Mona Gleason tiene un pequeño tatuaje del Ratón Mickey en la nalga, de forma que Ethan decide empezar por ahí. Se lo besa y, susurrándole las palabras con la boca pegada a su piel, le dice:
—Imagínate al primer cavernícola.
—Para —le dice Mona—. No me hagas cosquillas.
Pero no se da la vuelta.
Él le vuelve a besar el ratón y le dice:
—Imagínate un cavernícola al que pinchan con un palo quemado. El hollín se le queda bajo la piel y el cavernícola se da cuenta de que la mancha negra no se le va a marchar nunca...
Esto es después de que Ethan ya lo haya hecho todo con ella menos follar. Mona está en la habitación de él, los dos en su cama, con una larga tarde por delante antes de que sus padres salgan del trabajo. Para Ethan ha sido toda una batalla no quitarse los pantalones. La ropa de Mona está por todas partes. Su camiseta y su falda. Cubriendo el escritorio de Ethan, cubriéndolo todo salvo a ella. Él le ha estrujado las tetas y le ha bajado las bragas. El tatuaje de Mona está en un sitio donde sus padres nunca lo van a encontrar. Esa es la idea. Mona está lo bastante mojada como para llegar hasta el final. Está gimoteando y chorreando sobre las sábanas, pero Ethan no quiere repetir sus desastres del pasado reciente.
A diferencia del primer cavernícola, Ethan quiere que la historia le reconozca su descubrimiento.
Frunce los labios y sorbe, dejándole la cara toda morada al Ratón Mickey.
—No te lo pierdas: el Chupetón Mickey —dice.
Tumbada boca abajo, Mona se retuerce pero aun así no se lo puede ver, necesitaría un espejo.
—¿Te imaginas a aquel primer cavernícola expandiendo la mancha? —pregunta Ethan.
Describe el hollín y una esquirla afilada de hueso y a alguien que se pincha a sí mismo hasta quedar cubierto de sangre. Menuda locura debió de parecerles a los demás cavernícolas. Todo lo que termina quedando superbién siempre parece una locura al principio. Pellizca la piel del Ratón Mickey y dice:
—¿Te imaginas a la primera cavernícola que se clavó un pendiente en la oreja? —Le dice—: Fuera lo que fuera, una espina de pescado o de cactus, ni siquiera debió de saber que era un pendiente.
Mona suelta una risita y le frota la polla a través de los pantalones.
—Ahora las mujeres sois indestructibles —dice Ethan—. Estáis todas vacunadas contra el virus del papiloma humano y tenéis un millón de maneras de no quedaros embarazadas.
La mirada de ella va y viene entre la entrepierna de Ethan y su cara. Mona se relame los labios.
Ethan cuenta la práctica del «perlaje», inventada por los nativos de las islas de los mares del Sur. El nativo se hace un cortecito en la piel de la punta del pene. Se implanta una perla justo debajo de esa capa superior de piel y luego se cose el corte. Seguramente no se lo hace él mismo. Seguramente hace falta un equipo de fútbol entero de tonganos para sujetarlo mientras se lo hace un brujo. Pero si la herida se cura bien, repiten el procedimiento. Y así le van enterrando perlas, una hilera de perlas, a lo largo de la punta de la polla. De esa forma, cuando la tiene dura, esas perlas, esos bultitos, frotan a la mujer de manera satisfactoria.
Cuando oye esto, Mona le sigue frotando, pero ya no tan fuerte. Le mira los pantalones y le pregunta:
—¿Es eso lo que me estás ocultando?
—No —dice Ethan.
Y deja que crea que no es nada tan serio.
La estrategia es llegar a la verdad pasito a pasito. De los tatuajes y las perforaciones de orejas ha pasado al perlaje. A continuación describe la inflación salina. Hay gente, sobre todo tíos, que se hacen un cortecito en la piel de la parte superior de los escrotos. Hace hincapié en el plural, «tíos» y «escrotos», para que no parezca el simple pasatiempo aislado de un puñado de monstruitos de feria pervertidos. Luego el tipo se introduce un tubo estéril dentro del cortecito y se llena el escroto con varios litros de solución salina. Se infla el saco de las pelotas hasta tenerlo del tamaño de una pelota de baloncesto y luego se tapa la incisión con cinta adhesiva para curársela.
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Relatos de Chuck Palahniuk
NouvellesUna colección de relatos publicados por el autor norteamericano Chuck Palahniuk, mas conocido por su primera novela, EL CLUB DE LA LUCHA, y por su relato (que hizo desmayarse a mas de una persona) TRIPAS. Encontrarás historias que te gustarán, que t...