Capítulo 37: "Entre Héroes y Dioses: Un Vínculo Forjado en la Batalla"

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Izuku y Artemisa se encuentran nuevamente en el claro del bosque, esta vez con un propósito mucho menos solemne: una pelea amistosa que permita a ambos conocerse y disfrutar de un momento de camaradería. La diosa de la caza le sonríe, recordando los combates que solía tener con su hermano Apolo, en los que ambos se desafiaban para crecer y comprenderse mutuamente. Izuku, comprendiendo el valor de ese lazo, acepta el desafío con una sonrisa.

La Comienzo de un Duelo Amistoso

Con un simple asentimiento, ambos se preparan para la pelea. Artemisa se mueve con la gracia y agilidad que solo una diosa de la caza puede tener, sus movimientos casi imperceptibles entre la luz y las sombras. Izuku, por su parte, mantiene su postura relajada, eligiendo contener sus habilidades divinas para no sobrepasar a su oponente.

-¿A esto llamas calentamiento? -bromea Artemisa mientras esquiva un golpe de Izuku, quien sonríe divertido.

-Digamos que estoy en modo ahorro de energía -responde él, riendo. Sus movimientos son precisos, calculados, y aunque se contenga, su fuerza es evidente. Artemisa responde con un golpe rápido que él apenas logra esquivar, su velocidad una demostración de años de entrenamiento y perfección.

Conversaciones y Recuerdos

A medida que el combate avanza, ambos intercambian no solo golpes, sino también fragmentos de sus vidas. Artemisa le habla de su infancia junto a Apolo, de sus travesuras y de las infinitas apuestas entre ambos sobre quién sería más fuerte.

-Apolo siempre decía que algún día me superaría -comenta Artemisa entre risas, esquivando un golpe de Izuku-, pero nunca pudo hacerlo. Al menos, hasta ahora... parece que encontró una manera.

-Entonces, si lo piensas bien, estoy aquí en representación de su victoria -bromea Izuku, aprovechando una pausa para lanzar un ataque ligero, que Artemisa bloquea con una elegancia admirable.

-Bueno, si es así, ¡debo defender mi honor! -responde ella, lanzándose con un salto ágil que toma a Izuku por sorpresa.

Forjando una Amistad

A medida que los golpes se intercambian con mayor rapidez, ambos comienzan a sentir una camaradería auténtica. Artemisa empieza a reconocer en Izuku la esencia de su hermano y algo más: una pureza de propósito que parece inquebrantable. Izuku, por su parte, admira la fuerza y la determinación de Artemisa, viendo en ella una dedicación similar a la que él ha sentido en su viaje como héroe.

-¿Cómo es que mantienes ese deseo de proteger a otros, incluso ahora que tienes el poder de un dios? -pregunta Artemisa, entre intercambios de golpes y esquivas.

-Creo que el poder no cambia el deseo de hacer el bien -responde Izuku-. Quizá me he vuelto más fuerte, pero sigo siendo el mismo chico que solo quería salvar a quien estuviera en peligro.

Artemisa asiente, reflexionando sobre sus palabras mientras lanza una serie de flechas de energía que Izuku desvía con precisión. En su rostro se refleja respeto y comprensión, como si finalmente entendiera por qué Apolo lo había elegido como su sucesor.

Un Combate que Culmina en Respeto Mutuo

La pelea se extiende, ambos probando sus habilidades en un intercambio amistoso pero desafiante. Finalmente, Artemisa se detiene, observando a Izuku con una sonrisa aprobadora.

-Eres digno de portar el poder de mi hermano -afirma-. Él no pudo haber escogido a alguien mejor.

Izuku sonríe, agradecido por sus palabras.

-Gracias, Artemisa. Tener tu respeto significa mucho para mí.

Ambos bajan la guardia, y en un gesto de amistad recién formada, se dan un apretón de manos, sellando el inicio de un vínculo que, más allá de la batalla, ahora se cimenta en respeto, admiración y camaradería.

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