XI

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— ¡No, Touya! — exclamé

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— ¡No, Touya! — exclamé. Me sostenía con fuerza del antebrazo para llevarme a rastras a ese local — ¡Todoroki Touya!

— ¡Anímate, Saori! — dijo en voz alta y animado — ¡Será divertido!

— ¡¿Divertido?! ¡Mis padres me van a matar! ¡Tu padre también te va a matar!

— Escucha — nos detuvimos afuera del local. Sostuvo mis hombros con suavidad —. Me haré responsable de las consecuencias, sólo quiero algo con lo que pueda compartir contigo.

— Nuestra amistad de años y estas sudaderas que compramos iguales sin haberlo pensado, es más que suficiente, ¿no crees?

— Saori...

— Nos pintamos el cabello. Tú negro y yo blanco — sonreí. Negó sonriente.

— Quizá en un futuro, sí. Gracias por la sugerencia — suspiré. Bueno, aprovechando que él va a hacerse responsable de lo que suceda después, acepté, je.

Él fue el primero mientras que yo me encontraba enviando un mensaje a Azumi y avisándole dónde nos encontrábamos, hice lo mismo con Hana en caso de que ellos salieran antes que Azumi y Daichi de la función. Fue tanto el tiempo que pasé platicando con ellas que habían terminado con Touya, lo sé porque sus zapatos se encuentran frente a los míos. Levanté la cabeza y vi los piercings que se había puesto; tres en la nariz y en las orejas también tiene pero son tres pequeños aros.

— ¿Cómo me veo?

— Mi mamá diría que pareces drogadicto. Ahora sólo falta que fumes cigarro.

— Tengo dos. ¿Quieres compartirlo? — torcí los ojos —. Anda. Te toca.

Me levanté y me dirigí a la silla acolchonada que me estaba esperando. Era un chico, de algunos 20 años o más, llevaba una mascarilla y guantes de látex.

— Bien, bonita. ¿Cómo vamos a comenzar con el trabajo? — preguntó, atentamente. Miré a Touya, estaba en su celular y se lograba oír una melodía, está jugando.

— Tres perforaciones aquí — dije, apuntando al helix. Es la parte superior de la oreja —. Y otra aquí — indiqué al lóbulo.

— ¿En ambas o sólo una?

— Ambas.

— Entendido. Si el dolor llega a ser insoportable, avísame.

Asentí.
Sí dolían las perforaciones pero era aguantable. Terminó con la derecha para pasarse a la izquierda y me arrepentí de haber dicho que no dolía.
Aquí me dolió más que el otro lado pero reprimí alguna mueca de dolor o alguna queja.

— Ya está — avisó el chico sonriendo. Después de hacer uso de los utensilios desechables, como las agujas y algodón, los desechó y me tendió una mano para que me pusiera de pie —. Se te ven increíbles — halagó. Sonreí.

Middle; Todoroki Touya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora