Cap 2- Vivimos los tres

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07 de Julio

Lukas Pov:

La luz del sol comenzaba a colarse por las rendijas de las cortinas cuando abrí los ojos. La sensación cálida de Vivian todavía dormida contra mi pecho me hizo dudar en moverme. Su respiración tranquila y constante era lo único que rompía el silencio de la habitación. No quería despertarla, pero sabía que eventualmente tendría que hacerlo.

Con cuidado, comencé a moverme lentamente, tratando de no perturbar su descanso. Sin embargo, mi celular, que estaba sobre la mesita de noche, vibró y el sonido fue suficiente para que Vivian hiciera un leve movimiento, aunque no llegó a despertarse del todo. Extendí la mano para tomar el teléfono y vi un nombre que me descolocó por completo: Alan.

¿Por qué me estaba llamando? Dudé un momento, pero finalmente contesté.

—¿Qué quieres? —pregunté en voz baja, tratando de no alterar el ambiente.

—Ya voy para allá —dijo Alan, su tono frío e irritante al otro lado de la línea. —Me quedaré en la casa un tiempo. Fede me dijo que estará fuera dos meses en Uruguay y que podía quedarme temporalmente. Así que, sí, viviremos los tres.

No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Fede realmente había aceptado esto? Mi mandíbula se tensó al pensar en la incomodidad que eso traería, no solo para mí, sino principalmente para Vivian. Alan, ese idiota que la había herido tantas veces, ahora iba a estar bajo el mismo techo que ella. Esto no iba a ser fácil.

La llamada terminó abruptamente, y cuando bajé el celular, me di cuenta de que Vivian se había movido de nuevo. Aún dormida, me abrazó un poco más fuerte, como si inconscientemente supiera que algo no estaba bien.

—¿Vivian? —dije en voz baja, mirándola. Vi cómo sus ojos finalmente se abrían lentamente, aunque no decía nada. Parecía querer quedarse en silencio, refugiada en ese momento.

—¿Estás bien? —pregunté, observando su expresión mientras ella asentía ligeramente con la cabeza, sin soltarme del todo.

Algo en su mirada parecía más sereno que la noche anterior, pero cuando vio mi celular en mi mano, sus ojos se fijaron en la pantalla por un instante. Mi corazón se detuvo por un segundo. En mi fondo de pantalla tenía una foto de ella. Era una imagen de hace meses, un momento que había capturado sin que ella lo supiera. Siempre me había gustado esa foto, y tenerla ahí era mi pequeño secreto, algo que nunca había planeado que ella viera.

Pero ahora lo había notado. Me preparé para algún comentario sarcástico, una broma que desviaría el momento, pero en cambio, sonrió suavemente.

—¿Esa soy yo? —preguntó, su voz todavía ronca por el sueño.

—Sí —respondí, sintiendo cómo mi garganta se cerraba ligeramente. —Es una de mis fotos favoritas.

—Me gusta eso —murmuró, y aunque no dijo mucho más, su sonrisa era suficiente para desarmarme.

Decidí no quedarme en ese momento por mucho tiempo. Me levanté de la cama y le indiqué que se preparara para bajar conmigo. Sabía que tenía que decirle sobre Alan, y no iba a ser fácil.

—Vivian, necesito que bajes conmigo —le dije con calma, mientras me colocaba una sudadera.

—¿Por qué? —preguntó, frunciendo ligeramente el ceño, su voz ahora más alerta.

—Alan está aquí. Viene a quedarse unos meses —solté de golpe, viendo cómo su expresión cambiaba de inmediato. No dijo nada, pero podía ver la incomodidad reflejada en su rostro.

Cenizas (HER 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora