C: 1 - PILOTO

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Orfanato de Wool
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Londres, Inglaterra
1978-

-En el invierno de 1978, específicamente el 31 de Diciembre, una joven de cabellos negros y ojos marrones, pero de piel pálida, se dirigía al nuevo y renovado Orfanato Wool con un pequeño bulto enrollado en mantas verdes.

Aquella mujer, triste por abandonar a su único hijo en aquel horrible lugar, suspiró, mirando por última vez al pequeño bebé de pequeños mechones castaños oscuros. Subió por tres escalones de piedra y frente a las puertas cubiertas de nieve, sintió sus lagrimas bajar por sus mejillas, al mismo tiempo, que aquellas maderas altas, se abrían de par en par.

Una mujer de cabellos canosos, un simple vestido negro junto a medias y zapatos del mismo tono, se dejaron ver; aquella mujer que se había revelado, se sorprendió al ver a la desconocida dejando al pequeño bebé en el suelo cubierto de nieve-

María: Oiga. -jadeo sorprendida-

-la mujer de cabellos castaños se sobresaltó, ocultando su rostro en aquel rebozo negro de seda y retrocediendo varios pasos hasta quedar en la acera de la calle-

María: ¡Oiga! -bajo hasta el segundo escalón- Disculpe... -la miró, pero la mujer misteriosa corrió, alejándose de aquel lugar y de aquel pequeño bebé- ¡Señorita! -llegó hasta la acera- ¡Su bebé! -gritó, pero fue en vano-

-la mujer misteriosa ya había desaparecido, sorprendiendo a María Hill, encargada de aquel Orfanato.

La mujer canosa suspiró rendida, y caminó de vuelta a las puertas del lugar para protegerse de la nieve que caía aquella noche. Mirando con preocupación aquel bulto, lo cargo con delicadeza, descubriendo un poco la tela y observando unos pequeños ojos marrones que la miraban con curiosidad-

María: ¿Y tú quien eres? -susurró meciendo al pequeño bebé- Lamento mucho que hayas terminado aquí. -suspiró mirándolo-

-la mujer se dio cuenta de que una pequeña esquina color amarillenta sobresalía de aquella manta, oculta entre esa lana que abrigaba al recien nacido y los pequeños pies del bebé. María la sacó, todo mientras entraba con el pequeño castaño en el acogedor, pero al mismo tiempo, solitario y frío Orfanato.

Una mujer regordeta y de cabellos rubios llegó a María-

Claudia: María, ¿eso es un bebé? -se sorprendió-

María: No, es un saco de papas. Claro que es un bebé, Claudia. ¿Qué más podría ser? -la miró ilógica-

Claudia: Pero, ¿en año nuevo? -se sorprendió, acercándose a la mujer y mirando el pequeño bulto- Oh, mi pequeño. -lo miró con ternura- ¿Quién puede ser tan frío de corazón para dejar a un pequeño bebé en pleno año nuevo? -suspiró-

María: No vi su rostro, Claudia. -suspiró- Pero esto estaba escondido en las mantas. -alzó el sobre-

Claudia: ¿Qué esperas? Ábrela. Ven, deja que cargue al bebé. -murmuró, cargando al nacido- Oh, que lindos ojos tienes, pequeño... o pequeña. -ladeo la cabeza- ¿Qué es? -miró a su jefa-

María: Creo que es un varón. -suspiró, abriendo la carta-

-una vez la desdobló, se aclaró la garganta para empezar a leer con un tono de voz audible para ambas mujeres-

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