Capítulo 61: El Comienzo del Ragnarok

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El día del Ragnarok finalmente había llegado, una fecha marcada por la anticipación y la tensión. En el vasto campo de batalla, los dioses se preparaban para la confrontación que definiría el destino de la humanidad. Se trataba de trece contra trece, un enfrentamiento que decidiría si los mortales continuarían existiendo o serían aniquilados por sus deidades.

Izuku se encontraba en el consejo del Valhalla, un lugar donde la grandeza de los antiguos dioses se manifestaba en cada piedra, en cada mural que contaba historias de guerras pasadas. Se sentía abrumado, pero decidido. A su lado estaban sus aliados, cada uno con su propio aire de determinación. El tiempo había llegado para demostrar que la humanidad no era un simple juego para los dioses.

Zeus, el rey de los dioses, se levantó de su trono, su voz resonando como un trueno. "Bienvenidos al Ragnarok. Este día será recordado por la historia. Se jugarán siete victorias para ganar. Yo entregaré la lista de mis representantes, y tú, Izuku, harás lo mismo. Pero tus elegidos permanecerán en secreto hasta que llegue su momento".

Con un gesto, Zeus hizo que un pergamino flotara hacia Izuku. Al desenrollarlo, sus ojos se encontraron con los nombres de los dioses que se enfrentarían a ellos. El poder y la gloria se concentraban en esta lista, cada uno de ellos conocido por su fuerza y destreza en batalla.

Los dioses del bando de Izuku eran:

Izuku

Artemisa: diosa de la caza, con una puntería inigualable.

Hestia: diosa del hogar y la familia, con habilidades de protección.

Nix: diosa de la noche, maestra en la oscuridad.

Hela: diosa de la muerte, con el poder de la resurrección.

Sun Wukong: el Rey Mono, ágil y astuto en combate.

Quetzalcoatl: el dios serpiente, poderoso en magia y conocimiento.

Amaterasu: diosa del sol, con luz y fuego a su disposición.

Morrigan: diosa de la guerra, experta en el arte del combate.

Freya: diosa de la fertilidad y la guerra, con una conexión profunda con la magia.

Innana: diosa de la guerra y la fertilidad, fuerte y decidida.

Atenea: diosa de la sabiduría, estratega en la batalla.

Gabriel: la arcángel de la luz celestial, poderosa en protección y combate.

Lilith: la demonio más poderosa, maestra en magia demoníaca.

En el bando de Zeus, los rivales eran igualmente impresionantes:

Zeus: el rey del Olimpo, rey de los dioses.

Anubis: dios de la muerte y la vida después de la muerte.

Odin: el sabio, dios de la guerra y la poesía.

Thor: el dios del trueno, conocido por su fuerza.

Bastet: diosa de la guerra y la protección.

Thot: dios de la sabiduría y la escritura.

Dionisio: dios del vino y la celebración.

Belcebú: el señor de las moscas, un demonio astuto y engañoso.

Shiva: el destructor y el creador, su poder es legendario.

Sejmet: diosa de la guerra, feroz en batalla.

Ahura Mazda: dios de la luz y la sabiduría.

Mictlantecuhtli: dios de la muerte en la mitología azteca.

Dagda: dios de la fertilidad y la abundancia.

Ryujin: el dios dragón del agua.

Con la lista en mano, Izuku sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que no podía permitirse equivocarse. "Debo escoger sabiamente a mis representantes. Cada uno de ellos tendrá que luchar no solo por sí mismos, sino por toda la humanidad".

Mientras los dioses de ambos bandos se preparaban para el inicio de la batalla, Izuku se retiró un momento para reflexionar. Sabía que la estrategia sería crucial y que cada uno de sus aliados tenía habilidades únicas que podrían cambiar el curso del enfrentamiento.

Con una mezcla de nerviosismo y determinación, Izuku se dirigió nuevamente a Zeus. "He recibido tu lista, pero ahora debo preparar la mía. El primer equipo en alcanzar siete victorias se llevará la gloria del Ragnarok. No solo lucharé por mí, sino por todos los humanos que han sido olvidados por sus deidades".

"Entonces, que comience el Ragnarok", respondió Zeus, una sonrisa astuta cruzando su rostro.

A medida que el cielo se oscurecía y el aire se llenaba de electricidad, Izuku miró a sus aliados. Sabía que la lucha que se avecinaba sería la más feroz que jamás habían enfrentado, pero con cada uno de ellos a su lado, tenía la esperanza de que podrían prevalecer.

Con la cuenta regresiva para el Ragnarok en marcha, ambos bandos se prepararon, y el eco de las antiguas profecías resonó en el viento. La supervivencia de la humanidad estaba en juego, y cada victoria contaría.

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