CAPITULO 4

16 5 0
                                    

TESSA

La situación era surrealista. Las manos me temblaban mientras recargaba el arma, el sonido de las balas cayendo al suelo era lo único que rompía el silencio. Había disparado cuatro veces a esa... cosa, y aun así seguía moviéndose. Como en las películas de terror, solo que esta vez era real.

Matt llegó a mi lado, con la respiración entrecortada y la cara llena de confusión y miedo.

—¿Estás bien? —preguntó, sus ojos buscaban los míos con una preocupación sincera.

Lo miré, aún sin poder creer lo que acababa de ver.

—¿Bien? —respondí, con un tono que bordeaba la incredulidad—. Matt, acabo de dispararle cuatro veces y seguía adelante. Esto no... esto no es normal.

Matt asintió, tragando saliva mientras miraba hacia la puerta de las celdas, como si esperara que otra de esas cosas saliera de allí.

—Ya lo sé, Tessa. Pero tenemos que pensar con claridad —me dijo, intentando sonar sereno, aunque el temblor en su voz lo delataba.

Pero en ese momento, mis pensamientos volvían una y otra vez a un punto en común: Lara.

—Mi hermana está sola en el hospital —murmuré, con un nudo en el estómago.

Matt me miró con algo de compasión en su rostro y luego señaló la pantalla del televisor, que seguía mostrando el mensaje de evacuación del gobierno.

—Has oído a la tele. Los hospitales son los primeros en evacuar. Ella estará bien.

Negué, incapaz de confiar en eso.

—No me fío, Matt. Voy a ir allí —anuncié, empezando a moverme hacia la puerta.

Matt extendió una mano y me sujetó del brazo, su expresión grave.

—¿Ahora? ¿Vas a salir ahora en medio de todo esto? ¡Es una locura, Tessa!

Tiré de mi brazo para soltarme, mirándolo con determinación.

—Sí, ahora. No pienso dejarla sola, Matt. Es lo único que me queda.

—Tessa, escucha. ¡No podemos ir ahora! El hospital está lejos, y afuera es un infierno. Tenemos que pensar en otra forma, en algún plan.

—No, Matt. Ya he tomado mi decisión. Voy a por Lara. —El tono en mi voz era definitivo, sin dejar lugar a objeciones.

—¡Tessa, por favor! —Matt alzó la voz, claramente frustrado, y ambos comenzamos a discutir cada vez con más intensidad.

—¡Ehh! ¡Chicos! —Una voz grave y cargada de urgencia nos interrumpió.

Ignoré a Derek Callahan, que seguía esposado y observándonos con una mezcla de impaciencia y enojo.

—¡Ehh, me estáis escuchando! ¡Joder! —El tono de su voz subió aún más, como si la frustración lo estuviera devorando.

Finalmente, me giré hacia él, sintiendo cómo la tensión en mi cuerpo aumentaba.

—¿¡Qué!? —le grité, apenas conteniendo la rabia y el nerviosismo.

Derek señaló con la cabeza hacia el suelo, sus ojos fijos en algo detrás de nosotros.

—Vuestro compañero... —dijo con un tono extraño, casi preocupado.

Me giré junto a Matt, y en ese momento lo vimos. Pedro estaba tirado en el suelo, y parecía estar sufriendo espasmos. Su cuerpo se retorcía de una manera antinatural, sus manos convulsionaban y comenzaba a emitir un sonido que no parecía humano, un gruñido ronco que helaba la sangre.

SIN REFUGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora