Capítulo treinta y siete

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Pasadas dos semanas, desde haber corrido de su apartamento a Pooh, Pavel todavía se sentía intranquilo y molesto pues cada vez que regresó a casa, temió que este le estuviera esperando en el portal o apareciera en su puerta de nuevo, con el único propósito de volver a intentar convencerle de ser follamigos.

En ese tiempo, el desanimado veinteañero había siguido con sus estudios y sus múltiples hobbies, aunque sin el entusiasmo y la amplia sonrisa que le caracterizaban.

En ese tiempo, el desanimado veinteañero había siguido con sus estudios y sus múltiples hobbies, aunque sin el entusiasmo y la amplia sonrisa que le caracterizaban

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Incluso no tuvo ánimo de salir a divertirse y buscarse nuevos compañeros de cama, preocupando bastante a su mejor amigo y al resto de chicos del grupo.

Por su contra, Earth estuvo más que feliz y aliviado de que su hijo dejase de trasnochar y beber, así como ya no tomarse la vida a la ligera y centrarse en la universidad.

Lyn también estuvo satisfecha, más que nada por la salud de su esposo, aunque en el fondo intuía que ese cambio tenía nombre propio y ese era Pavel Phoom.

Le daba pesar verlo tan callado y devastado pero en verdad no sabía cómo abordar el tema con el veinteañero, a pesar de que habían limado asperezas y se trataban con más cercanía, ya que no quería que lo tomase como una invasión de su privacidad y se volviera a alejar.

Entretanto, un día señalado en el calendario se llegó, siendo este el cumpleaños de la mujer, la cual esperó pacientemente que su hijo biológico la llamase para felicitarla o que apareciera por la puerta de la mansión, con intención de darle un abrazo y un beso.

Desde que este se había mudado, Lyn lo había llamado varias veces e incluso le había dejado mensajes de voz y muy pocas veces el aprendiz de cocinero le había devuelto la llamada, aún así seguía preocupándose por el y lo tenía cada día en su pensamiento.

En la noche, Lyn regresó a casa y abrazó a su esposo, el cual lo esperaba con un banquete para celebrar juntos y darle la pulsera que le había comprado como presente.

Pooh se unió a la cena e incluso la felicitó con un fuerte abrazo, a lo que esta derramó varias lágrimas de emoción, sin embargo su tristeza por el olvido de su hijo, era demasiado evidente.

Al término de la cena, Pooh bastante molesto decidió ir al restaurante dónde había escuchado que Pon trabajaba y recriminarle el no felicitar a su madre.

Tras llegar al aparcamiento del local y ver el alto número de coches en este, caminó hasta la puerta sin saber muy bien qué haría, si el jefe del más bajo no le dejaba acercarse a su empleado, en pleno auje del servicio de cenas.

Tras soltar un profundo resoplido, mientras recordaba la tristeza en el rostro de su madratra, abrió la puerta del restaurante y a continuación entró.

...-Oh joder- susurró al ver las decenas de personas que estaban repartidas en las cincuenta mesas que había.

Finalmente y notando las múltiples miradas de los presentes, prosiguió su camino hasta la barra.

9. Buen chico -PoohPavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora