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Después de salir huyendo como tonta de la cafetería, trate de ir lo más rápido posible a mi casillero, tomar mis libros e ir a mi siguiente clase. Me sentía muy mal por como reaccioné, pero Maggy tenía que tener bien en cuenta la manera en la que iba a reaccionar. Yo no cambio de un día a otro, y menos solo porque alguien lo quiera así.

- Al, ¿me puedes explicar qué fue lo que pasó allá?- me pregunto Maggy, la parte delantera de su pie rebotaba en el piso una y otra vez, me miraba decepcionada, y no sabía qué responder. A veces Maggy me recordaba a mamá.

-Amm, ¿te refieres a lo que pasó en la cafetería?- dije agachando la cabeza. Nunca he podido desafiar a nadie, y en estos momentos me maldecía a mí misma por no poder hacerlo. Aunque nunca contradeciría a Maggy, ella da miedo cuando quiere tener la razón.

- No, Alaya, en la pizzería frente a tu casa. Es obvio que me refiero a la cafetería- dijo Maggy sarcásticamente. Enfrente de mi casa no hay ninguna pizzería.

- Maggy de verdad lo siento, pero tú sabes cómo reacciono cuando conozco a alguien nuevo. Simplemente no puedo hablar, me siento siempre atacada. No puedes esperar que reaccione de otra forma, tú más que nadie me conoce. Por eso te pido y te repito no vuelvas a hacer eso por favor, no me siento cómoda.

-Al, eres mi amiga y te quiero un montón, te considero una hermana. No quiero que tu último año en la escuela sea aburrido y quiero que conozcas gente nueva, tienes que crear historias para contarle tus nietos. Además ¿no te cansas solo de estar conmigo?- dijo Maggy. Quería disfrutar mi último año, pero los amigos no son necesario para hacerlo. Con Maggy me bastaba y hasta me sobraba. Ella era la mejor.

- Tienes razón Maggy trataré, pero a mi modo. Lento. Además no creo que lo intentare mucho. Me basta contigo- dije sonriendo. Maggy simplemente rodo los ojos sabiendo que había perdido. De nuevo.

-Te quiero mucho Al- dijo Maggy, y me dio un gran y fuerte abrazo.

***

Después de esa plática cada una se fue a su salón de clases. A mí me tocaba inglés con el señor Castro. Esa clase también tengo que recibirla con la peor persona que yo haya conocido en toda la faz de la Tierra. Tal vez estaba exagerado un poco, pero ella era la chica más arrogante y egocentrista de esta escuela, y para colmo no encuentra a nadie, a parte de su círculo de amigos, suficiente para su respeto y últimamente tenía un ojo en mí. Eso significaba hacerme la vida imposible.

Me apresure para poder llegar antes que ella al salón y evitar problemas o discusiones, pero al parecer hoy no fue mi día de suerte, ya que allí estaba Mullins Keller, era una chica alta, súper delgada de cabello rubio y ondulado, y unos ojos grisáceos. Tenía dos sombras, perdón dos amigas, una se llamada Nathalia que era igual que Mullins solo que con el cabello negro y ojos azules, y Britany que estaba teñida de rubio y sus ojos eran café chocolate. Entré al salón para tomar asiento pero Mullins y su séquito estaban estorbando el paso.

-Hola, disculpen chicas pero me dan permiso, necesito pasar a mi escritorio- dije con la cabeza agachada, temía que me dijeran algo. Y en estos momentos no estaba de humor para sus estúpidos juegos.

- Oyeron algo, parece que una mosca y está zumbando- dijo Mullins poniendo los ojos en blanco, e ignorándome continuó hablando de lo que fuese que estuvieran hablando. Sus insultos parecían de niños de primaria.

-Perdón, pero necesito pasar a sentarme- volví a decir solo que esta vez un poco más alto, pensando que tal vez así me prestaran un poco más de atención.

-Disculpa, pero nadie me dice que hacer, y menos una niñita como tú, que tiene unos modales hipócritas. Dime ¿a quién quieres impresionar?, ¿no ves que no hay nadie en este lugar que le preste atención a eso?- dijo señalándome con su dedo y haciendo cara de asco. Era una maldita- así que hazte un favor y olvida esa mierda que haces, y por favor deja de existir o lárgate de aquí- dijo apuntando hacia la puerta. Poco a poco sentía las lágrimas salir por mis ojos, no debía llorar, lo sabía no debía llorar- ¡tú solo sirves para arruinar la vida de todos!- hizo una pausa y cuando vio que no me movía volvió a gritar- ¿no me oíste? ¡Desaparece! solo nos arruinas la vida, nadie te quiere y nadie te va a querer, eres un simple niña, que se hace la víctima- termino gritándome y señalándome la salida. No aguante más y me puse a llorar. Sabía que sus palabras no me deberían de afectar, pero es que hoy no era mi día. Definitivamente no lo era.

Sus SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora