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Abigail

- Estirad los pies, no quiero volver a repetirlo – la voz de la profesora resuena por toda la sala, por encima de la música mientras se pasea por esta revisando como hacemos el ejercicio de barra – apretad el abdomen y los glúteos, rodillas estiradas – nos repite una y otra vez mientras nos mira con su típica superioridad – como sigáis así os vais a quedar tres horas más, hasta que os salga perfecto.

Siento como una gota de sudor me resbala por la espalda mientras intento mantener la postura, mantengo el brazo de la segunda en la posición correcta y estiro los dedos de los pies de una manera sobrehumana; desde que volvimos de la competición Madame Clarisse me mete mucha más presión que antes, se ha vuelto más dura y no me quita el ojo de encima. Me ha costado más de lo que pensaba hablar con alumnos de cursos inferiores para conseguirlos como testigos en contra de nuestra profesora sin que ella se entere, pero de momento he encontrado a 3 que están dispuestos ha testificar, solo me queda convencer a Maya, que hasta el momento es la más perjudicada que he podido encontrar, ella va a ser clave en todo este asunto.

- Señorita Waldorf – su voz me saca de mis pensamientos y el sudor se me hiela al darme cuenta de lo cerca que la tengo – está distraída, hemos terminado ese ejercicio hace dos minutos, ¿acaso hay algo más importante que la clase ahora mismo?

La verdad es que si, el juicio que vamos a realizar contra ella, pero está claro que eso no voy a decírselo, debo recordar las palabras de Mariola por mucho que tenga ganas de estamparle una de las puntas en la cara; debe pensar en todo momento que va ganando, que lo tiene todo bajo control, es de la única forma en que vamos a poder pillarla.

Un murmullo empieza a resonar por la clase mientras los demás se miran entre ellos y antes de que pueda responder a Madame Clarisse una voz suave y débil habla desde la puerta robando toda la atención y dejándonos sorprendidos a todos. Maya está de pie en la puerta de la clase, vestida con la ropa de ballet y su bolsa colgada en el hombro, su cara está completamente blanca y tiene las ojeras bastante marcadas. No la había visto desde que acabó en el hospital, pero no creo que sea buena idea que vuelva ya a las clases, y menos conforme están las cosas ahora de tensas. Pero al mismo tiempo puede que esto sea una buena señal, puede que este recuperándose correctamente y además, esto me va a permitir hablar con ella sobre el tema; estoy segura de que también querrá justicia.

- Vaya vaya vaya – la voz de Madame Clarisse es dura y sarcástica, se cruza de brazos mientras mira a Maya con una sonrisa de superioridad – mirad quien ha decidido volver de nuevo a las clases

Todos nos quedamos en silencio, realmente sorprendidos por la frialdad de las palabras de nuestra profesora, todos aquí sabíamos lo que había ocurrido, incluida ella, y es de ser una arpía realmente desalmada lo que acaba de decir.

- Más te vale haber seguido con la dieta establecida Maya, ninguna excusa me va a valer si no cabes en el maillot – se acerca a Maya quien la mira desafiante, pero incluso desde el final de la clase puedo ver las lágrimas en sus ojos, amenazando con salir en cualquier momento – fíjate en como te aprieta por este lado, si sigues así no vas a llegar a nada, y con todas las clases que te has perdido junto con la competición, tu misma te has arruinado la posibilidad de tener un futuro, no se ni para que te has molestado en venir, eres un desperdicio querida – las lágrimas se salen por fin de los ojos pero no dice nada, solo se la queda mirando y yo siento que la sangre me hierve por dentro – lo mejor será que desaparezcas de mi vista.

Maya no lo soporta más y se marcha corriendo por el pasillo, Madame Clarisse se gira triunfante hacia nosotros y la miro con desaprobación, ¿Quién se cree que es? Ella ha sido la causante de todo lo que le ha pasado a la pobre Maya y encima aun se cree con el derecho de echarla de clase. Me cuesta unos segundos poder reaccionar, todavía en shock por las palabras tan duras que le ha dicho, pero no pienso permitir que la hunda todavía más, y mucho menos cuando parece que quiere salir del pozo donde había caído.

- ¿Pero quien se cree usted que es para echarla de esa manera? – las palabras salen a borbotones de mi boca mientras la sangre me hierbe, ni si quiera puedo pensar con claridad ahora mismo, estoy demasiado cabreada e indignada.

- ¿Disculpa? – me mira incrédula, al igual que el resto de la clase – soy la profesora, quien decide si alguien se queda aquí o se marcha, y si no cierra la boca señorita Waldorf usted será la siguiente en abandonar esta clase y esta universidad, y me da igual quien sea su madre, su padre o su suegro, ¿queda claro?

Me deja sin palabras son lo que me ha dicho, se que estaba al corriente de que salgo con Alex y de quien es su padre, pero no esperaba que lo metiese en una conversación tan seria y delante de toda la clase. La conversación se termina en seco en ese momento, no puedo arriesgarme a que me eche, si lo hace me quedo sin la opción de encontrar a más testigos; además de que no pienso permitir que arruine mi futuro solo porque ella quiera salirse con la suya, pienso destruirla y ahora más que nunca, aunque sea lo último que haga.

La clase termina dos horas después, agotada física y mentalmente salgo de allí para ir al vestuario a ducharme y cambiarme, cuando estoy lista decido ir a buscar a Alex, quien debe estar acabando su entrenamiento. Quiero contarle lo que ha pasado con Maya y que se lo diga a Summer, puede que no nos llevemos bien, pero el bienestar de Maya es mucho más importante que una riña estúpida.

Me espero en las gradas hasta que el equipo termina y pronto una sombra aparece sobre mi, sonrío al ver a mi chico y me levanto para besarlo.

- ¿Qué haces aquí cisne? – bajo las escaleras a su lado mientras vamos a por su bolsa y después ponemos rumbo fuera de la pista

- Tenemos que hablar

- Dios, que mal suena eso Abby, no me asustes

- No tranquilo – le digo riendo y acariciando su mejilla – es sobre Maya y todo ese tema, pero aquí no, pueden escucharnos

- Vale, espérame en el coche en 10 minutos estoy ahí y vamos a mi casa – asiento y me da sus llaves del coche, a lo que lo miro confundida – es para que entres dentro, no quiero que te enfríes

- Gracias – le doy otro beso y mientras él va al vestuario para ducharse y cambiarse, yo pongo rumbo al aparcamiento para meterme en su coche y esperarlo.

Literalmente 10 minutos después Alex entra por la puerta sonriendo, arranca el coche y se pone a conducir dirección hacia su casa, pone algo de música en la radio, pero sin darle demasiada voz para que podamos hablar tranquilamente.

- ¿Qué ha pasado con Maya? – me pregunta con cierta preocupación en su voz

- Hoy ha vuelto a clase – me mira por unos segundos sonriendo, pero niego con la cabeza y bajando la mirada– Madame Clarisse no la ha dejado entrar, se ha pasado con ella y se ha ido llorando, yo quería ir tras ella, pero me ha amenazado también delante de todos y... no he podido

- Por dios... Mi cisne no te culpes por favor, tu futuro también es importante, no podías ir tras ella, lo que hay que hacer es acabar de una vez por todas con esa sargento que tenéis por profesora – me dice serio poniendo una mano en mi pierna

- Me gustaría hablar con Summer, se que no me traga y desde que salimos juntos de manera oficial es todavía peor, pero esto... esto es realmente serio Alex, sé que contigo también está fría y distante, y no te lo pediría si de verdad no fuera importante...

- Estate tranquila ¿vale? Últimamente parece estar más relajada, y si se trata de Maya creo que estará por la labor de colaborar, está muy enamorada de ella, cuando lleguemos a casa iré a buscarla, ¿sí?

- Gracias Alex, realmente me preocupa la situación – asiente con la cabeza mientras me mira, demostrándome que lo sabe y que a él también le preocupa – solo quiero asegurarme de que Maya está bien.

Entre RedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora