Cap 9- Dia de malas bromas

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27 de Julio

Lukas Pov:

El día había comenzado inusualmente tranquilo. Vivian se levantó temprano, algo raro en ella después de noches tan difíciles. Me sorprendió verla sentada en la mesa de la cocina con Carlitos, riendo y contando chistes. Parecía que el mal rato de la madrugada había quedado atrás.

—¡Lukas, finalmente bajas! —exclamó Carlitos, levantando la mano para chocar los cinco conmigo.

—¿Qué están haciendo tan temprano? —pregunté, rascándome la nuca.

—Tu chica tiene talento para los chistes —me respondió Carlitos con una sonrisa.

—¿Ah, sí? —dije, dirigiéndome a Vivian, que tenía una sonrisa tímida pero sincera en su rostro—. ¿Qué tan buenos son?

—Son malísimos, pero me hacen reír igual —interrumpió Carlitos, ganándose una almohada que Vivian le lanzó desde la silla.

Después de bromear un rato, recordé que Carlitos y yo teníamos que salir. Me acerqué a él y le di una palmada en el hombro.

—Tenemos que irnos, ¿recuerdas? Tenemos que comprar esas cosas importantes antes de que se haga tarde.

Carlitos se levantó, algo desganado.

—Espero que sean compras rápidas. Quiero seguir con los chistes de Vivian.

Me reí, pero internamente estaba preocupado. Mi mirada se desvió hacia Vivian, que ahora jugaba distraída con su Nintendo en el sofá. Sabía que dejarla sola con Alan no era buena idea, pero no podía llevarla con nosotros.

—Volvemos pronto —le dije, asegurándome de que lo escuchara claramente.

Ella solo levantó la mirada y me sonrió.

Las compras no tomaron tanto como esperaba, pero mi mente estaba inquieta durante todo el tiempo. Carlitos, que siempre tenía algo que decir, lo notó.

—¿Estás bien? —preguntó mientras caminábamos hacia la casa con las bolsas.

—Solo espero que Alan no haya intentado nada —respondí, más para mí mismo que para él.

—Tranquilo. No puede hacer tanto daño en tan poco tiempo.

No respondí, pero mi pecho se apretó con el presentimiento de que algo no estaba bien.

Cuando llegamos a la casa, un silencio inquietante nos recibió. No se escuchaba ni la música de Vivian ni los pasos usuales de Alan.

—Esto es raro —dijo Carlitos, mirando a su alrededor.

Avanzamos unos pasos más, y entonces lo escuché.

—¡Alan, suéltame, por favor! —El grito de Vivian me heló la sangre.

Solté las bolsas y corrí hacia las escaleras, con Carlitos siguiéndome de cerca.

Cuando abrí la puerta de su habitación, la escena que vi me hizo hervir la sangre. Alan sostenía un encendedor en una mano y un pedazo de papel humeante en la otra. Vivian estaba al borde de las lágrimas, tratando de arrebatarle el papel.

—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —grité, mi voz llena de furia.

Alan se giró hacia mí con una sonrisa burlona.

—Solo era una broma, tranquilo. Quemé esta, pero la verdadera está a salvo.

Mi mirada pasó de Alan a Vivian, quien estaba al borde de un colapso. Reconocí el pedazo de papel inmediatamente: era la foto de Marte, su perro. La única que tenía.

Cenizas (HER 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora