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MINHO

—HMM. Namsan Park por la noche. ¿Debería preocuparme?

TaeMin me sonrió mientras avanzábamos por el parque, pero no éramos ni mucho menos los únicos.

—Deberías. Aquí es donde tiro los cuerpos de todos los chicos con los que he acabado después de que me la hayan chupado.

Se oyó un grito ahogado, seguido de un fuerte empujón que me hizo perder el equilibrio. Me reí cuando TaeMin maldijo mi nombre y su cabello se desordeno al sacudir la cabeza.

¿Me oyeron las parejas de alrededor? Claro. ¿Me importaba? En absoluto.

TaeMin gimió.

—Por favor, dilo un poco más alto la próxima vez.

Si no hubiera estado oscuro, seguro que habría visto un rubor en sus mejillas.

—¿Es un reto? Porque lo haré. —Le pasé la mano por el dorso mientras caminábamos. El impulso de tomar su mano me golpeó de la nada, pero me contuve.

—Nooo, no es un reto. No creo que haya nada que no hagas.

—Puede que tengas razón —murmuré al ver la improvisada pantalla de cine.

Había dos hileras de camiones de comida a cada lado y, entre ellas, unas cuerdas de luces se entrecruzaban sobre unas cincuenta mesas redondas dispuestas para comer.

—¿Qué es eso? —TaeMin preguntó—. No puede ser a donde vamos. Nunca comerías de un camión de comida.

—Quizá quería llevarte a algún sitio que te hiciera sentir un poco más cómodo. —No le sujeté la mano, pero le puse la mía en la parte baja de la espalda para guiarlo hacia la entrada. Todo el tiempo lo observé, con los ojos brillantes mientras captaba cada detalle. Era raro que pasara la noche del viernes en otro sitio que no fuera de fiesta, pero pensé que TaeMin querría hacer algo un poco diferente.

—¿Película a bocados? —leyó el cartel y me miró.

—Mientras vemos la película, sacan comida y bebida en función de lo que comen los personajes.

—No puede ser. ¿Qué película?

—¿Has visto Chef?

TaeMin se quedó con la boca abierta.

—Cállate, me encanta esa película.

Sonreí.

—Prepárate para un maldito pastel de lava fundida.

Su cara de entusiasmo era contagiosa, sobre todo cuando nos sentamos en una mesa del centro y nos leyó el menú de la noche.

—Dios mío, hasta tenemos beignets. Esto es lo más genial del mundo.

—Me alegro de que pienses así.

TaeMin dejó el menú y me miró con curiosidad.

—¿Te gustan este tipo de cosas?

—Lo averiguaremos. Sé que me gusta la película. —Había sido pura suerte que a TaeMin también. ¿Pero a quién no le gustaban Gong Yoo y Song Joog Ki?

—Hmm. —Eso fue todo lo que dijo mientras apoyaba la barbilla en el puño y me observaba.

Me limpié la cara, miré mi camisa, pero no vi nada fuera de lugar.

—¿Qué?

—Esto es una cita, ¿no?

Mi boca se abrió para negarlo, porque yo no tenía citas. Nunca lo había hecho.

EL PRÍNCIPE DE GANGNAM-GUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora