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Jungkook se despertó antes de que el sol asomara su rostro en la ciudad. Era un nuevo día, pero para él, cada día seguía el mismo patrón; el mundo del crimen no se detenía. Se levantó de la cama con un movimiento ágil, sus ojos oscuros ya reflejando la determinación de un jefe. En su mundo, la debilidad no tenía lugar.

Con 26 años, Jungkook había escalado posiciones dentro de la mafia, ganándose el respeto y el miedo de quienes lo rodeaban. Namjoon y Yoongi, sus más cercanos socios, estaban siempre a su lado, colaborando en sus ambiciones y asegurándose de que su imperio permaneciera intacto. Aquella mañana, se reunieron en su oficina, una sala amplia y opulenta, con una vista impresionante de la ciudad que habían tomado como suya.

—Tenemos que hablar sobre la última entrega —dijo Namjoon, mirando a Jungkook con seriedad—. La competencia se ha vuelto más agresiva. No podemos permitirnos ningún error.

—Lo sé —respondió Jungkook, dejando que su voz grave llenara el aire. Pero su mente estaba dispersa, ausente de la conversación que se desarrollaba frente a él. En su cabeza, solo había espacio para una imagen.

Ayer, mientras se dirigía al aeropuerto para cerrar un trato, había visto a un joven caminando hacia una de las universidades. Taehyung. Su belleza era deslumbrante, una luz en medio de la monotonía gris de su vida. Jungkook sintió un cosquilleo en el estómago, una chispa que nunca había experimentado antes. La forma en que el cabello de Taehyung caía sobre su frente, su andar seguro, y esa sonrisa que iluminaba su rostro: lo había cautivado al instante.

—Jungkook, ¿estás escuchando? —la voz de Yoongi lo trajo de vuelta a la realidad.

—Sí, claro —respondió Jungkook con un ligero desdén, apenas prestando atención a lo que se discutía. Luego, con una mirada fría, se dirigió a sus trabajadores —. Escuchen, quiero que encuentren a ese chico que vi ayer. Taehyung. No quiero que lo pierdan de vista.

Rápidamente su trabajadores escucharon la orden de su Jefe, pusieron en marcha la búsqueda de aquel chico "Taehyung " temiendo perderlo y que su jefe los terminará matando. Porque para el Gran Jeon Jungkook, si alguien no atacaba su orden, no merecía vivir.

Por otro lado, Namjoon y Yoongi se intercambiaron miradas confusas, sorprendidos por el repentino interés de Jungkook en alguien que no pertenecía a su mundo.

Pero conocían a su amigo, sabían que su obsesión podía volverse peligrosa.

—¿Taehyung? —repitió Namjoon—. ¿Por qué?

—Porque quiero saber quién es —respondió Jungkook, su tono firme y autoritario—. No quiero que se me escape. Busquen información, síganlo. No quiero que se le acerque nadie más.

A medida que Jungkook formulaba sus órdenes, no pudo evitar sentir un estremecimiento de emoción al pensar en Taehyung. Había algo en su mirada, una chispa que lo había enganchado de una forma que no podía explicar. Era un peligro inminente, y sin embargo, lo quería más.

Esta ciudad me pertenece —pensó Jungkook, sonriendo para sí mismo—. Y ahora, también lo hará él.

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