MINHO
—AAAAAHH, EL PRÍNCIPE GALANTE vuelve a casa con las manos vacías. Dime, ¿te las arreglaste para escabullir al chico de oro de vuelta al castillo sin que madre dragón detectara su ausencia?
Miré fijamente a Key, que estaba sentado en su silla aterciopelada sorbiendo su martini habitual, y luego me quité los zapatos. —Madre dragón no vive allí, y el chico de oro estaba en casa antes del golpe de...
¿Tu mano?
Resoplé y me dirigí al sofá, donde agarré una de las almohadas y me acosté en un extremo, metiéndola detrás de la cabeza. —Eres un idiota.
—Sí, y el único con el que vas a estar en presencia pronto si sigues jugando tus cartas como lo has hecho esta noche.
Estiré las piernas a lo largo del sofá y coloqué las manos detrás de la cabeza. —No sé, creo que esta noche he jugado bien mis cartas.
—¿Evitando a tu cita y dejando que un cualquiera se deslice sobre ti?
—¿Resbalar y deslizarse?
Key señaló la camisa abierta que colgaba de mi cuerpo. —No actúes como si no estuvieras dando un espectáculo para el tipo. Acalorándote y sudando en ese club.
Incliné la cabeza en dirección a Key. —Parece que yo también estaba montando un espectáculo para ti.
Hizo una mueca y tomó otro sorbo de su bebida. —No, gracias. Pero no estoy seguro de que esa táctica de 'ponerlo celoso' haya funcionado demasiado bien. Ya sabes, desde que estás sentado en casa solo conmigo.
Me reí y volví a mirar al techo, sin preocuparme lo más mínimo. Key tenía razón, desde luego; sin duda, esta noche había montado un espectáculo para una persona en particular, y no era el chico con el que había bailado.
Me había asegurado de que mi conversación y mis interacciones con TaeMin fueran amistosas y, a veces, un poco coquetas. Pero me había propuesto ir a bailar con un cualquiera como Key se refería a ese chico, con la esperanza de provocar algún tipo de reacción en TaeMin, y vaya si la conseguí. Todavía podía sentir sus ojos clavados en mí, recorriendo mi cuerpo, concentrándose en mi pecho desnudo, donde mi pareja de baile había estado recorriendo cada músculo con sus manos.
Puede que ahora esté sentado aquí a solas con Key, pero había hecho lo que me había propuesto: hacer que TaeMin pensara en mí.
—¿Te quedaras dormido ahí?
—No. Estoy aquí acostado pensando adónde voy a ir cuando gane esta apuesta que has hecho.
Key resopló y se puso en pie.
—Por favor, no estás ganando nada. Ese chico es recto como una flecha. Te lo dijo en tu pequeña cita para comer, ¿recuerdas?
Lo hizo, pero no había nada recto en el calor que había sentido emanar de la mirada de TaeMin a través de la pista de baile esta noche.
—Haz algo útil, ¿quieres, y tráeme un trago? —le dije.
—¿Para ahogar tus penas?
—Más bien para ahogarte. Estoy ocupado visualizando aquí, y tú estás interrumpiendo.
Key gruñó y se dirigió a la cocina, pero no me hice ilusiones de que fuera porque yo se lo había dicho: su propio vaso estaba vacío.
—Entonces —dijo Key—. ¿Tienes algún lugar en mente?
—Interrumpiendo de nuevo...
—Eso significa que no, ¿y quieres saber por qué?
—Si digo que no, ¿te callarás?
