El hospital estaba sumido en un silencio inquietante, roto únicamente por el eco de nuestras voces y los ruidos apagados del exterior. Los seis estábamos sentados alrededor de una de las mesas del área común que habíamos improvisado. La luz tenue de las linternas y algunas velas parpadeaba, proyectando sombras danzantes en las paredes. El ambiente era pesado, casi opresivo, y yo sentía todas las miradas sobre mí.
Sabía por qué me miraban.
Apenas habían pasado unas horas desde que enterré a Lara, y ahora todos esperaban que tomara una decisión, que dijera algo. Pero yo no tenía fuerzas ni para pensar. Me apoyé en mis manos, con los codos sobre la mesa, sintiendo cómo el dolor y la fatiga se acumulaban en cada fibra de mi cuerpo.
—Tessa... —La voz de Matt rompió el silencio, suave pero llena de peso. Levanté la mirada lentamente y vi su rostro. Estaba preocupado, igual que todos. Derek, Sara, Max y Nick me observaban, esperando una respuesta.
No podía evitarlo. Esa presión era como un nudo en el pecho.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Sara, su tono lleno de cautela. Su mirada estaba fija en mí, pero no era de juicio, sino de empatía.
Intenté responder, pero las palabras parecían atoradas en mi garganta. Tomé aire, intentando aclarar mi mente. Yo no quería estar en esta posición. No quería tomar decisiones después de lo que había pasado.
Derek, con los brazos cruzados y apoyado en la silla, fue el siguiente en hablar. —Sabemos que el hospital es seguro por ahora, pero no podemos quedarnos aquí para siempre. Jack y los suyos lo saben. Tarde o temprano volverán.
Sus palabras me hicieron apretar los puños. Jack. Ese nombre encendió algo en mí, una mezcla de rabia y dolor que amenazaba con consumirlo todo. Ese hijo de puta nos había arrebatado tanto... a mí, a todos.
—No voy a esperar a que vuelva —dije de repente, rompiendo el silencio. Mi voz era baja, pero firme, y todos levantaron la mirada hacia mí. —Quizá no lo haga. Quizá no necesite hacerlo. Pero yo... yo no voy a quedarme aquí esperando. Quiero a ese hijo de puta muerto. Y voy a ir a por él.
—¿Qué? —Matt me miró, atónito. —Tessa, acabas de enterrarla. Acabas de pasar por... por todo esto, y ahora quieres salir ahí fuera a enfrentarte a Jack y su banda. No puedes estar hablando en serio. No podemos reaccionar sin un plan.
Lo miré directamente, mi mandíbula apretada. —Estoy hablando completamente en serio. Él la mató, Matt. Él mató a mi hermana. Mató a todos los que estaban aquí. Y no pienso permitir que se salga con la suya. Si eso significa ir a buscarlo yo misma, lo haré.
—¿Y qué vas a hacer? —preguntó Derek, cruzando los brazos mientras me miraba con una mezcla de incredulidad y admiración. —¿Entrar sola en su campamento y empezar a disparar? ¿De verdad crees que puedes con Jack y toda su pandilla tú sola?
—No estoy diciendo que sea fácil —respondí, mi voz quebrándose un poco. —Pero no puedo seguir aquí. No después de lo que pasó. No puedo seguir adelante sabiendo que él sigue vivo, que puede volver a hacer esto.
Sara, que había estado en silencio, habló en un susurro: —Tessa, entiendo cómo te sientes. De verdad que lo entiendo. Pero esto es... peligroso. No sabemos cuántos hombres tiene Jack, ni dónde está. Esto podría ser un suicidio.
—Entonces que lo sea —solté, sorprendida por la frialdad de mis propias palabras. —Prefiero morir intentando acabar con él que vivir con esto, con saber que él sigue ahí afuera. Que sigue ganando.
—Joder... —murmuró Nick, pasándose una mano por el cabello. —Es una locura, pero... entiendo tu punto. No podemos seguir esperando. No después de lo que pasó aquí.
ESTÁS LEYENDO
SIN REFUGIO
Science FictionSeattle ha caído en el caos. Un virus mortal ha convertido a los infectados en criaturas violentas, y la ciudad es ahora un campo de batalla. La oficial Tessa Morgan está atrapada en la comisaría junto a su compañero Matt y un peligroso criminal, De...