Cap 7- Volvemos a los cortes

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Ese mismo día

Lukas Pov:

El aire de la habitación se volvió espeso cuando escuché el golpeteo de unos pasos apresurados en el pasillo. No podía ser. Alan. Era lo último que necesitaba, pero su sombra ya estaba detrás de la puerta. Ni siquiera se molestó en tocar. La puerta se abrió de golpe, y su figura apareció, su rostro enrojecido por la ira.

—A ver, maldita enferma —dijo, como si las palabras fueran dagas—. Lo que pasó antes... eso no ha quedado inconcluso.

Mi cuerpo se tensó. La rabia comenzaba a arder de nuevo en mi pecho. No me importaba si estaba agotado por la pelea anterior, no podía quedarme callado cuando él entraba de esa manera.

Vivian, que había estado callada, se giró hacia él con una mezcla de cansancio y desdén en su rostro. La expresión en sus ojos era de alguien que ya no quería más de eso, pero algo la impulsó a hablar.

—Yo te dije que lo quiero a él —respondió, su voz cargada de determinación.

Alan se rió con desdén, cruzándose de brazos, mirando a Vivian como si la estuviera evaluando.

—¿En serio? —dijo, como si la idea le resultara absurda—. ¿Prefieres a Lukas que a tu propio novio? No me lo puedo creer.

Vivian lo miró fijamente, su postura erguida a pesar de la fatiga.

—No se trata de preferir a alguien, Alan —empezó, sus palabras claras y firmes—. Lukas ha estado conmigo desde el primer día. Él ha sido el único que se ha quedado cada noche, incluso cuando mis alergias me mantienen despierta y no dejan dormir a nadie. Él ha tenido la paciencia de no irse, de ayudarme. Siempre ha sido mi apoyo.

Alan no movió un músculo, pero sus ojos se oscurecieron. Sabía que había algo en sus palabras que lo estaba afectando, pero se recompuso rápidamente.

—Eso no me importa —dijo, casi con desdén—. Lo que me importa es lo que es mío, y tú eres mía.

Las palabras de Alan hicieron que todo se volviera aún más tenso. Una furia indescriptible recorrió mi cuerpo al escuchar esa afirmación, pero no me moví. Era Vivian quien tenía que decidir, y ella ya lo había hecho.

Vivian lo miró de una forma que dejó claro que ya no había vuelta atrás.

—No soy de nadie —dijo, con una calma que me sorprendió, pero también con una seguridad que no podía ignorar.

Alan pareció dar un paso atrás, pero su ego herido lo empujó a dar otro, más fuerte.

—Entonces te vas de esta habitación —dijo, su tono casi inaudible, pero cargado de amenaza—. O te saco yo.

La temperatura de la habitación cambió drásticamente. Vivian respiró profundamente, y por un instante pensé que todo terminaría ahí. Pero ella no iba a ceder.

—No soy propiedad de nadie, Alan —dijo con firmeza, su voz resplandeciendo con la misma fuerza que había mostrado durante todo este tiempo.

Antes de que pudiera reaccionar, Alan dio un paso hacia Vivian y, de forma brusca, la agarró por el brazo, tirando de ella con tal fuerza que ella apenas pudo reaccionar.

—¡Vivian! —grité, saltando de la cama con rapidez.

Mi corazón palpitaba frenéticamente mientras los veía alejarse. Alan jaló a Vivian, arrastrándola hacia la puerta.

—¡Suéltala! —grité, mi voz rota por la furia. Pero Alan no escuchaba.

Corrí tras ellos, mi cuerpo aún cargado con la tensión de la pelea anterior, pero no podía dejarlo. No podía dejar que la arrastrara.

Cenizas (HER 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora