C: 8 - MYRTLE LA LLORONA

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Hogwarts-

—Faltaban solo dos semanas para que Donker terminara su segundo año escolar en Hogwarts. La mayoría de su tiempo en el castillo, se la había pasado más concentrado observando casa pasillo del colegio de magia y hechicería; había encontrado infinidades de pasillos ocultos, lugares secretos, incluso en el quinto piso encontró algo que lo dejo anonadado hace dos días, y eso hizo que la búsqueda de la Cámara de los Secretos, se suspendiera, por el momento.

Esa tarde, Donker se encontraba frente a un espejo alto, con unas palabras inscritas en la parte superior. El castaño oscuro no pudo saber bien a qué se refería, pero solo con leer "Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse", la primera vez, supo que tendría que investigar algo más en sus pocos días de estancia en el castillo.

Aun así, el chico de ojos marrones se sentó frente a aquel misterioso y peculiar espejo que despertaba sus curiosidades como nunca antes las había tenido. ¿La razón? Es que se veía envuelto en unos brazos maternales; una figura borrosa, pero con la silueta de una mujer alta, delgada y de cabellos negros se aparecía junto al Donker del reflejo, parecían una familia feliz, quizá faltaba su padre, no entendía la razón del por qué su ausencia, pero el solo verse abrazo de aquella mujer, hacía que el joven adolescente de 13 años se sintiera lleno del corazón... al menos de cierta forma.

Donker observaba con facilidad algunas otras siluetas detrás de la borrosa figura de quien debía ser su madre; como ella, también estaban borrosas, pero podía casi observabar un par de ojos marrones, algunos grises, quizá estaba viendo bien, quizá solo era su imaginación, pero en su mente creía que esas personas eran su familia.

El castaño se sentó en el suelo, abrazando sus rodillas y con su vista al frente, con sus ojos observando con ilusión y un sentimiento que nunca antes había sentido, al espejo. Su felicidad de lo que le mostraba cegaba tanto su realidad que, sin darse cuenta, habían pasado casi dos horas, y sin saberlo, se había perdido su clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, con el profesor Quirinus Quirrell.

La única razón por la que Donker regreso a la realidad, fue porque escuchó como alguien se aclaro la garganta detrás de él. El ojimarrón se sobresaltó un poco, pero al girarse, rodó los ojos apenas observó al profesor Dumbledore de pie y mirándolo con una sonrisa serena, aquella que el adolescente ahora empezaba a odiar. Sin querer verlo más, prefirió regresar su vista al emblemático y encantador espejo-

Dumbledore: No sirve para nada pensar en los sueños y olvidarse de vivir, Donker. -expresó sonriendo- Siempre debes recordar eso.

Donker: ¿A qué se debe tu asquerosa presencia, anciano? -preguntó enojado-

-sin duda el afecto que Donker le tenía al director de Hogwarts, se había ido-

Dumbledore: No creo que sea necesario tratarnos de esa forma.

Donker: No creo que sea necesario tener tu presencia. -murmuro entre dientes-

Dumbledore: Veo que todavía sigues enojado por nuestro pequeño malentendido a principios del año escolar. -comentó, caminando hasta el adolescente y parándose justo a su lado izquierdo, mirando con una sonrisa el espejo- ¿Qué ves?

Donker: ¿Acaso te importa? -lo miró mal- Oh claro. -sonrió con amargura-  Debí suponerlo. Seguro ahora tú nuevo amigo Harry Potter debe estar en clases. Con razón volviste a tener tiempo para mi, mentiroso.

Dumbledore: Bueno, Harry sí está en clases, Donker. Pero no he venido por eso, más bien he...

Donker: Ahorra tus explicaciones, Albus. -interrumpió cansado, parándose del suelo y mirando al hombre con severidad- No he hecho nada malo, por si estabas con la duda. Solo falte a clases porque me alegró más ver a personas que sí me quieren por ser yo, a tener que soportar a gentuza traidora como tu.

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