Epilogo

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Epílogo – Perspectiva de Minho

Había pasado un año desde que Minho y Jisung comenzaron a caminar juntos por el sendero que los había llevado a construir una relación que ahora se sentía tan natural como respirar. Desde ese primer rodaje juntos, sus vidas habían cambiado de una manera que ni siquiera podían haber imaginado. Las oportunidades de trabajo comenzaron a llegar de todas partes, y pronto se encontraron protagonizando campañas de distintas marcas, convirtiéndose en una pareja conocida, admirada y querida. Pero, para Minho, lo más valioso de todo no era la fama, ni las oportunidades, sino la vida que estaban creando juntos, una vida que se sentía real, llena de amor, risas, y sobre todo, autenticidad.

Con el tiempo, decidieron que era momento de dar el siguiente paso. Habían pasado noches conversando sobre lo que significaban el uno para el otro y los sueños que querían cumplir juntos, hasta que, de manera natural, ambos coincidieron en una decisión que llenó de ilusión a sus corazones: querían un espacio solo para ellos. Un lugar donde pudieran vivir su historia sin interrupciones, donde pudieran construir un hogar juntos.

Así, después de semanas buscando el lugar perfecto, encontraron un departamento acogedor en el centro de la ciudad, con ventanales que dejaban entrar la luz del amanecer y una vista que parecía abrirles el mundo entero. Firmaron los papeles, y unos días después, ya estaban instalados, con cajas y recuerdos apilados, listas para ser organizadas en su nuevo hogar.

La primera noche en su propio espacio fue una mezcla de emociones. La idea de comenzar una vida juntos, sin prisas ni secretos, llenaba el aire de una felicidad palpable, de una energía que ambos compartían sin necesidad de palabras.

Esa noche, después de desempacar las últimas cajas, Minho y Jisung se prepararon para dormir por primera vez en su hogar. Minho observaba a Jisung mientras se movía por la habitación, acomodando pequeños detalles y ordenando cosas que nadie más notaría, pero que para él eran esenciales. Cada pequeño gesto, cada sonrisa que Jisung le dedicaba, lo hacían sentir más afortunado de tenerlo a su lado. Era como si en cada rincón del departamento ya pudiera ver los recuerdos y las historias que construirían juntos.

Cuando finalmente se acomodaron en la cama, Minho se acercó a él, envolviéndolo en sus brazos, disfrutando de la sensación de tenerlo tan cerca. Jisung sonrió, acurrucándose contra su pecho, y Minho le acarició el cabello con ternura.

—No puedo creer que estemos aquí, juntos… en nuestra propia casa —dijo Jisung en un susurro, con una sonrisa que irradiaba felicidad.

Minho lo miró, sintiendo cómo su corazón se llenaba de emoción. Había soñado con este momento durante mucho tiempo, pero tenerlo allí, tan real y tangible, hacía que cada sacrificio y cada decisión valiera la pena.

—Tampoco puedo creerlo —respondió, acariciando su mejilla—. Me siento tan feliz de poder compartir esto contigo, de saber que este es solo el comienzo de algo mucho más grande.

Jisung sonrió, y Minho pudo ver la misma felicidad reflejada en sus ojos. No necesitaban decirse más; ambos sabían lo que significaba para ellos estar allí, en ese momento. Era una promesa tácita, un compromiso que iba más allá de las palabras.

Después de unos minutos en silencio, Minho tomó la mano de Jisung y entrelazó sus dedos, sintiendo cómo esa simple conexión lo llenaba de paz. Era como si, al tenerlo a su lado, todo cobrara sentido.

—Quiero que sepas, Jisung, que no importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti —murmuró Minho, con una voz llena de sinceridad—. Te amo más de lo que nunca pensé que sería capaz de amar a alguien, y quiero que nuestro hogar esté lleno de eso, de amor, de respeto, de todo lo que hemos construido juntos.

Jisung lo miró, conmovido por sus palabras, y sus ojos brillaron con lágrimas de felicidad.

—Minho, tú eres mi hogar. No importa dónde estemos, mientras esté contigo, sé que todo estará bien. Prometo amarte siempre, sin importar lo que el futuro nos traiga.

Minho sintió cómo el corazón se le llenaba de una felicidad inmensa. Jisung había sido la mejor decisión de su vida, y en ese instante, mientras compartían caricias y palabras de amor, sintió que nada en el mundo podía ser más perfecto.

Las prendas de ropa comenzaron a caer alrededor de la cama y Minho podía ver la belleza del cuerpo desnudo de Jisung, lo amaba con todo su ser.

Jisung lo tocaba disfrutando cada centímetro de la piel de Minho.

Mostrarse el uno al otro en ese nivel de intimidad los hizo encenderse de pasión y entre besos se dieron permiso como aquella primera noche de tocarse sin pudor, de besar cada parte de su cuerpo y de alcanzar el placer uno en brazos del otro.

Tendrían muchas noches más así, el resto de sus vidas.

Fin.

Un príncipe de revista (Minsung) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora