Matt me lleva a una de las consultas vacías del hospital, cerrando la puerta tras nosotros con cuidado. El silencio en la habitación es abrumador, roto únicamente por el sonido de nuestras respiraciones. Me apoyo contra la pared, sintiendo que las fuerzas que me sostienen están a punto de desaparecer.
Matt se gira hacia mí, cruzando los brazos como si estuviera preparándose para algo difícil. Su expresión es suave, casi triste. —Tessa, ¿cómo estás? Pero de verdad.
El tono de su voz me desarma. No es solo una pregunta de cortesía, quiere saberlo, lo necesita. Y yo... no sé ni por dónde empezar.
—¿Cómo estoy? —repito, casi riéndome, pero es una risa amarga que no tiene ni un ápice de humor. Me dejo caer sobre una de las sillas de la consulta y me cubro la cara con las manos. Siento que algo dentro de mí se rompe, una presa que he estado conteniendo desde que todo esto empezó.
—No lo sé, Matt. No sé cómo estoy. Hace unas horas enterré a mi hermana. La enterré. —Mis palabras salen atropelladas, casi como un grito, mientras me quito las manos de la cara y lo miro directamente. Sus ojos reflejan un dolor que parece tan profundo como el mío.
—Lara no murió por el cáncer, ni por el virus, ¿sabes? —mi voz tiembla mientras hablo—. Fue Jack. Ese hijo de puta la mató. La degolló. A ella. ¡A mi hermana, Matt! Una niña que apenas había empezado a vivir.
Mi respiración se acelera, y siento que las lágrimas vuelven a amenazar, pero las detengo, empujándolas hacia atrás con pura rabia.
—No puedo más. Siento que estoy rota. Siento que mi cuerpo no puede sostener toda esta mierda. Estoy cansada, estoy enfadada, estoy... —mi voz se quiebra, pero me obligo a seguir—. ¡Solo quiero verlo sufrir! Quiero verlo arrastrarse. Quiero matarlo con mis propias manos.
Matt da un paso hacia mí, pero levanto una mano, deteniéndolo. —No quiero que me consueles. No quiero que me digas que todo estará bien, porque no lo estará, Matt. Nada volverá a estar bien.
Él se queda en silencio, respetando mis palabras, dándome espacio para vaciar todo lo que llevo dentro.
—Hace unas horas estaba llorando sobre el cuerpo de mi hermana, y ahora... ahora solo tengo estas ganas de matar. Es como si todo dentro de mí se hubiera congelado y lo único que quedara fuera este fuego que me consume. —Golpeo la mesa con el puño, el ruido resonando en la pequeña sala.
Matt finalmente se acerca, sentándose en una silla frente a mí. No dice nada, simplemente está ahí, dejándome desahogarme, dejándome ser vulnerable.
—¿Y sabes qué es lo peor? —continúo, mi voz ahora apenas un susurro—. Que me siento culpable. Culpo a Jack, claro, pero también me culpo a mí misma. ¿Y si nunca hubiera mencionado este lugar? ¿Y si me hubiera quedado con Lara, protegida? Quizá estaría viva.
Matt niega con la cabeza, sus ojos clavados en los míos. —Tessa, no es tu culpa. No puedes pensar así.
—¿Cómo no voy a hacerlo? —pregunto, sintiendo cómo la rabia y la tristeza se entremezclan en una tormenta imparable—. Era mi responsabilidad. Prometí protegerla, Matt. Y fallé.
Él se inclina hacia adelante, sus manos descansando sobre las rodillas mientras me mira con intensidad. —Tessa, Lara era fuerte. Sabía lo mucho que la amabas. Sabía que harías cualquier cosa por ella.
Sus palabras calman un poco el huracán dentro de mí, pero no lo suficiente como para apagar el fuego.
—Voy a matarlo, Matt. No importa cómo ni cuánto me cueste, pero Jack no puede seguir respirando. Le voy a hacer pagar por todo.
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SIN REFUGIO
Science FictionSeattle ha caído en el caos. Un virus mortal ha convertido a los infectados en criaturas violentas, y la ciudad es ahora un campo de batalla. La oficial Tessa Morgan está atrapada en la comisaría junto a su compañero Matt y un peligroso criminal, De...