Capitulo 24 - Una fiebre llamada maravilla

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"Hasta la persona que menos lo esperas puede traicionarte y más aún si hay dinero de por medio" - dijo Cayetana a Sofía - "Y yo no entiendo cómo puedes dar tanta confianza a esos trabajadores"

"Lo que no entiendo es cómo fuiste capaz de decir aquellas atrocidades a Arturo mamá"

"Aquel hombre te estaba abrazando!"

"¿Y qué? ¿Qué tiene eso de malo? ¿No te diste cuenta que estaba pasando por una desgracia?"

"Lo que sé es que ellos se han ganado la simpatía de tu abuelo y no voy a permitir que hagan con mis hijas lo que quieran, eso podría traernos muchos problemas"

"El único problema aquí es Leonardo y no descansaré hasta que lo saque de mi vida"

"Sofía, no te olvides que sigues siendo una mujer casada, no voy a permitir que hagas nada que falte el respeto de esta casa, recuerda que eres un ejemplo para tus hermanas"

En ese momento Sofía decidió que ya había escuchado lo suficiente y salió de la oficina, si su madre pensaba que si hablando la iba a manipular pues estaba muy equivocada.

Sofía subió a su habitación y ya estaba lista para acostarse cuando la criada vino a traerle un té que ella de pronto se lo tomó y poco tiempo después se sintió como atontada, mareada y en minutos vio que Leonardo entraba algo borroso.

"Leonardo, sal de aquí" - dijo algo ida

Sin hacerle caso, el se acercó a la cama.

"Eres tan hermosa"

"¿Tengo que recordarte lo que te dije la última vez que has intentado atacarme? Me voy a defender de nuevo, vete!"

Como si ella no hubiera dicho nada, el continuó caminando hasta la cama, se quitó el saco e insistió en decirle que no se cansaría de tratar de seducirla y la hizo tumbarse en la cama quedándose encima de ella y comenzando a besarla

"Leonardo, sal, no quiero, de verdad, no me siento bien, ¿qué me hiciste? Déjame en paz!"

Él siguió imponiéndose a ella cuando oyó la voz de Don Felipe que había entrado en la habitación:

"Leonardo! Déjala!" - Le ordenó.

Leonardo entonces se levantó de la cama y con enojo salió de la habitación, mientras Sofía se quedó en la cama gimiendo pues se sentía mal.

El abuelo se quedó cuidando de ella, hasta que por fin se quedó dormida. Segundos después el celular sonó y Don Felipe lo contestó, era Arturo quién llamaba.

"Sí, aquí el General Felipe Belmonte"

"Sí, ¿Don Felipe? Aquí es Arturo, perdón por la hora, es que tengo que comprar algunos materiales y necesitaba hablar con la señora Sofía para saber si puedo hacerlo mañana."

"Pues hijo, lo siento, pero Sofía están durmiendo, no se siente bien"

"¿Pasó algo?" - Preguntó Arturo preocupado.

"Lo de siempre, pero ahora está mejorando, le digo de los materiales y que la llamaste"

"Gracias Don Felipe y perdón por la hora" - si despidió Arturo - "Si le hiciste algo, me las vas a pagar Montalvo" - completo para sí mismo.

Siguiente día - Rancho del Junco.

Sofía estaba terminando de cambiarse cuando Don Felipe le habló:

"Sofía, ayer por la noche cuando te cuidaba me di cuenta que estabas muy rara"

"Sí abuelo, no sé lo que pasó, me sentí como que atontada, quizá Leonardo me dio algo, pero no sé cómo lo hizo, sólo recuerdo que me tomé un té que Roció me dio"

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