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El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de un naranja brillante mientras me sentaba en la azotea del edificio donde vivía. A mis pies, la ciudad de Nueva York se extendía como un mar de luces parpadeantes, cada una representando una vida, una historia, un sueño. Pero por dentro, me sentía más como una sombra, atrapada entre recuerdos que me perseguían y una lucha interna que parecía interminable.
Desde que llegué aquí, he estado concentrada en ser una heroína, en aprender y superar mis miedos. Pero había algo más que necesitaba enfrentar: la conexión con los demás. Sabía que debía abrirme, pero el dolor de mi pasado aún estaba presente, como una herida que no sanaba del todo.
Aquella tarde, estaba programada una reunión con mi equipo. Un nuevo grupo de héroes, todos tan llenos de vida y energía, a menudo me hacían sentir como una intrusa. Aunque había trabajado con ellos en varias misiones, siempre mantenía una barrera entre nosotros. Era como si una parte de mí tuviera miedo de dejar que los demás se acercaran demasiado.
Justo cuando pensaba en darme por vencida, la puerta de la azotea se abrió y Cathleen entró, seguida de otros miembros del equipo: Marcus, un héroe con la habilidad de manipular la luz, y Fiona, que podía comunicarse con los animales. Sus rostros reflejaban una mezcla de entusiasmo y nerviosismo.
—¡Saori! —gritó Cathleen mientras se acercaba. Su energía siempre era contagiosa. —Hoy nos reuniremos para conocernos mejor. ¡Es hora de abrirse!
Con una sonrisa forzada, asentí. Abrirme no era lo que más deseaba hacer, pero al ver la mirada de expectativa en sus rostros, me di cuenta de que podía ser el momento adecuado.
La azotea estaba decorada con luces suaves que creaban un ambiente acogedor. Nos sentamos en un círculo, el ruido de la ciudad de fondo. Cathleen comenzó la reunión explicando que querían fortalecer la conexión entre nosotros, creando un espacio seguro donde cada uno pudiera compartir su historia.
—Esto no es solo sobre ser héroes —dijo Cathleen—. Se trata de ser un equipo, de apoyarnos unos a otros.
Mientras hablaba, sentí que mi corazón latía más rápido. ¿Podría realmente abrirme? No estaba segura. Pero la idea de estar rodeada de personas que querían conocerme y apoyarme era atractiva.
Marcus fue el primero en hablar. Su voz era profunda y calmada mientras relataba su infancia en un pequeño pueblo. Había crecido en una familia de héroes, pero eso también había significado expectativas altas. Habló sobre el estrés de estar a la altura de esos ideales y de cómo había luchado con su propio sentido de identidad.
—A veces, siento que solo soy un reflejo de lo que esperan de mí —dijo, bajando la mirada.
Fiona, sentada a su lado, puso una mano en su hombro. Ella compartió su historia sobre cómo había descubierto su habilidad para comunicarse con los animales, pero también cómo había sentido que su poder no era lo suficientemente "heroico" en comparación con otros.
