Estaba cayendo de un risco muy alto, a lo lejos podía distinguir un rio y aún más lejos se distinguía un hermoso paisaje. Lo más raro de esto era que no estaba cayendo, estaba volando. Unas manos firmes me sujetaban la cintura. Fue cuando me di cuenta de que yo no era la que volaba, simplemente me sostenían. Me sostenían unas manos firmes de un chico, quise saber quién era la persona que me llevaba en un hermoso viaje, pero no pude. Lo único que logre divisar fueron unas hermosas y grandes alas. Las podías comparar con las nubes blancas de un cielo soleado y sus plumas se miraban tan delicadas que si las tocabas parecían que se iban a desmoronar por el simple tacto de tu mano. De repente sentí que caía. Una caída que no era leve y placentera, sino que era fuerte y grosera. El paisaje cambio de un rio hermoso y cauteloso a un abismo oscuro y tenebroso. Grite, Grite con fuerza, nadie me escucharía eso era claro, pero aun así lo hice. Grite hasta que no pude más, era lo único que me quedaba.
***
Me desperté gritando, llorando y sudando frío. Sentía varias emociones a la vez; una era temor del sueño, no quería volverme a dormir porque no quería tener otra pesadilla; la otra era tranquilidad por saber que simplemente era un sueño; y finalmente intriga y temor a que mi sueño significara algo malo. Trate de calmarme, y después de eso revisé mi celular para ver la hora, eran las seis de la mañana, faltaban treinta minutos para la hora en que me levantaba. Me puse de pie, y fui al baño para tomar una ducha, porque después de la pesadilla que había tenido, no quería volverme a dormir.
Tome una ducha rápida y luego salí a cambiarme. Me puse un pantalón de lona y un top rosado con una blusa blanca semitransparente, y mis converse negras. Busqué mi teléfono para la hora, eran las siete menos veinte. Me dispuse a bajar a comer algo y a saludar a mi mamá, que no la miraba desde ayer en la mañana. Lo bueno de mi era que mi enojo no duraba mucho.
Baje lo más rápido que pude las escaleras y entre al comedor. Desde donde me encontraba se podía oler la comida de la cocina, donde supongo mi mamá estaba haciendo el desayuno.
- Buenos días mamá, ¿cómo amaneciste?- le pregunte y me senté en el desayunador. Mamá ya estaba vestida con su uniforme del trabajo.
- Muy bien y ¿tú?- me pregunto ella.
- Bien ¿Qué desayunaremos?- le pregunté.
- Huevos con tocino- dijo.
-Mamá, no me gusta el tocino, y tú lo sabes- le dije reprochándole un poco, de verdad odio el tocino.
- Lo sé Alaya, para ti es jamón en vez de tocino- me dijo sirviéndome la comida y poniendo los ojos en blanco. Poner los ojos en blanco era cosa de las Pearson.
-Gracias mamá, te quiero.
Después de desayunar, tome mi mochila y me dirigí a la puerta para salir, ya que eran las siete y veinticinco de la mañana. Antes de salir me despedí de mi mamá.
En lo que estaba caminando, estaba también pensando acerca del sueño o más bien pesadilla, no la podía entender, pero entre más tiempo pasaba pensando en el sueño, se me iba borrando poco a poco de la cabeza. Esa sensación era extraña pero la conocía, no sabía como pero la conocía. Cuando llegue al colegio se me había olvidado casi por completo decidí ya no ponerle atención, había sido un simple sueño. Vi a Maggy y me acerque a ella.
-Hola, ¿cómo estás?- le pregunte.
-Bien, pero cuéntame ¿Qué fue lo que paso ayer? ¿Por qué te fuiste temprano? ¿Qué pasó con Nethan?- dijo algo exaltada y emocionada.
Le conté todo lo que pasó con Mullins ayer y que me recordó las palabras de mi papá y que me había tenido que ir. También le conté como Nethan me acompañó y me invitó a comer. Ella como era de esperarse se puso a gritar y a saltar como una niña de siete años que le dan el dulce que tanto anhelaba.

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Sus Sombras
FantasiaCréditos por la portada Roberto Chavez Muchas veces me he preguntado "¿qué seria de mi vida si yo fuera normal?"