Daniel estaba de pie frente a la puerta, la maleta a sus pies y las manos temblorosas aferradas al picaporte. El eco de sus propios pasos resonaba en el pequeño departamento, un espacio que antes estaba lleno de risas y, con el tiempo, se había llenado de gritos, lágrimas y silencios cargados de reproches.
Osvaldo estaba sentado en la mesa de la cocina, el mismo lugar donde tantas veces habían compartido charlas nocturnas que ahora parecían pertenecer a otra vida. Sus ojos estaban hinchados por el llanto, pero ya no quedaban lágrimas; solo un vacío que dolía más que cualquier otra cosa.
Mariana: Entonces... esto es todo (Voz ronca)
Daniel cerró los ojos, intentando guardar esa voz en su memoria. Se sentía como si estuviera cortando un trozo de su propia alma.
Plex: No puedo quedarme, Osvaldo. No después de lo que te hice... de lo que nos hicimos. (Mira a Osvaldo con una mirada de desesperación) Yo te arruiné. Quise hacerte mío de una forma tan enferma que destruí lo que éramos.
Osvaldo apretó los labios, luchando contra el nudo en su garganta.
Mariana: Pero te amo... (Voz quebrada)
Daniel se acercó lentamente, arrodillándose frente a él. Tomó sus manos, que estaban heladas, y las sostuvo como si fueran lo único que lo mantenía conectado a la realidad.
Plex: Yo también te amo, más de lo que debería, más de lo que es sano. Pero nuestro amor...
Daniel hizo una pausa, con los ojos llenos de lágrimas que finalmente se permitieron caer
Plex: Nuestro amor es una jaula, y ambos necesitamos salir.
Osvaldo cerró los ojos, inclinándose hacia Daniel hasta que sus frentes se tocaron. Permanecieron así, inmóviles, mientras el reloj en la pared marcaba los segundos como si el tiempo estuviera burlándose de ellos.
Finalmente, Daniel se levantó. Se apartó lentamente, como si cada paso le arrancara un pedazo de su ser, hasta que cruzó la puerta. No miró atrás. No se permitió hacerlo. Y cuando la puerta se cerró, Osvaldo se derrumbó en el suelo, sintiendo como si el aire mismo lo abandonara.
Cinco años después
Osvaldo había reconstruido su vida. Había encontrado a alguien, ese alguien que lo amaba de forma sencilla, sin manipulaciones, sin tormentos Charlie había vuelto a buscarlo, quería arreglar su error ayudando a Osvaldo a salir de ese agujero que Daniel le dejo. Juntos habían construido una relación sólida, aunque nunca perfecta. pero a veces, en las noches más silenciosas, mientras su pareja dormía a su lado, Osvaldo se encontraba recordando. No podía evitarlo. Los ojos de Daniel, la forma en que solía sonreír justo antes de abrazarlo, los momentos en que el mundo parecía girar solo para ellos.
Sabía que era un amor al que nunca podría regresar, pero también sabía que nunca podría olvidarlo.
Por su parte, Daniel se había hundido en la soledad. Había intentado llenar el vacío con todo lo que pudo: trabajo, relaciones pasajeras, incluso un intento fallido de buscar ayuda. Pero nada era suficiente. Cada día que pasaba se sentía más como una sombra de quien solía ser. Había arruinado lo único bueno que había tenido en su vida, y el peso de esa culpa lo había encadenado a una tristeza que parecía eterna.
Una tarde fría, Osvaldo paseaba por un parque. Iba tomado de la mano de slime, disfrutando de un día tranquilo. Mientras cruzaban un sendero, sintió una presencia, una sensación inexplicable que lo obligó a detenerse.
Y ahí estaba Daniel.
Estaba sentado en una banca, más delgado, con la mirada perdida en el suelo. Sus ojos, oscuros y cansados, se alzaron lentamente, como si hubiera sentido la mirada de Osvaldo desde lejos. Cuando sus ojos se encontraron, el mundo se detuvo.
Osvaldo sintió que el corazón se le encogía. En esa mirada estaba todo: el amor que habían compartido, el dolor que se habían causado, las heridas que aún no habían sanado del todo.
Daniel se levantó, como si fuera a decir algo, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Solo le ofreció una pequeña sonrisa, rota y llena de resignación, como una disculpa silenciosa. Osvaldo intentó devolverle la sonrisa, pero su rostro se contrajo en una expresión de pura melancolía.
Charlie lo llamó, y Osvaldo asintió, retomando el paso. No miró atrás. No podía.
Daniel, en cambio, permaneció inmóvil, observando cómo Osvaldo se alejaba, como si con cada paso él se hundiera un poco más en la oscuridad.
Cuando finalmente desapareció de su vista, Daniel cerró los ojos, dejando que el frío viento le acariciara el rostro. Sus labios murmuraron una sola palabra, una que nunca llegaría a oídos de Osvaldo:
Plex: Siempre te voy a amar.
Y con eso, ambos siguieron adelante, cada uno llevando consigo el peso de lo que nunca pudieron ser.
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¿ค๓๏г ๏ ς๏รՇย๓๒гє? //YosoyplexxElmariana
FanficPov. Plex. Ese golpe...Un jodido Golpe...hizo que en mi despertara algo que no sabia que había estado ahí desde hace mucho tiempo. Mire a mi oponente, esa mirada profunda llena de concentración, el sudor resbalando por su pálida piel, se apreciaba...