C: 34 - EL VIEJO FRANK BRYCE

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Las afuera del pueblo muggle
de Pequeño Hangleton.
Mansión Riddle-




-La noche era densa y fría, una mezcla perfecta entre la penumbra y el silencio de un invierno sin tregua. Las calles apenas visibles entre las sombras de la noche y el brillo pálido de la nieve, ya completamente asentada, ofrecían un paisaje que pocos resistirían.

Barty y Donker avanzaban hacia la mansión Riddle, ambos aún envueltos en las capas de lana gruesa que les protegían del gélido aire nocturno.

El polvo blanco cubría sus botas mientras caminaban, dejando huellas en el sendero que serpenteaba hasta la entrada de la mansión.

Al abrir la puerta, un aire aún más helado y estático los recibió. En el interior de la mansión, solo dos velas de aceite, dispuestas estratégicamente en el vestíbulo por Barty antes de que salieran, emitían un tenue brillo dorado, insuficiente para calentar el ambiente sombrío.

Donker, aunque ya estaba acostumbrado a la penumbra del lugar, sintió cómo el frío calaba más profundo al entrar, haciendo que un ligero escalofrío le recorriera la espalda.

A pesar de esto, sonrió de forma juguetona-

Donker: Tengo mucha hambre. -le comentó animado, su voz resonando suavemente en el eco de la mansión vacía- Creo que necesito algo caliente para entrar en calor en este congelador oscuro.

-Barty soltó una carcajada, sus ojos brillando divertidos bajo la capucha que aún llevaba puesta-

Barty: ¿En serio? -preguntó, fingiendo incredulidad- Después de haberte comido siete brochetas enteras en el Callejón Diagon, ¿aún tienes espacio para más?

-Donker levantó una ceja en un gesto de falsa ofensa-

Donker: No me juzgues. -replicó con una sonrisa pícara- Estoy en plena etapa de crecimiento, y si no me alimento bien, ¿cómo voy a crecer sano y fuerte?

-Barty dejó escapar una nueva risa y, resignado, asintió-

Barty: Está bien, tú ganas. Solo porque te adoro, te prepararé algo de cenar. Incluiremos a Cronos también, y haré chocolate caliente para nosotros dos.

-Los ojos de Donker brillaron, y una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro-

Donker: ¡Perfecto! -exclamó, encantado- Gracias, Barty.

Barty: Pero... -añadió, en tono firme- Si quieres que haga todo eso, tienes que subir a tu habitación, cambiarte a algo más cómodo y abrigado, lavarte un poco y traer a Cronos.

-Donker asintió rápidamente, emocionado, y se apresuró a subir las escaleras, cargando las bolsas llenas de ropa nueva que Barty le había comprado en el Callejón Diagon.

Mientras sus pasos se perdían en los pisos superiores, Barty, sonriendo, se dirigió hacia la cocina.

Al llegar, notó un movimiento repentino en la ventana. Una lechuza gris, robusta y alerta, lo esperaba justo afuera, con la cabeza inclinada y los ojos brillando en la penumbra.

Barty sintió que el aire se volvía un poco más denso, y, en un gesto automático, sacó su varita, acercándose lentamente a la ventana y mirando con cautela a través de ella.

Buscó con la mirada algún posible intruso o presencia sospechosa que pudiera haber seguido la pista hasta la mansión. Pero después de unos momentos de intensa vigilancia, no vio a nadie.

Sintiéndose aliviado, abrió la ventana y dejó entrar a la lechuza, que rápidamente extendió la pata, mostrando un pequeño sobre atado con un cordel.

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