CAPÍTULO 20: Sangre y Lealtad

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Renesmee POV

Desde aquella misión con la guardia, sentía que algo dentro de mí había cambiado. Ya no era solo la hija adoptiva de Aro y Sulpicia; ahora era realmente una Vulturi. Después de presenciar lo que sucedió en aquel refugio rebelde, cualquier idea de vida sencilla había desaparecido, reemplazada por la constante necesidad de probar mi lealtad.

Sin embargo, la lealtad tenía un precio, y no era solo el de la obediencia. En las últimas semanas, había experimentado algo nuevo y oscuro en mi interior, algo que ninguno de los Vulturi mencionaba abiertamente pero que todos parecían compartir. Aro me había permitido cazar sangre humana bajo la supervisión de la guardia, y con cada cacería, mis ojos comenzaban a cambiar. Los tonos dorados que recordaban a mi vida pasada empezaban a tornarse de un rojo profundo, el mismo que caracterizaba a los Vulturi. A veces, cuando me veía en el espejo, apenas reconocía la mirada que me devolvía el reflejo.

En la última semana, había salido tres veces con Demetri y Alec para cazar. Cada experiencia era... intensa. La sed se volvía cada vez más urgente, más apremiante, y ya no me parecía extraño cazar humanos. Quizá, incluso, me gustaba un poco más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Hoy, sin embargo, Aro había pedido una cacería en solitario. Quizá era una prueba, o un gesto de confianza, pero significaba algo importante. Me paré en la cima de una colina en las afueras de Volterra, observando el pequeño pueblo que se extendía bajo mis pies. La noche era silenciosa, y solo el leve murmullo de los habitantes durmiendo llegaba hasta mis oídos.

Bajé en silencio, avanzando en medio de las sombras. Los latidos, cada respiración, cada pulso cercano me atraía como un imán. La sensación era primitiva, abrumadora, y me sentí imparable. Escuché a una mujer que se movía en una callejuela, su corazón palpitaba, acelerado. Con rapidez, me acerqué, lo suficiente para que ella apenas percibiera mi presencia hasta que fue demasiado tarde.

La tomé con delicadeza, colocando una mano en su espalda para inmovilizarla y otra en su cuello. En cuestión de segundos, el cálido y dulce sabor de su sangre llenó mi boca. Fue solo un sorbo al principio, pero la sed era insaciable, y me dejé llevar, sintiendo cada latido de su vida extinguirse poco a poco. Cuando terminé, la dejé descansar en el suelo con la mayor reverencia que pude, como una despedida silenciosa.

Me limpié el rostro con la manga de mi chaqueta, y entonces, al ver las manchas en la tela, sentí el peso de lo que estaba haciendo. Una parte de mí sabía que debía sentir algún tipo de remordimiento, pero en lugar de eso, lo que sentí fue una especie de satisfacción oscura. Había algo aterrador en el poder que emanaba de mi propia voluntad.

De regreso en el castillo, me crucé con Alec en uno de los pasillos.

- ¿Caza solitaria?- preguntó con una ligera sonrisa, como si ya conociera la respuesta.

Asentí, tratando de mantener la calma. Sin embargo, su mirada se dirigió a mis ojos, que debían estar volviéndose de un rojo cada vez más profundo, casi como una firma de mi nueva naturaleza.

- Los ojos rojos te quedan bien, ¿sabes?- comentó con un tono burlón.

- ¿Eso crees?- le respondí con ironía. Sabía que me observaba, evaluando cómo me adaptaba a este cambio.

Alec asintió, sin dejar de mirarme.

- Eres una Vulturi ahora, Renesmee. Esto es solo el principio de lo que eres capaz de hacer.

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Alec POV

La primera vez que vi el cambio en los ojos de Renesmee, sentí una extraña mezcla de orgullo y cautela. Ver cómo la inocencia en sus pupilas se desvanecía, reemplazada por el color carmesí, me hacía recordar mis propios primeros años en Volterra. Había pasado tiempo observando su adaptación, esperando el momento en el que verdaderamente aceptaría su lugar entre nosotros. Aquel momento, por fin, había llegado.

Después de su cacería solitaria, decidí acompañarla de vuelta a sus aposentos. La notaba distinta, con una seguridad y calma que antes no estaban tan presentes en ella. Me quedé a unos pasos, dándole espacio mientras caminábamos en silencio por los oscuros corredores del castillo.

- ¿Cómo te sientes después de esta cacería?- le pregunté, intentando indagar en su mente.

Renesmee dudó un segundo, como si buscara las palabras adecuadas.

- No pensé que sería tan... natural. Siento que debería haberme afectado más, pero en lugar de eso, simplemente... me siento en control.

- Eso es bueno.- le respondí, sin dejar de observarla. Esa sensación de control era algo que debíamos perfeccionar. Los Vulturi no solo eran poderosos por su fuerza; su autocontrol era la clave que mantenía a toda nuestra sociedad en equilibrio.

Entramos a la gran sala de reuniones donde estaban ya reunidos Aro, Caius y Marcus. Sulpicia y Athenadora, esposas de Aro y Caius respectivamente, también estaban presentes. Al vernos llegar, Aro sonrió, extendiendo una mano hacia Renesmee.

- Querida, veo que te adaptas maravillosamente.- dijo con un tono suave, que apenas disfrazaba el orgullo en sus palabras.- Tu primer cacería en solitario es un paso fundamental. Tu compromiso con nuestra causa es más que evidente.

Caius, que rara vez mostraba algún tipo de aprobación, también asintió, aunque con frialdad.

- El mundo vampírico necesita alguien con determinación, no con dudas.- dijo con voz firme, dirigiendo una breve mirada a Renesmee.- Es un alivio verte tomar tu lugar con decisión.

Marcus, en su típica indiferencia, apenas levantó la vista, aunque murmuró algo sobre el respeto y la lealtad que todo Vulturi debía encarnar.

Renesmee inclinó la cabeza, respetuosa, pero yo podía notar un brillo de orgullo en su expresión. Había superado una prueba importante, y eso fortalecía su vínculo con nosotros. No obstante, sabía que este era solo el comienzo. La próxima misión seguramente sería más compleja, y ella tendría que probar su fuerza en formas aún más desafiantes.

Cuando la reunión terminó, le hice una seña para que me siguiera. Nos dirigimos hacia uno de los balcones del castillo, desde donde podíamos ver la ciudad dormida bajo nosotros. Renesmee me observó en silencio, esperando a que hablara.

- Estás cambiando, ¿lo sabes?- dije finalmente.

Ella asintió, sin vacilar.

- Sí, lo sé. Pero creo que está bien... Quizá esta sea realmente mi vida ahora.

- ¿No echas de menos la otra?- pregunté, aunque sospechaba la respuesta.

Renesmee miró hacia el horizonte, pensativa.

- Quizá en algún momento lo hice. Pero cada vez es más fácil dejarlo atrás. Aquí, soy parte de algo más grande. Y... sí, creo que me estoy acostumbrando a ser quien soy ahora.

La observé un instante, reconociendo en ella la misma ambición y tenacidad que había visto en Jane y en mí mismos años atrás. Renesmee estaba destinada a grandes cosas, de eso estaba seguro. Sin embargo, en el fondo, sabía que este camino también traería sus propias pruebas y sacrificios.

MI ETERNIDAD ESTÁ JUNTO A TI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora