Prólogo

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La vida de Taehyung era lo más cercano a la perfección. A sus veinte años, había alcanzado el equilibrio perfecto entre sus estudios de arte, el grupo de amigos que había llegado a considerar una familia, y un novio con quien compartía sueños e ilusiones. Todo iba conforme al plan, su vida era estable y predecible, justo como él lo quería. Pero todo eso cambió una noche.

Esa fue la noche en que sintió la primera mirada de Jungkook, una mirada que ardía y devoraba, como si pudiera atravesarlo hasta lo más profundo de su ser. Taehyung había escuchado rumores sobre él: Jungkook, el joven mafioso que poseía un encanto oscuro y una peligrosa reputación en los bajos fondos de la ciudad. Nadie en su sano juicio se acercaría a alguien como él, y Taehyung tampoco tenía la menor intención de hacerlo. Sin embargo, Jungkook no le dio opción.

Pronto, los mensajes de advertencia comenzaron a aparecer. Miradas furtivas en los lugares menos esperados, el eco de sus pasos siguiéndolo a la distancia, susurra de amenaza y deseo. Taehyung podía sentir el cerco cerrándose alrededor de él, pero se negaba a creer que su vida perfecta pudiera quebrarse tan rápido, o que alguien se atreviera a reclamarlo de esa manera.

Pero Jungkook no estaba dispuesto a ceder. Había decidido que Taehyung le pertenecía, aunque él se negara, aunque gritara y luchara. El destino ya estaba sellado en los ojos oscuros del joven mafioso, quien, con voz firme y una sonrisa torcida, le susurró:

—Serás mío, Taehyung. Tu cuerpo y tu alma me pertenecerán, cueste lo que cueste. Muy pronto, estarás bajo mis sábanas, suplicando solo para mí.

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