Cap 19- Compras a caballito

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05 de Agosto

Lukas Pov:

Había algo diferente en ella hoy. No era que todo estuviera bien, porque no lo estaba, pero al menos parecía que las nubes negras habían cedido un poco. Su mirada tenía algo más de luz, y cuando me acerqué para avisarle que teníamos que hacer las compras, no protestó tanto como esperaba.

—¿Lista? —pregunté desde la puerta, apoyándome en el marco.

—Lista para no comprar lo que necesitas —respondió, sin mirarme.

—Perfecto. Qué bueno que mantengas nuestras tradiciones.

Ella resopló suavemente y tomó su suéter. Algo me decía que ese suspiro escondía una sonrisa.

En camino al supermercado

El clima estaba fresco, y aunque íbamos en silencio, la sensación era mucho más ligera que la de los días anteriores. A mitad del camino, Vivian se detuvo de golpe.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—No quiero caminar más.

—¿Qué? Pero si ni siquiera hemos llegado.

—Exacto, y ya no quiero caminar. —Se cruzó de brazos como si tuviera todo el derecho del mundo a rendirse a la mitad de la acera.

—Viv, no tenemos tiempo para esto.

—Entonces resuélvelo.

Fruncí el ceño, pero luego sonreí al darme cuenta de lo que estaba sugiriendo.

—¿Hablas en serio?

—Por supuesto.

—Está bien, pero luego no digas que no hago ejercicio por ti.

Me agaché, y ella, sin pensarlo mucho, subió a mi espalda.

—¿Sabes que esto no es cómodo, verdad? —bromeé mientras ajustaba sus piernas.

—Para ti no, para mí está perfecto.

El camino se hizo más lento, pero también más entretenido.

—Oye, ¿te lavaste el cabello? Porque huele raro —soltó, fingiendo una mueca.

—No sé, tal vez es tu perfume barato.

—Qué considerado. Me bajo ahora mismo.

—Ni lo intentes.

En el supermercado

Cuando llegamos, fui directo a buscar un carrito con una mano mientras la sostenía firmemente con la otra.

—Viv, tienes que bajarte ahora.

—No quiero.

—¿Qué?

—No quiero caminar todavía.

Suspiré, resignado.

—Está bien, pero al menos tienes que cargar la lista.

Ella sacó su celular con la lista y lo puso sobre mi cabeza, usando mi pelo como soporte.

—Aquí está.

—¿Y si la pierdo?

—Pues improvisamos.

Puse los ojos en blanco y, empujando el carrito con una mano mientras la cargaba en la espalda, comenzamos a recorrer los pasillos. Ella daba indicaciones desde mi hombro, como si fuera mi copiloto.

—Pasta, a la izquierda. No, esa no, la que tiene tapita azul.

—¿Qué más?

—Leche. Aunque tú no necesitas más calcio. Tienes fuerza de sobra.

Cenizas (HER 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora