El último mes antes del Ragnarok se convirtió en un tiempo de transformación para ambos. Izuku decidió dedicar cada momento a apoyar a Lilith, no solo como un aliado en la batalla que se avecinaba, sino como un amigo que estaba dispuesto a escuchar y entender sus profundas cicatrices. El tiempo que pasaban juntos era un bálsamo para el alma de Lilith, un recordatorio de que no estaba sola en su lucha.
Lilith, quien una vez se había sentido sola y despreciada, comenzó a abrir su corazón a Izuku. Sus encuentros eran una mezcla de entrenamiento y momentos de introspección. Pasaban horas hablando sobre sus pasados, sus esperanzas y temores. Izuku, con su naturaleza bondadosa, la animaba a ver su historia no solo como un cúmulo de desgracias, sino como un testimonio de su resistencia. Cada palabra que intercambiaban construía un puente entre sus almas, un vínculo que se tornaba más fuerte con cada día que pasaba.
A medida que la conexión se profundizaba, Lilith sintió que su vida encontraba un nuevo propósito. La presencia de Izuku era un faro en medio de la tormenta. Él se había convertido en la única persona que realmente le importaba, y su dependencia de su compañía comenzó a crecer. El hecho de que él viera algo valioso en ella, a pesar de su oscura historia, la motivaba a luchar no solo por su propia redención, sino también por la humanidad que ella había despreciado por tanto tiempo.
"Si eres tan importante para mí, entonces pelearé por ti, Izuku. Haré lo que sea necesario para asegurar tu victoria", declaró Lilith un día mientras practicaban en los jardines de su fortaleza, rodeados de una atmósfera llena de magia y misticismo.
Izuku sonrió, sintiendo que su corazón se llenaba de gratitud. "Y yo pelearé por ti, Lilith. Juntos podemos demostrar que nuestras pasadas no definen nuestro futuro".
Lilith asintió, decidida. Era el momento de equipar a Izuku con todo lo que podía ofrecerle. "Hay técnicas en el reino demoníaco que son poderosas y peligrosas. Estoy dispuesta a enseñarte catorce de ellas. Pero debes entender que el uso de estos conjuros conlleva un gran riesgo. No son para ser tomados a la ligera".
Izuku se sintió intrigado y ansioso por aprender. "Estoy listo. Necesito toda la fuerza que pueda obtener".
Lilith lo miró a los ojos, viendo la determinación en su rostro. "La primera técnica que aprenderás es la Esfera de Destrucción. Crea una bola de energía demoníaca que puede desintegrar todo a su alrededor. Para dominarla, necesitarás canalizar tus sentimientos más oscuros".
A medida que enseñaba a Izuku, él se concentraba en el aprendizaje, canalizando sus emociones. Lilith lo guió, su voz clara y firme. "Recuerda que esta técnica no solo es una herramienta de destrucción, también puede ser un símbolo de liberación. Deja que tus sentimientos te envuelvan".
La segunda técnica fue el Rayo de Oscuridad, que invocaba un rayo de energía negativa capaz de paralizar a los enemigos. La precisión y el control eran vitales, y Lilith mostró a Izuku cómo enfocar su energía. "Debes visualizar tu objetivo y dejar que el rayo fluya como un río oscuro", le decía mientras él practicaba.
A medida que aprendían más técnicas, Izuku dominó el Vínculo del Dolor, que le permitía infligir el mismo dolor que él sentía a sus enemigos, y la Furia del Infierno, que aumentaba su velocidad y agilidad en combate. Cada una era un desafío, pero con la guía de Lilith, Izuku empezaba a sobresalir.
Lilith también le enseñó a manejar el Escudo de Sombras, que podía protegerlo de ataques físicos y mágicos, y la Niebla de Olvido, una técnica que podía sumergir el campo de batalla en una oscuridad que dificultaba la visión de sus enemigos.
Cada noche, tras las largas sesiones de entrenamiento, Lilith se sentaba junto a Izuku bajo el cielo estrellado. En esos momentos, la conversación fluía libremente, y él se daba cuenta de que cada técnica que aprendía no solo lo hacía más fuerte, sino que también acercaba a ambos. La vulnerabilidad de Lilith se iba desvaneciendo poco a poco, dejando lugar a una nueva fortaleza forjada en el fuego de su amistad.
"¿Por qué te importa tanto, Izuku?", le preguntó un día mientras descansaban después de un entrenamiento extenuante. "He hecho cosas terribles en mi vida".
"Porque todos cometemos errores", respondió él, su voz llena de sinceridad. "Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. Y yo creo en ti, Lilith".
Con el tiempo, Lilith también le enseñó la técnica final: la Potenciación del Abismo. Esta técnica le permitiría a Izuku amplificar todas sus capacidades físicas de manera inigualable, pero con un precio: cuanto más negativos fueran sus sentimientos, más poderoso se volvía. Sin embargo, solo podría utilizarlo por un corto período, de cuatro a cinco minutos.
"Debes estar preparado para lidiar con la oscuridad que despierta en ti", advirtió Lilith mientras él practicaba la técnica, sintiendo una oleada de energía atravesarlo. "Es un arma de doble filo".
"Lo sé, pero estoy dispuesto a arriesgarme. Si eso significa proteger a aquellos que amo y detener a Zeus, lo haré", respondió Izuku con determinación.
A medida que el mes avanzaba, Lilith se dio cuenta de que su antiguo dolor comenzaba a desvanecerse. La compañía de Izuku era como un bálsamo para su alma atormentada. Él la había hecho sentir valiosa nuevamente, y su deseo de pelear por la humanidad se intensificaba. Lilith decidió que haría todo lo posible para proteger a Izuku y ayudarlo en la batalla final que se avecinaba.
Finalmente, el día en que Izuku partió para enfrentar el Ragnarok llegó. Ambos sabían que sus destinos estaban entrelazados y que no podían darse por vencidos. Con una mezcla de determinación y esperanza, Lilith se despidió de él, sabiendo que, sin importar lo que sucediera, siempre estaría a su lado, dispuesta a luchar no solo por su humanidad, sino también por el lazo que habían formado en medio de la oscuridad.
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El Dios del Sol
FantasyEn un mundo donde la mayoría de las personas poseen superpoderes, Izuku Midoriya es un niño que lucha por encontrar su lugar como "sin quirks". A medida que su sufrimiento aumenta debido a las burlas de sus compañeros, un encuentro inesperado con Ap...