Capítulo 55: "La Luz Celestial"

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Izuku y Artemisa viajaron hasta los reinos celestiales, buscando una audiencia con Gabriel, la arcángel conocida por su conexión entre lo divino y los mortales. El esplendor de los cielos era sobrecogedor, inundado de una luz cálida y vibrante. Avanzaron hasta una plataforma de cristal flotante, y ahí la vieron: Gabriel, una figura majestuosa con cabellos plateados y ojos de un azul profundo, con armadura dorada y alas iridiscentes que resplandecían en tonos de plata y oro.

Primer Encuentro

Gabriel los observó con calma, su expresión era tranquila pero inquisitiva. Artemisa hizo una ligera reverencia en señal de respeto, y luego habló Izuku, explicándole la importancia de la inminente batalla del Ragnarok y la necesidad de unirse para defender la humanidad. Gabriel, sin embargo, miró a Izuku con cierta duda en sus ojos.

—Los seres humanos siempre han sido complicados, Izuku. Sus corazones son tan frágiles como cambiantes. ¿Qué te hace pensar que vale la pena luchar por ellos? —preguntó Gabriel, con una voz como un eco suave.

Izuku sostuvo su mirada y respondió con una convicción inquebrantable.

—Porque en ellos reside tanto potencial como en los dioses mismos. He visto cómo pueden superar sus propios límites y crecer, incluso en medio de la oscuridad. Ellos también pueden crear luz, como la que tú representas.

El Reto de Gabriel

Gabriel pareció reflexionar, pero su mirada se tornó más seria. Extendió una mano y en ella apareció su trompeta dorada, un símbolo de su poder y juicio.

—Si realmente deseas que me una a esta batalla, tendrás que demostrarme el valor que tanto defiendes. No puedo seguirte sin probar que tu luz es tan digna como dices, Izuku. Prepárate.

Izuku asintió, comprendiendo que el combate no sería solo una prueba de poder, sino de la profundidad de sus ideales y del compromiso que llevaba en su corazón.

El Combate Celestial

En un destello de luz, Gabriel atacó, su trompeta transformada en una lanza de energía pura. Izuku apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que sintiera el impacto de la primera oleada de luz. Saltó hacia atrás, sus pies flotando ligeramente sobre la plataforma mientras trataba de estabilizarse.

Gabriel voló alto, sus alas extendidas, y el siguiente ataque vino en forma de ráfagas de energía que caían sobre Izuku como rayos. Izuku levantó sus brazos, canalizando su energía solar para crear un escudo ardiente que detuviera la lluvia de luz.

—Es como si el propio cielo me estuviera atacando —pensó Izuku, sintiendo el peso de la prueba. Aun así, sus ojos ardían de determinación.

Desató su energía solar en una ráfaga directa, apuntando hacia Gabriel, quien esquivó con gracia. A pesar de la intensidad del combate, Gabriel no parecía agotada; al contrario, cada movimiento parecía más fluido y seguro. Izuku entonces decidió cambiar de táctica, usando su agilidad para esquivar y lanzarse en un ataque cuerpo a cuerpo, tratando de alcanzar a Gabriel.

Ambos cruzaron sus energías en un choque monumental de poder, luz dorada contra el fuego solar de Izuku. La plataforma celestial temblaba bajo la intensidad de la lucha, y aunque los ataques de Gabriel parecían infinitos y precisos, Izuku encontró en su convicción la fuerza para seguir adelante, mostrándole a Gabriel su tenacidad.

El Momento de Reflexión

Justo cuando el combate alcanzaba su punto álgido, Gabriel retrocedió, deteniendo su lanza de luz. Izuku también bajó su guardia, respirando con dificultad.

—Eres persistente, Izuku —dijo Gabriel, con una leve sonrisa. Su voz había cambiado, como si algo en ella se hubiera suavizado—. Veo que no solo luchas con poder, sino con tu espíritu y tu fe. Es raro ver a alguien tan joven y a la vez tan comprometido.

—Lo único que deseo es darles a los humanos una oportunidad. Ellos son imperfectos, pero es en esa imperfección donde reside su verdadera belleza, su capacidad de mejorar y cambiar —respondió Izuku, su mirada cargada de emoción.

Un Vínculo Naciente

Gabriel observó a Izuku, evaluándolo una última vez antes de que su mirada se volviera comprensiva.

—Izuku, aunque mi deber es observar y guiar desde las alturas, creo que puedo hacer una excepción. Tu causa es noble, y tu luz… brilla con un propósito que vale la pena proteger. Lucharé a tu lado en el Ragnarok, no solo por ti, sino por esa humanidad que has defendido con tanto fervor.

Izuku sonrió, agradecido y emocionado por haber logrado inspirar en Gabriel la misma esperanza que él tenía en su corazón.

Despedida y Promesa

Antes de despedirse, Gabriel posó una mano en su hombro, irradiando un calor celestial.

—Tienes un alma pura, Izuku. Tal vez eres más de lo que siquiera los dioses imaginan. Recuerda que la luz puede ser tanto un escudo como un arma; usa ambas sabiamente en la batalla que está por venir.

Con una reverencia y un último cruce de miradas, Gabriel se comprometió a pelear del lado de la humanidad en el Ragnarok, dejando en Izuku la certeza de que había ganado a una aliada invaluable.

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