Capitulo 39 - Derecho amar

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Sofía se despertó primero que Arturo, suspirando como una gata satisfecha, estiró el cuello hacia el reloj que estaba junto a la cama, en la mesa de noche. Vio que aún era temprano, aún faltaban unas horas para el amanecer, y luego llevó la vista para el hombre que dormía a su lado, siempre era tan varonil y fuerte despierto, pero dormido parecía un niño, vulnerable, con el rostro relajado, entonces se quedó mirándolo con ternura y amor por varios minutos, hasta que lo vio moverse y abrir aquellos ojos que le hacía siempre perderse en ellos.

"Hola"- dijo él con una sonrisa y la voz aún ronca por el sueño.

"Hola - respondió ella de la misma manera que él lo hizo.

El despertar con Arturo era como estar en el cielo - pensó Sofía - y era así mismo que se sentía en ese momento, en el cielo, a pesar de que tendrían que hacer frente a toda su familia para defender el amor de los dos, lo que la tenía muy ansiosa, pero todavía tenían tiempo y se acurrucó más cerca de él.

Dios, como si fuera un sueño, ella estaba allí, de verdad en sus brazos - pensó Arturo - la sensación de paz que sentía era indescriptible, estaba consciente de que una tormenta se acercaba, sabía lo que tenía que hacer y que no sería nada fácil, pero con ella a su lado, se sentía capaz de ultrapasar cualquier cosa, pero antes quería disfrutar de su compañía, allí, a solas con ella, prolongar ese momento lo máximo posible, entonces se arrimó hacia ella y le dio un beso de buenos días, luego hizo la pregunta que había postergado anoche, pero necesitaba saberla.

"Sofía, me puedes decir ahora, ¿por qué me ocultaste lo del bebe por tanto tiempo? ¿Qué te impidió decírmelo antes?"

Sofía sabía que tendría que explicar lo que había pasado, luego suspiró y comenzó a hablar:

"Es difícil de explicar, pero te lo voy a decir, mira, es que Leonardo no puede tener hijos, es estéril, pero nadie lo sabe, él sólo me lo dijo a mí, justo antes de nuestra boda y sin embargo yo acepté porque en ese momento parecía que era lo mejor que podía hacer y ya sabes por qué"

"Si... lo que te hizo ese desgraciado..."- dijo él, atento.

"Entonces cuando el médico me dijo que estaba embarazada, ahí mismo en la clínica Leonardo comenzó amenazarme diciendo que si lo dejaba para irme contigo, te mataría y le hacía daño a nuestro hijo también"- concluyó Sofía, sintiendo un escalofrío solo de recordarlo.

"Por eso te trataba peor que antes, porque sabía que no era su hijo - Arturo concluyó.

"Sí, yo no podía decirte nada por miedo, pero la situación se hizo insoportable, no podía soportar la presión. Leonardo me perseguía todo el tiempo obsesionado en saber quién era el padre del bebe y yo tampoco aguantaba quedarme lejos de ti, contigo pensando lo peor de mí, que te había traicionado, mi amor, esa fue la peor parte, mantenerme apartada de ti para protegerte y proteger a nuestro hijo, todo me estaba matando... por favor, perdóname"

"Ah chaparrita, yo sé que ese malnacido siempre usa el chantaje para mantenerte a su lado, todavía no puedo perdonarme por no haberlo descubierto por mí mismo, aunque siempre había sospechado, pero al mismo tiempo había algo, que me volvía loco, pero créeme que en lo profundo de mi corazón yo sentía que era mi hijo, que no podrías haberme engañado, me negaba a aceptar eso ... "- Arturo confesó - y nadie me va a matar, yo sé cómo defenderme, principalmente de gente como él, soy yo el que va a acabar con ese perro "- añadió, molesto.

"No, por favor, Arturo, no quiero que hagas eso, vamos a resolverlo sin violencia, ¿sí?" - preguntó con miedo de lo que podría suceder si los dos llegasen a pelear.

"No puedo garantizarte nada Sofía, pero voy a intentarlo" - el capituló - pero escúchame bien, mientras estés a mi lado no voy a dejar que nada te pase a ti ni a nuestro hijo, los defenderé con mi vida - prometió.

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