaba en su mirada, era capaz de darme una paz que jamás había experimentado con nadie. La relación que tuvimos era algo más profundo que palabras o momentos; era algo que, aunque intenté enterrarlo, seguía siendo una parte fundamental de mí.

Pensé en cómo, sin Saori, había aprendido a enfrentar mis propios demonios, a ver más allá de la ira y el rencor que sentía hacia mi familia, hacia mi padre. Sin embargo, no podía negar que cada paso que había dado en mi vida me recordaba a ella, que gran parte de lo que era ahora se lo debía a ella. No solo me dio el valor para enfrentar mi propio dolor, sino también la motivación para cambiar, para ser algo más que una sombra de mis errores.

El siguiente día, mi padre me encontró antes de salir de la agencia. Sabía que tarde o temprano se enteraría de que Saori estaba de regreso. No era alguien a quien pudiera engañar fácilmente; él conocía mis debilidades, y él sabía bien que Saori era una de las mayores.

Cuando lo vi, supe que esta conversación no iría bien. Me miró con esa mezcla de desaprobación y decepción que siempre guardaba para mí, y simplemente lo esperé, preparándome para el golpe.

—¿Estás pensando en verla? —preguntó con esa voz autoritaria y cortante.

No respondí al principio. Tal vez, en el fondo, esperaba que si mantenía el silencio, él se cansaría y se iría. Pero sabía que no sería así de fácil.

—No veo por qué te importa, padre —le respondí con una frialdad que solo incrementó su irritación.

Frunció el ceño, y me enfrentó con ese aire de superioridad que siempre lo acompañaba.

—Importa porque siempre has tenido una tendencia a tomar decisiones poco inteligentes cuando se trata de ella. ¿Acaso no entiendes, Touya? Ella es una distracción, alguien que nunca ha sido una buena influencia para ti. Si piensas que puedes seguir con esta idea absurda de un futuro con ella, olvídalo. Necesitas concentrarte en ser el héroe que este país necesita, sin distracciones inútiles.

Su voz era tan cortante como un cuchillo, y por un momento, quise gritarle, decirle que no tenía idea de quién era Saori realmente, que no sabía lo que significaba para mí. Pero eso solo le daría más armas.

Así que, en cambio, lo miré, dejando que cada palabra que me había guardado durante años saliera de mis labios.

—No te das cuenta, ¿verdad? —le dije con una mezcla de tristeza y rabia—. La única razón por la que logré cambiar fue gracias a ella. Saori me enseñó a ser mejor, a no convertirme en alguien como tú.

Sus ojos se abrieron apenas, sorprendido, aunque solo fue un segundo. Endeavor no era alguien fácil de sacudir, y su respuesta fue tan predecible como hiriente.

—Estás siendo débil, Touya. Las distracciones como Saori solo te desviarán del camino. Si realmente quieres ser alguien, debes aprender a renunciar a cosas como esa.

Me dejó allí, solo, como siempre lo había hecho cuando quería que entendiera su "sabiduría". Pero esta vez, no iba a seguir sus palabras. Porque por primera vez en mi vida, sabía que mis sentimientos por Saori no eran una debilidad. Eran una fuerza, algo que había mantenido encendida la esperanza en mí. Y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para defenderla.

Después del enfrentamiento con mi padre, fui a la azotea, un lugar que solía visitar cuando necesitaba despejar mi mente. Desde allí, podía ver la ciudad extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista, las luces parpadeantes que siempre me recordaban que había algo más allá de la oscuridad.

Pensé en todas las noches que pasé solo, en cómo me convencí de que ella era solo un recuerdo, una etapa superada. Pero, mirando el horizonte, me di cuenta de que nunca la había dejado atrás. Saori siempre había sido una parte de mí, incluso cuando ella estaba al otro lado del mundo.

Recordé sus risas, su sonrisa cuando creía que nadie la miraba, la forma en que enfrentaba sus miedos y cómo, en su presencia, todo parecía menos caótico. Ella era mi paz, mi ancla, y por mucho que mi padre intentara convencerme de lo contrario, no podía dejar de lado esa verdad.

La determinación comenzó a crecer en mí. Su regreso no era una coincidencia, y yo no podía desperdiciar esta oportunidad. No importaba si ella había cambiado o si sus sentimientos por mí eran distintos. Lo único que importaba era que, por primera vez, tenía una dirección, una razón para desafiar cualquier cosa, incluso a mi propio padre.

Al amanecer, me encontraba en la estación de tren, sintiendo una energía que hacía mucho tiempo no sentía. La última conversación con mi padre había desatado en mí una rabia y una libertad que ya no quería reprimir. Sabía que esta no sería la última vez que discutiría con él sobre Saori. De hecho, probablemente esto sería solo el inicio de muchos enfrentamientos más.

Pero por primera vez, estaba dispuesto a luchar por algo que realmente me importaba. Estaba dispuesto a enfrentar todo, incluso a él, para finalmente encontrarme con ella y recuperar lo que habíamos dejado en el pasado.

No sabía qué nos esperaba, ni siquiera si ella estaría dispuesta a darme otra oportunidad. Pero después de tanto tiempo, entendía que la vida no me daría respuestas sin luchar por ellas. Y eso era exactamente lo que planeaba hacer.

Middle; Todoroki Touya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora