TAEMIN
Me subo la mochila al hombro, alcanzo la puerta de mi próxima clase antes de que se cierre de golpe y entro para buscar asiento. En el aula cabían fácilmente doscientas personas y poco a poco se iba llenando. De ninguna manera me iba a sentar en la parte delantera de los asientos escalonados, pero con las últimas filas ya ocupadas, no quedaban muchas opciones.
Me instalé en una fila más o menos a la mitad, preguntándome, no por primera vez, cómo era posible que ninguno de mis amigos del instituto asistiera a Yonsei. Estaban repartidos por todo el país, algo que no había caído en cuenta hasta este momento, cuando entré solo en una habitación abarrotada. Hubiera sido agradable hablar con un amigo el primer día en una escuela intimidante, donde la mayoría de los estudiantes llevaban ropa que costaba más que la casa de mis padres.
Me dejé caer en una silla y saqué mi portátil, lo puse en el escritorio frente a mí y lo abrí en una página en blanco. Ya había oído rumores por las conversaciones de mi madre de que este profesor en particular, el profesor Park, era uno de los profesores más difíciles de Yonsei, despiadado tanto en el plan de estudios como en la personalidad, lo que me hizo mirar hacia atrás para ver si se había abierto milagrosamente un lugar en las últimas filas.
—¿Qué estamos viendo? —me preguntó una voz masculina a mi izquierda, y me di la vuelta, chocando mis ojos con el tipo que se había deslizado en el asiento de al lado.
Oh, mierda. Lo reconocí al instante como el chico de cabello oscuro del patio aquella mañana, parte del grupo del que mi madre me había advertido que me mantuviera alejado. De cerca era aún más enigmático, con sus ojos oscuros y grandes centelleando bajo las duras luces fluorescentes mientras se recostaba en su silla, con un brazo echado despreocupadamente sobre el respaldo. Demonios, hasta olía a dinero, la colonia cara que llevaba me llenaba las fosas nasales mientras me dedicaba una sonrisa torcida.
—Eh... nada. —Una mirada hacia atrás mostró que había otros asientos vacíos en la fila, así que era extraño que hubiera elegido el que estaba justo a mi lado.
—Entonces, ¿eres nuevo aquí?
Me giré hacia mi nuevo compañero y le sonreí. Que mamá me hubiera advertido no significaba que tuviera que ser grosero, ¿verdad?
—Sí, eh, este es mi primer día.
—Me lo imaginaba. —El tipo me guiñó un ojo—. Tienes esa mirada de ciervo ante los faros.
—Oh, sí. —Me reí entre dientes—. Supongo que sí. Es que es mucho, ya sabes. Tratar de encontrar la clase, luego llegar aquí a tiempo...
—Especialmente para la clase de Park.
—¿Park?
El tipo señaló el podio vacío en la parte delantera de la sala. —Profesor Park. Así es como le llamamos.
Eso tenía sentido, y también el hecho de que el profesor sería un pesado con la cuestión del tiempo. Gracias a Dios que llegué temprano.
—Soy MinHo, por cierto.
Miré la mano que me tendía y decidí que no había nada malo en entablar una conversación trivial con el tipo. Estaba siendo amable y era la primera persona que se me acercaba en todo el día. Todos los demás me habían ignorado y yo sabía que tenía que ver con mi madre. Así que el hecho de que no pareciera importarle fue un alivio.
—Ace. —Me di cuenta de que varios alumnos de la clase nos miraban, sin duda embobados ante el hijo del decano.
—Encantado de conocerte, Ace. Entonces, ¿estás emocionado por empezar en Yonsei? ¿O estás aquí bajo coacción?
