Capítulo 39: Un Día de Hermanos

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El sol brillaba intensamente en el cielo, lanzando rayos dorados sobre la ciudad mientras Izuku Midoriya y Artemisa se aventuraban por las calles bulliciosas. Este día estaba destinado a ser diferente, lejos de las tensiones de la batalla y las responsabilidades que pesaban sobre sus hombros. Era un momento para compartir, explorar y construir un vínculo más fuerte, como hermanos.

Explorando el Mundo Humano

Mientras caminaban, Izuku guiaba a Artemisa a través del vibrante mercado de la ciudad, donde la vida parecía brotar en cada esquina. Las risas de los niños resonaban en el aire, y el olor de la comida callejera llenaba sus narices. “Mira, Artemisa,” dijo Izuku, señalando un puesto que vendía takoyaki. “Tienes que probar esto. Es una de mis comidas favoritas.”

Con curiosidad, Artemisa observó a la gente congregarse alrededor del puesto, todos disfrutando de la comida con sonrisas en sus rostros. “Es increíble cómo los humanos pueden encontrar alegría en lo cotidiano,” reflexionó, mientras Izuku compraba un par de bocados. Cuando probó el takoyaki por primera vez, sus ojos se iluminaron. “¡Esto es delicioso! ¿Por qué no me lo mostraste antes?”

Disfrutando de la Cultura Humana

Con el estómago lleno de delicias, continuaron explorando el mercado. Pasaron por puestos de artesanías, donde artistas locales exhibían sus obras. “¿Ves esto?” dijo Izuku, señalando un conjunto de cerámicas pintadas a mano. “Cada pieza cuenta una historia.”

Artemisa observó con atención, tocando suavemente una de las tazas. “Es hermoso cómo los humanos pueden expresar sus experiencias a través del arte. En el Olimpo, todo estaba diseñado para la grandeza, pero aquí hay un sentido de intimidad.”

“Esa es la belleza de la humanidad,” respondió Izuku. “No se trata solo de la perfección, sino de la conexión entre las personas.”

Reflexiones sobre el Pasado

Mientras caminaban, Artemisa se volvió más seria. “Izuku, hay algo que necesito compartir contigo. Es sobre lo que ocurrió después de la muerte de Apollo.”

Intrigado, Izuku la instó a continuar. “Sí, por favor, cuéntame.”

“Fue un tiempo oscuro. Leonidas de Esparta, un héroe formidable, logró vencer al Apollo original durante el Ragnarok, un evento que trajo a los dioses y a los humanos a un conflicto devastador,” explicó Artemisa. “En la batalla, Poseidón, Hércules, Hades, Zerofuku, Hajun, Susanoo y Loki también cayeron. La humanidad tuvo que luchar por su supervivencia.”

Izuku escuchó con atención, comprendiendo la magnitud de lo que había sucedido. “¿Y qué pasó después de eso?”

“Después de la victoria de la humanidad, Odin intentó despertar a un dios primordial para recuperar el equilibrio, pero fue detenido por Thor, Beelzebú y Buda. Al final, la humanidad ganó mil años más de existencia. Pero hay un precio por todo esto,” dijo Artemisa con un suspiro.

Las Consecuencias de la Victoria

“Es impresionante y aterrador al mismo tiempo,” reflexionó Izuku. “La victoria de la humanidad debió costar mucho. ¿No sientes que hay un vacío ahora que los dioses han caído?”

“Hay un vacío, sí,” admitió Artemisa. “Los dioses eran protectores, pero también traían conflictos. La humanidad ha aprendido a defenderse y ahora tiene la oportunidad de forjar su propio camino. Sin embargo, el peligro nunca desaparece por completo.”

Izuku sintió la conexión entre sus palabras y su propia lucha como héroe. “Siempre habrá adversidades que enfrentar. Pero mientras haya esperanza, la humanidad seguirá luchando.”

Un Día de Risas y Reflexiones

A medida que el día avanzaba, ambos continuaron su paseo, riendo y compartiendo anécdotas sobre sus respectivas vidas. Izuku le habló sobre sus amigos, sus logros y las batallas que había librado. Artemisa, a su vez, compartió historias de su infancia junto a Apolo, sus travesuras y las competiciones amistosas que tenían para ver quién era el más fuerte.

“Apolo siempre decía que algún día me superaría,” comentó Artemisa con una sonrisa melancólica. “Pero nunca pudo hacerlo. Aunque, al parecer, parece que ha encontrado una forma de volver a vivir a través de ti.”

Izuku rió, un poco avergonzado. “Digamos que estoy haciendo lo mejor que puedo. Pero no soy un dios igual a como él fue durante su vida.”

“Eres más que un dios. Eres alguien que lucha por lo que es correcto. Y eso es más poderoso que cualquier divinidad,” dijo Artemisa con sinceridad.

Sellando un Vínculo

Finalmente, mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, Artemisa y Izuku se detuvieron en un mirador que ofrecía una vista impresionante de la ciudad iluminada. “Gracias por mostrarme este mundo, Izuku. Hay tanta belleza aquí que nunca había imaginado,” dijo Artemisa, mirando con admiración.

“Y gracias a ti por compartir tu historia,” respondió Izuku, sintiéndose honrado de conocer a una diosa. “Prometo seguir luchando por un mundo mejor, uno en el que humanos y dioses puedan coexistir en paz.”

“Y yo prometo proteger a aquellos que luchan por su futuro. Siempre estaré aquí para apoyarte,” aseguró Artemisa, mirándolo a los ojos con una determinación firme.

Con ese intercambio de promesas, ambos sintieron que su vínculo se había fortalecido, y en ese momento, supieron que siempre estarían el uno para el otro, listos para enfrentar los desafíos que les aguardaban en el horizonte.

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