Arturo
Desde lo alto de su caballo alazán, Arturo observaba el ganado pastando en los campos del rancho que él y sus hermanos heredaron tras la muerte de sus padres. Dejó escapar un suspiro de nostalgia al recordar cuando estaban vivos y cuando permanecían en aquellas tierras, despreocupados, con Flavio, Samuel y su hermana menor, Alma, su princesa, como él la llamaba. Ella con tan solo ocho años cuando ocurrió la tragedia. Hasta este punto todavía todo era un misterio, nadie sabía a ciencia cierta de lo que pudo haber causado el trágico y misterioso accidente, que hizo que Arturo, de un momento a otro, fuera obligado a hacerse cargo por sí solo de sus hermanos y del rancho, una tarea muy grande para un joven de sólo 20 años.
El Capitán Fernández, un policía amigo de muchos años de sus padres, a quien consideran como a un tío, investigó el caso sin descanso pero no pudo obtener ninguna respuesta y juró sobre la tumba de sus amigos muertos que no descansaría hasta aclarar todo lo sucedido.
Arturo suspiró de nuevo al recordar que estaba a punto de perder todo lo que sus padres habían luchado para levantar aquel rancho, fue entonces que tuvo que hipotecar las tierras para poder costear los estudios de sus hermanos pero fueron tantos los gastos que ahora estaba fallando en cumplir con las obligaciones con el banco y esa situación le molestaba terriblemente, porque se sentía como si hubiera fracasado en la gestión de la hacienda y el cuidado de sus hermanos.
Estaba plenamente consciente que había hecho todo lo posible para seguir adelante pero después de 10 años, el rancho no había dejado nada de ganancias y por más que trabajaba de sol a sol y hasta vendiera, con gran sacrificio los caballos del rancho, su gran pasión, nada de eso le alcanzaba para pagar todo lo que debía. Se sentía agobiado ya que desde niño había aprendido a hacer frente a los animales y el trabajo duro de la tierra, era un ranchero en cuerpo y alma, eso era su vida y no sabía qué hacer si lo perdiera todo. Un escalofrío le recorrió la espalda, el miedo a lo que el futuro tenía reservado para ellos, lo estaba poniendo intranquilo, pero no podía permitirse darse el lujo de desfallecer, porque su familia todavía dependía de su fuerza y liderazgo. Como el hermano mayor, era su responsabilidad mantener a la familia unida como lo hubieran deseado sus padres.
Pensó en Alma y una sonrisa suavizó su rostro duro, la había enseñado a montar desde niña y ahora con 18 años ella era una campeona de rodeo. Ya había ganado varias medallas y trofeos, era la niña de sus ojos, la luz de sus días, el tesoro de su corazón.Tocó ligeramente el ala del sombrero blanco que siempre llevaba en la cabeza cuando escuchó un fuerte mugido de una de las reses. Se volvió hacia este y vio que el animal había caído en una pequeña inclinación en la tierra y no fue capaz de salir sola.Dando un toque en las riendas, el caballo se volvió y se dirigió hacia el animal en problemas. Agarrando una cuerda que siempre tenía a lo largo de su silla de montar, en bucle sobre su cabeza y lo arrojó al cuello de la res, haciendo que el caballo la tirara de su prisión con relativa facilidad. Entonces el animal estaba libre y se fue a reunirse con sus compañeros de pastoreo, tranquilamente.
Luego de resolver esto, se dirigió a la casa porque tenía que asistir a una competición en la que participaría Alma y no podía llegar tarde.Volviéndose hacia los establos, ahora tristemente vacíos, Arturo galopó su caballo dejando el viento cálido golpear en su rostro, sintiendo una vez más el sabor de la libertad.
"Flavio! Samuel! ¿Dónde están?" - Arturo llamó en el momento en que entró en la casa.
"Arturo, estamos aquí, ¿qué pasó?" - Dijo Samuel bajando por las escaleras acompañado por Flavio.
"Tenemos que ir a la ciudad, ¿se olvidaron de la carrera de Alma? Ya vamos tarde." - El habló.
"No lo olvidamos, sólo estábamos esperando por ti, ya estamos listos." - Dijo Flavio.
"Así que no me quiero perder ni un minuto de la presentación y Alma se quedará ansiosa si no alcanzamos a llegar a tiempo." - Dijo Arturo recogiendo las llaves de la camioneta en la mesa de la sala y saliendo rápidamente.
Ya en el camino, Flavio y Samuel se miraron el uno al otro cuando Arturo aceleró la camioneta bruscamente:
"Calma Arturo, vas demasiado rápido, tenemos que llegar en una sola pieza !!" - reclamó Flavio.
"¿Que pasó Arturo? Te ves preocupado..." -le preguntó Samuel.
Arturo levantó el pie del acelerador, respiró hondo y se calmó, no quería dejar a sus hermanos preocupados y no diría nada todavía acerca de la mala situación financiera del rancho, entonces respondió: "No te preocupes, todo está bien... sólo que no quiero llegar tarde, eso es todo."
Media hora más tarde llegaron al sitio de rodeo, justo a tiempo para ver a Alma empezar su presentación.Como siempre Alma fue impecable, firme y segura y cuando nombraron el nombre del ganador del torneo, fue el de ella a quien anunciaron: "La ganadora es Alma Gallardo!!" - cuando escucharán el presentador hablar el nombre del ganador, el público exploto en aplausos y Arturo orgulloso, hinchó el pecho y sus ojos brillaron cuando vio a su princesa conseguir la copa de campeona.Alma se acercó a los hermanos y se abrazaron con fuerza, feliz por otra conquista.
"Llegué a pensar que no habían llegado" - dijo Alma sonriente.
"Imagínate, ¿pensabas que íbamos a perder la presentación de nuestra hermanita? Jamás!!" - Dijo Samuel contento.
Feliz de tener a sus hermanos a su lado, Alma fue hasta Arturo:
"A mi hermano mayor que me enseñó a montar y que es el hombre que más admiro en este mundo!!" - Dijo entregándole el trofeo. Arturo sonrió, recogió el trofeo y la abrazó con fuerza.
"Gracias por las palabras y el gesto, lo acepto porque sé que es desde tu corazón y siempre, recuérdate, que te quiero más que a mi propia vida, mi princesa!" - Él dijo emocionado.
Los cuatro hermanos se abrazaron y alguien vino y tomó una foto de esa hermosa escena.
Horas más tarde, Arturo observó cómo Flavio, Samuel y Alma dejaron la arena por la salida lateral. Cuando Arturo estaba a punto de seguirlos, sus ojos se encontraron con los más bellos ojos castaños que hubiera visto, de inmediato sintió su corazón palpitar, su sangre corriendo más rápido por las venas, como si un rayo le hubiese atravesado por el cuerpo y en ese pequeño momento el tiempo se detuvo.
Sofía
Sofía estaba un poco molesta con Irina, su hermana menor, que había insistido mucho que la acompañara a asistir a la competencia de barriles, insistió tanto que no pudo hacer el paseo diario con su yegua Bella, algo que amaba. Se sentía realmente mal por no haberlo hecho ya que ahora Irina se había ido a la multitud después de haber visto a un muchacho conocido del rancho vecino, dejándola entonces sola a Sofía en la arena y lo peor que ni habia mirado la competicíon por estar en busca de ella. Suspirando y de mal humor ya se iba cuando sus ojos se encontraron con un par de hermosos ojos color de miel verdoso, de un vaquero con sombrero blanco. Y se quedaron allí por un momento que pareció durar una eternidad, su cuerpo respondió con un escalofrío en la espalda, una falta repentina del aire y en un instante su corazón estalló en su pecho.
Algo llamó la atención del vaquero y el momento pasó, se rompió la magia, pero fue necesario algunos minutos para que su corazón volviese a latir normalmente de nuevo.
"Dios, ¿qué me está pasando?" - se preguntó en pensamiento, extrañando su reacción física hacía aquel hombre. Era el hombre más guapo que había visto en su vida, con su rostro serio, pero en sus ojos se le hizo menos dura la cara, hasta si pudiera decir que lo tornaba suave y tierno. Era alto, poderosamente construido y la atracción física que sintió le sorprendió, pues desde hace mucho tiempo que no lo sentía, incluso después de aquel abuso a la que había sido víctima en el pasado y hasta ahora la había hecho rechazar cualquier acercamiento de algún hombre.
Se acercó rápidamente a la salida cuando vio a Irina en medio de la multitud, y aumento sus pasos en un intento de llegar a ella, pero uno de los tacones de las botas se prendió en un palo de la cerca de la arena y cuando ya se imaginaba tirada en el piso llena de arena, dos manos morenas y fuertes y la sujetaron por la cintura, evitando su caída y por segunda vez su mirada fue capturada por un profundo par de ojos color de miel verdoso.
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Los Susurradores
FanfictionEn las llanuras abiertas del gran estado de la estrella solitaria nació un amor que va a cuestionar los valores y prejuicios de una das familias más ricas y poderosas del estado. Arturo - Es el mayor de cuatro hermanos, hombre sencillo, honesto y tr...