Capítulo 7 - Miradas y Contradicciones

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Sofía estaba en la terraza cuando los vio pasar y como lo había hecho antes, sus ojos fueron directamente hacia el vaquero que iba de camino hacia a su camioneta, se acercó a ella y abrió la puerta, en cuanto ella observaba atenta cada uno de sus movimientos, vio que él se detuvo con la mano encima de la puerta abierta y se volvió, clavando su mirada en ella y como siempre le fue incapaz de liberarse de sus ojos.

Sin esperar, sintió un par de manos en sus hombros y se sorprendió un poco, cuando se dio la vuelta y vio que era Leonardo.

"¿Estás bien? ¿Qué estás haciendo aquí sola?"

"No, no me siento bien, yo sólo vine a buscar un poco de aire"

"No te demores, todavía tenemos invitados en la casa"

"Ok, ya voy"

Lo último que quería hacer era entrar en la casa y tener que aguantar a los señores prominentes de la alta de sociedad de Houston, junto con sus mujeres inútiles que no tenían nada mejor que hacer que hablar de las vidas ajenas.

Pensando en eso decidió ir a ver a la yegua Claro de Luna que estaba a punto de dar a luz a un pequeño potrillo, eso la iba distraer un poco y solo Dios sabía cuanto necesitaba pensar en algo más además de sus problemas .

Cuando volvió a mirar al lugar donde estaba la camioneta roja, vio que ya no estaba, dejó escapar el aliento que había retenido inconscientemente y se dirigió a los establos.

Arturo vio cuando el hombre se acercó por detrás de ella y le abrazó los hombros con intimidad, pero ella se asustó e hizo una moción para rechazar su toque.

Se preguntó quién podría ser, un amigo cercano, un novio, bueno, eso no era su problema, pero fue algo curioso, pues sintió una aversión instantánea hacia él y no quería ni preguntarse por qué.

Estaban en camino a la orilla del Rio San Jacinto pues Fernández había llamado pidiendo que fueran allí porque harían la reconstrucción forense de la muerte de Alma.

Después de la reconstitución, estaban agotados, había sido un día duro y largo.

Samuel y Flavio se retiraron a sus habitaciones a descansar, pero Arturo se sentó en su silla preferida en la sala y aunque estaba muy cansado, él sabía que no iba conciliar el sueño, pues además de la muerte de Alma, de sus problemas financieros, ahora tenía una mujer con pelo ondulado y dulces ojos castaños en la cabeza y no podía borrarla de su mente por más que lo intentase.

Al día siguiente

Arturo estaba sentado en la mesa de la cocina y miraba por décima vez el papel que tenía en sus manos, acababa de recibir un aviso de desalojo definitivo del banco, ya que habían ejecutado la deuda y ahora tenía un par de días para salir, tendrían que ubicar otro lugar para vivir y dejar el rancho hasta el próximo fin de semana.

Esperó a sus hermanos que tomasen el desayuno y se fueron al Rancho Del Junco. Arturo no deseaba volver a ese rancho, pero no tenía de otra, quería saber más acerca de la muerte de Alma y estar en el rancho era la mejor manera que tendría para eso, y además había hecho una promesa y pensaba cumplirla.

Al llegar al rancho se acercó a la entrada de la casa y vio que las tres hermanas estaban hablando y se detuvieron en el momento en que los vieron acercarse.

Sofía se adelantó y ya les fue hablando:

"¿Ustedes aquí de nuevo? Nosotras no vamos a tolerar ninguna insolencia por parte de ustedes, ¿entendieron? Somos personas decentes y no nos gustan los escándalos. ¿Díganme de una vez a que vienen?"

"Mire señora, aquí nadie vino con la intención de hacer ningún escándalo, es usted que nos está hablando de forma agresiva." - dijo Samuel.

"Vinimos sólo para hacer nuestro trabajo, somos los trabajadores de la nueva casa que construirán" - dijo Flavio.

"Y si no hay nadie aquí que nos pueda recibir con educación mejor nos vamos y luego hablamos" - Arturo completó.

"Oye, quién te crees que eres para hablar así de nosotras ¿eh?"- preguntó Sofía.

"Soy un hombre que no acepta ser humillado por nadie, ni siquiera por usted, señorita" - dijo mirándola.

Sofía abrió la boca para responder cuando Soledad llegó con una pila de papel en sus manos.

"Sofía! Sofía! Voy a atenderlos, ya los estaba esperando... vengan conmigo muchachos"

Una vez dicho esto Soledad se adelantó y marchó para el cuarto de los empleados siendo seguida por los tres y cuando llegaron, ella les entregó los proyectos que habían sido requeridos al ingeniero para la nueva casa de Sofía y Leonardo.

Después de que Soledad pasó toda la información para ellos, Arturo y sus hermanos fueron al terreno donde se iba a construir la casa.

El primer día fue sólo para reconocer el lugar, tomar algunas medidas y hacer el cálculo aproximado del material que iban de necesitar para empezar la obra, pero él sabía que también iban necesitar la ayuda de alguien que sabía más de construcción porque ellos entendían muy poco ese tipo de trabajo.

Mi madre es la culpable de dicha construcción - pensó Sofía - la construcción de un nuevo hogar en el rancho, era su idea, pues creía que los dos, Leonardo y ella, tendrían la privacidad necesaria para resolver los problemas que estaban teniendo en el matrimonio, pero Sofía sabía que su matrimonio estaba más allá de la reparación, incluso anoche habían tenido una gran pelea y ahora Leonardo estaba durmiendo en la habitación de invitados.

Las peleas entre ellos iniciaron como las de cualquier matrimonio, pero Sofía había seguido con miedo hacia los hombres y eso hizo que las peleas ocurrieran con mayor frecuencia pues no quería que el la tocase y aparte de eso algunas veces Leonardo la sometía a la fuerza a sus deseos, sin embargo ella se sentía sucia cuando esto ocurría, pero ya habían pasado meses desde que no tenían intimidades, que para ella era un alivio y casi una tortura, al mismo tiempo, pues siempre se sentía tensa por tener que esquivarse de su marido.

- ¿Qué tipo de vida era esa que llevaba? ¿Eso iba hacer toda su vida? ¿La infelicidad? ¿Nunca tendría derecho a la felicidad al lado de alguien que realmente amase? El futuro que la esperaba le veía triste y sombrío, estaba atrapada en esa situación y no sabía cómo salir. Ya estaba tan emocionalmente agotada que acabó creyendo que el amor no era para ella. Lo peor es que cuando trataba de rebelarse, su madre siempre la contenía diciendo que tenía la obligación de honrar el nombre de la familia y se sentía oprimida por todos lados, sólo se sentía bien cuando estaba haciendo su trabajo como veterinaria del rancho, amaba los animales y lo que más le gustaba era estar cerca de ellos.

Pero ahora había alguien por quien no sentía repulsión ni rechazo, y no le hacía recordar el abuso que le había sucedido, al revés, le gusto sentir su toque y su beso, el beso, ¡ah! - Al acordarse del beso Sofía tocó ligeramente su labio inferior y era como si todavía pudiera sentir el sabor de su boca, aún podía recordar las emociones que le causaron cuando se besaron y se preguntó por enésima vez lo que le estaba sucediendo. Una cosa que tenía como cierta era que ella debía permanecer lejos de él, por mucho que había disfrutado de su toque, aquel beso no podía suceder de nuevo, pues ella era una mujer casada y él no pasaba de un obrero muy insolente y eso, no le gustaba para nada.

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