La situación era clara: Derek, terco como él solo, estaba decidido a marcharse de la comisaría y dirigirse a su bar, y yo no pensaba permitirlo.
Derek se cruzó de brazos, con una sonrisa desafiante.
—Voy a salir ahora mismo. Mi gente está en el bar, y allí tengo suministros. No necesito quedarme aquí.
Lo miré con los ojos entrecerrados, mi paciencia al límite.
—¿De aquí no se mueve nadie, Callahan! ¿Has visto lo que hay ahí fuera? —respondí, señalando la puerta con el dedo tembloroso.
Derek soltó una carcajada áspera.
—Claro que lo he visto, joder. He visto cómo un hombre se comía a otro justo al lado mío. Y créeme, no pienso quedarme a ver más.
Respiré hondo, tratando de mantener la calma, pero el miedo y la frustración hacían que mi voz temblara.
—¿Y pretendes salir solo? Es una locura, Derek, acabarás como ellos en cuestión de minutos.
Henry intervino, lanzando una mirada seria a Derek.
—Escucha a la agente, amigo. Fuera es un infierno. Parece una película apocalíptica... si tienes dudas, asómate y verás. De noche será aún peor; hay calles sin luz.
Señalé hacia las luces de la comisaría.
—Aquí al menos tenemos el generador de emergencia. No es mucho, pero es algo.
Derek, no obstante, se acercó a la puerta de cristal, entrecerrando los ojos para observar lo que ocurría en el exterior. Matt lo siguió y murmuró en voz baja, cargada de preocupación:
—¿De verdad quieres salir ahí?
Todos nos acercamos a la puerta y observamos a través del vidrio. La oscuridad cubría las calles, apenas iluminadas por algunos faros de coches abandonados y luces parpadeantes en las ventanas. Personas corrían, algunas gritaban, otras simplemente caminaban como si no tuvieran rumbo fijo. En un callejón cercano, una figura agazapada sobre otra parecía devorarla, como una bestia salvaje.
Henry apartó la mirada, visiblemente afectado.
—Apagad las luces. —Su voz era urgente.
—¿Qué? —pregunté, tratando de entender.
—Esas cosas... nos verán —explicó Henry, sus ojos oscuros fijos en la puerta, casi con terror.
Suspiré, sabiendo que tenía razón, y me dirigí a la caja de fusibles, apagando las luces. Nos quedamos en penumbra, solo iluminados por el resplandor lejano de las calles caóticas.
Nos pegamos al vidrio, observando a esas "cosas" devorando a las personas que habían atrapado. Era una imagen surrealista, una escena que parecía sacada de una pesadilla. Derek se quedó en silencio, con una expresión de asombro que rara vez había visto en él.
De repente, una de esas criaturas alzó la cabeza y nos vio. Sus ojos, desorbitados y llenos de locura, se fijaron en nosotros y se lanzó contra la puerta de rejillas de la entrada con un golpe sordo. Retrocedimos de inmediato, sintiendo el miedo atenazarnos mientras esa cosa golpeaba y arañaba la puerta.
—¡Mierda! —exclamé, sintiendo cómo se me helaba la sangre.
Los cuatro retrocedimos hacia la segunda puerta, cerrándola rápidamente. El sonido de los golpes resonaba en la comisaría, haciéndonos conscientes de lo cerca que estaba el peligro.
Matt respiraba entrecortadamente, con el arma en la mano.
—Necesitamos un plan... y lo necesitamos ya. Esto es como en las películas, y la primera regla es clara: no separarnos.
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SIN REFUGIO
Science FictionSeattle ha caído en el caos. Un virus mortal ha convertido a los infectados en criaturas violentas, y la ciudad es ahora un campo de batalla. La oficial Tessa Morgan está atrapada en la comisaría junto a su compañero Matt y un peligroso criminal, De...