Cap 8- Carlitos se integra

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26 de Julio

Lukas Pov:

El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando me desperté. Miré a mi alrededor; el silencio en la casa era total. Alan no había hecho ruido al levantarse, lo cual, para ser sincero, me sorprendió. Había sido una noche tensa, cargada de palabras no dichas y miradas que valían más que mil discusiones. Y aunque ya era temprano, mi mente no dejaba de dar vueltas a lo que había sucedido.

Me levanté lentamente, sin hacer mucho ruido, para no despertar a Vivian. Miré hacia su puerta, preguntándome si ella aún estaba dormida. No me atreví a entrar en su habitación de inmediato. Alan ya se había levantado y, como era de esperarse, ni siquiera se dignó a mirarme cuando pasó por el pasillo. Su silencio era más ensordecedor que cualquier palabra.

Fui a la cocina a prepararme un café, solo, en busca de algo que me ayudara a despejar la mente. Aún estaba digiriendo lo que había visto la noche anterior: las marcas en el cuerpo de Vivian, el dolor reflejado en sus ojos, el llanto silencioso que había escuchado cuando me alejé. No pude soportar no haberla defendido más. Algo dentro de mí se rompió al verla así, y el dolor de verla lastimada aún persistía.

Pasaron un par de horas, y Vivian no se había levantado. Decidí ir a su habitación. Al abrir la puerta con suavidad, vi que seguía en la cama, inmóvil. Ella estaba acurrucada bajo las cobijas, la sudadera que le dejé puesta la noche anterior aún sobre su cuerpo. A pesar de todo, parecía estar profundamente dormida, pero su respiración era irregular. Me acerqué a la cama, observándola con más detenimiento.

Sus ojos aún estaban hinchados, los rastros de la noche anterior aún marcados en su rostro. Me detuve por un momento, mirándola, incapaz de dejar de pensar en las cosas que no le había dicho, en las que no había hecho.

Con el corazón pesado, me acerqué a ella, tocando suavemente su mejilla, con la esperanza de no despertarla. Con un suspiro casi imperceptible, tomé un poco de crema y con mucho cuidado empecé a tratar el moretón que Alan le había dejado en el brazo. La vi moverse ligeramente al tocar su piel, pero no se despertó.

Con ese gesto, sentí que al menos de alguna manera podía hacer algo por ella, aunque fuera un pequeño alivio. Salí de la habitación sin hacer ruido, cerrando la puerta suavemente detrás de mí.

Pasaron unos minutos, tal vez una hora, antes de que volviera a subir a su habitación. Al llegar, la encontré diferente. No estaba durmiendo, ni mucho menos descansando. En cambio, estaba sentada en su cama, con la consola de su Nintendo entre las manos. Parecía completamente absorta en el juego, concentrada en la pantalla. Sus cejas estaban fruncidas, su expresión frustrada por no poder ganar. El día, aunque aún frío, la había envuelto en su sudadera, y me dio la impresión de que se había hecho una especie de escudo con ella.

Al verla de esa manera, una mezcla de tristeza y preocupación me invadió. Sabía que algo no estaba bien, y el hecho de que se estuviera refugiendo en un videojuego me preocupaba aún más.

Me acerqué, con pasos lentos, y ella me miró de reojo al escuchar mis pasos. Por un instante, nuestras miradas se encontraron. Un momento breve, pero cargado de significados.

—¿Cómo dormiste? —le pregunté, intentando mantener la calma, aunque mi tono sonaba más preocupado de lo que hubiera querido.

Vivian hizo una pequeña mueca y miró su consola antes de responder.

—Traté de dormir... —dijo, con voz débil, como si las palabras le costaran más de lo que debería.

Me acerqué aún más, acercando mi silla a la cama, y le sonreí con suavidad.

Cenizas (HER 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora