Capitulo 25 - Descubiertos!

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Arturo tomó la mano de Sofía y la llevó hasta una banca en un rincón del cuarto, la tomo por la cintura y la ayudó a sentarse allí, Sofía apartó las piernas y él se quedó en medio de ellas, sin detener el beso. Sofía puso sus dedos entre su cabello, mientras que Arturo le acariciaba la cintura. Sus corazones latían con fuerza, ya que estaban muy felices por sentir de nuevo el sabor de sus bocas, mientras sus lenguas hacían masajes sensuales, dejando el beso más intenso.

Sin aliento, Arturo abrió la boca y dejó caer besos en el cuello de Sofía, despertando en ella la pasión que siempre le tomaba al sentir sus besos sobre su cuerpo. Aun besándole el cuello, deslizó sus manos de la cintura para abajo, presionando sobre su falda. Sofía se apretó más hacia él y le mordió el lóbulo de la oreja.

Arturo, a veces, le daba pequeñas mordidas en el cuello, lo que la hacía soltar risitas mezcladas con gemidos. Lentamente bajó los tirantes de su blusa, besando su hombro y desnudando sus pechos. Dejó de besarla y se quedó admirando sus pechos redondos y hermosos. Puso las dos manos sobre ellos, acariciándolos lentamente, mirándola gemir mientras echaba la cabeza hacia atrás. Arturo dio una media sonrisa ante la escena y jugó con sus pezones. Sofía, excitada, puso las manos sobre las de él, haciéndole apoderar de sus pechos. Excitado con ese gesto, Arturo dejó escapar un gemido abrumador juntando sus labios de nuevo.

Mientras se besaban Sofía lo ayudó a quitarse la camisa y comenzó a besarle el cuello, bajando cada vez más. Entonces giró la punta de la lengua en su pecho, haciéndolo gemir, abrió su cinturón y le bajó los pantalones junto con su bóxer. Él tiró de ella en un beso lleno de deseo y pasión, y apretó sus nalgas por debajo de la falda, bajando lentamente sus panties, lo que la hizo morderse el labio inferior.

Sofía deslizó sus manos por su espalda, rozándolo con las uñas hasta alcanzar la ingle de él y luego su sexo, con picardía lo rozo sin dejar de mirarlo. Arturo sonrió, porque amaba su atrevimiento, pues no era vulgar. Sofía entonces sintió su erección rozar su muslo, lo que la excitó aún más. Luego, lentamente, ella se acercó más hacia su miembro, haciéndolo que la penétrala y ambos gimieron.

Arturo tomó sus caderas con las dos manos y a cada penetración, Sofía gemía más fuerte, mientras él dejaba escapar gemidos oprimidos a causa de los movimientos. Ella aún se movía lentamente y eso lo torturaba, por eso él se aferró aún más en sus caderas y se movió más rápido. Sofia sonrió por ese hecho y se aferró a él, lo que hizo que él se pusiera de rostro entre sus pechos. Arturo no pensó dos veces y empezó a besarlos. Tenían los ojos cerrados, disfrutando de todo. Él gimió mientras corría su lengua en su cuerpo y ella gimió con los dedos acariciándole el cabello.

Cuando sintió que estaba a punto de correrse, Arturo aumentó el ritmo, moviéndose más rápido, así que ella llegó al clímax, gimiendo y echando la cabeza hacia atrás mientras él le mordía su barbilla.

Cuando sopló dentro de ella, Arturo cerró los ojos con fuerza, llevándola aún más cerca el uno al otro y gimió jadeante, arqueando un poco la cabeza. Sofía también cerró los ojos con fuerza mientras sentía esta última penetración profunda y demorada, lo que la hizo gemir en voz alta y de nuevo tirar la cabeza hacia atrás.

Exhausta y satisfecha, Sofía apoyó la cabeza en su pecho, escuchando el latido rápido del corazón del hombre que amaba.

Estaban totalmente ajenos a todo a su alrededor, sus sentidos puestos en la pasión que sentían y sólo podían pensar en satisfacer sus deseos que ardían como llamas internas, por eso no vieron cuando alguien entró y permaneció allí por unos minutos, mirándolos mientras hacían el amor, y de la misma manera que entró también salió, sin hacer ruido, pero con una mano tapándose la boca y con una mirada de terror por lo que había visto.

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