Los primeros dos días, Tess y Nelson Clark siguieron viviendo como si no hubiera pasado nada. Aquello quería decir ponerse la ropa de trabajo y desbloquear la portezuela de su coche. Ir en coche a la oficina. Aquella noche, se sentaron sin decir nada a la mesa de la cocina. Comieron algo.
Y qué.
La agencia de alquiler los llamó para que devolvieran el equipo de filmación.
Nelson estaba en casa, con Tess, o no estaba.
Al tercer día ella solamente salió de la cama para usar el baño. No se molestó en llamar al trabajo para avisar de que estaba enferma. Su corazón seguía latiendo y latiendo, no importaba lo que ella intentara. Lo cual no quiere decir que ella intentara nada.
No valía la pena empezar a beber ni empezar a medir el coche para hacerse con una manguera lo bastante larga como para conectar el tubo de escape con la ventanilla del lado del conductor. Y de ninguna manera valía la pena ir a ver a un médico de su firma de atención sanitaria y mentir para que le recetara un buen somnífero. Cualquier otra cosa que pudiera hacer, como cortarse la muñeca con una cuchilla de afeitar o emprender alguna acción de esa clase, simplemente parecía otro estúpido plan para resolver todos sus problemas una vez más.
Las luces y la cámara seguían amontonadas al lado de la cama de los Clark.
Suicidarse parecía nada más que otro plan agresivo para arreglar su vida. Si encendía las luces de cine y la cámara, podían filmar la muerte. Una snuff movie en dos partes. Una miniserie. Otro Gran Proyecto. Matarse no sería más que: Tess Clark, pasándose de la raya. Otro principio, parte intermedia y final.
Ir a trabajar parecía una locura. Volver a sentarse para comer alguna vez tenía más o menos tanto sentido como ponerse a plantar bulbos de tulipán a la sombra de una bomba atómica en pleno descenso.
Lo que viene a continuación es un flashback, pero fue Nelson el que echó un vistazo a su cuenta de ahorro. Fue él quien dijo que la única forma en que podían permitirse tener un bebé era filmando una película para adultos.
—Un día —dice la señora Clark—, esto os pasará a vosotros, y a raíz de ese mero segundo la vida os parecerá cien años demasiado larga...
En su quinto día de quedarse en la cama, ya habrían jurado que llevaban toda la vida juntos. Pasarse día tras día en la cama producía probablemente la misma sensación que ser un vampiro. Imagínate estar viva durante un millar de años y seguir cometiendo el mismo estúpido error. Durante miles de años sigues yendo a bares y discotecas y creyendo que te lo estás pasando en grande. Te imaginas que eres el centro de atención. Tienes un marido que te parece guapo. Crees que los dos estáis buenísimos.
Los Clark creían que muchas parejas se hacían ricas filmando películas para adultos. La industria del vídeo casero solamente era popular porque el porno en vídeo había creado la demanda. Todas las parejas salvo ellos estaban ganando un dinero extra en su tiempo libre. El resto de las parejas casadas no estaban desperdiciando sus relaciones sexuales, haciéndolo sin público, sin que pudieran ser apreciadas por desconocidos. Primero alquilarían una cámara y la mesa de edición. Después encontrarían una distribuidora para la película. Como estaban casados, dijo Nelson, ni siquiera sería pecado.
Ahora ya no tenía sentido salir de la cama y borrar la cinta de vídeo. Sería como romper un espejo porque te enseña la verdad. Como matar al mensajero que trae malas noticias.
—Cuando te pasas día tras día en la cama —dice la señora Clark—, te das cuenta de que lo que mata a los vampiros no son las estacas de madera. Es toda la carga emocional y las decepciones que tienen que llevar encima siglo tras siglo.
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Relatos de Chuck Palahniuk
NouvellesUna colección de relatos publicados por el autor norteamericano Chuck Palahniuk, mas conocido por su primera novela, EL CLUB DE LA LUCHA, y por su relato (que hizo desmayarse a mas de una persona) TRIPAS. Encontrarás historias que te gustarán, que t...