Cap 3- Malditas Alergias

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08 De Julio

Lukas Pov:

La mañana había llegado y, como siempre, el día no perdonaba. Vivian bajó al fin, vistiendo mi sudadera, aunque su rostro no reflejaba más que cansancio. Antes de bajar las escaleras, me preguntó algo que parecía trivial, pero que solo mostraba lo mal que se sentía.

-¿Me veo mal? -su voz era débil, insegura.

Alan respondió sin rodeos.

-Sí.

Yo traté de suavizarlo.

-No es eso... pero sí, te ves mal, Vivian.

Vi la incomodidad en su rostro, pero antes de que pudiera decir algo más, la situación se tornó más seria. Vivian, al intentar dar un paso más, se desplomó. La tomé al vuelo, mis brazos rodeándola para evitar que cayera al suelo.

-¿Pudiste dormir algo? -le pregunté mientras la sostenía.

-No... -me respondió, apenas audible.

No me lo pensé dos veces. La llevamos al hospital.

Alan estaba más callado de lo usual en el coche. Solo resoplaba cada vez que nos deteníamos en un semáforo o cuando tenía que ayudar a Vivian a acomodarse. Entre él y yo, las discusiones empezaron a aflorar durante el camino. Cada uno con su perspectiva, pero ninguno con la razón absoluta. Los intercambios entre nosotros se fueron tornando más tensos, algo que no hacía más que aumentar mi frustración.

Vivian, acostada en el asiento trasero, estaba agotada. No decía nada, solo se acurrucaba mientras respiraba con dificultad. El hospital no tardó mucho en atenderla, y pronto la dejaron bajo observación. Yo me quedé con ella todo el día, pero Alan se alejaba, caminando sin rumbo y con su actitud habitual.

El ambiente entre nosotros era incómodo, pero todo lo que importaba era que Vivian estuviera bien, aunque fuera en ese momento.

La habitación estaba cargada de tensión, el sonido de nuestras voces elevándose a medida que la discusión entre Alan y yo se intensificaba. Vivian estaba en la cama, descansando después de que los médicos la atendieran, pero ninguno de nosotros podía relajarse. El aire era denso, casi palpable. Alan no dejaba de refunfuñar mientras paseaba de un lado a otro.

-¡¿No ves que no tienes que ser tan cruel?! -le grité. Mi paciencia ya había llegado al límite, pero no podía evitarlo. Vivian necesitaba tranquilidad, no esta atmósfera de maldad.

-¿Cruel? Yo solo dije lo que pensaba -respondió Alan con su tono habitual de desdén-. Tú solo estás haciendo un escándalo por algo que ya sabes. Ella está mal, Lukas, y tú no estás ayudando. No me pongas en esa posición.

Lo miré con furia, pero algo en su mirada me hacía cuestionarme si realmente había algo más detrás de su actitud. Me era difícil entender por qué lo hacía, por qué se empeñaba en no ayudarnos, en no ser parte de la solución.

-No entiendes nada -murmuré, más para mí que para él. -Solo te importa lo que pasa contigo. ¿Y Vivian? ¿De verdad crees que solo le hacemos daño?

Alan se detuvo, observándome como si no entendiera por qué me importaba tanto, como si mis palabras fueran simplemente una molestia.

-¿De qué estás hablando? Si no fuera por mí, esta casa no se mantendría en pie. No me vengas con eso de "ayudar", que todos estamos metidos en lo mismo.

En ese momento, la incomodidad aumentó aún más. Cada palabra nos separaba más, y aunque había una parte de mí que quería hacerle entender, otra parte solo quería callar y dejarlo ir. Pero no podía. No podía soportar ver cómo Vivian se desmoronaba y él solo la ignoraba.

Cenizas (HER 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora