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Me sentía más débil de lo que alguna vez me había sentido. Sentía que llorar era inútil, sentía que el hecho de no haber podido pelear por ella era lo peor que me habían hecho y sobretodo sentía odio hacia los cobardes que la habían asesinado. Los comisarios del pueblo buscaba a los asesinos de Maggy y de mi mamá, yo era una de las únicas personas que no iban a tener éxito. No tenía ganas de comer ni de salir, no tenía ánimos de absolutamente nada. Para lo único que salí de mi casa, fue para organizar el funeral de mi madre. Muchas personas se presentaron y todos me dieron el pésame. Yo seguía sin aceptar todo lo que había pasado, primero mi amiga, luego mi mamá. Esta vez no pude siquiera decir mi discurso de despedida, justo cuando iba a comenzar sollozos salían de mí y el llanto me gano. Catriel y Nethan me sacaron de allí, pero el dolor no se iba, y no estaba segura que se fuera nunca.

Mi mamá antes de morir hizo n testamento en el cual ponía a mi tía Teresa a cargo de ser mi tutora legal si en dado caso a ella le pasaba algo, algo como la muerte. Mi tía Tere, como yo le llamaba, vivía en un lugar más alejado de Prink Falls, eso quería decir que dejaría este pueblo. Había pensado dejar el pueblo para mantener a salvo a mi mama pero ahora no tenía sentido. Este pueblo me ha hecho sufrir más de lo que alguna vez alguien debería.

Dicen que la muerte de un padre es más sencilla porque los hijos están preparados desde siempre a ver a sus padres morir. Lo que pienso de eso es que es una estupidez y que duele como el demonio. Lo que más odio es a todas las personas preguntando como estoy y mostrando lastima. No necesito su lastima, necesito a mi madre. Los días sin ella fueron tan difíciles que lloraba día y noche. Nethan y Catriel siempre trataban de mantenerme alegre pero desde que sucedió la muerte de mi mamá actuaba solo por rutina. Mi tía decidió esperar un mes antes de mudarnos, esperar que el dolor fuera menos y que mi mente se calmara un poco. Fue complicado decirles a Nethan y Catriel que me mudaría, al final decidieron no objetar nada simplemente que pasara.

Estaba en mi habitación terminando de empacar todo lo que sería de mi uso en mi nuevo hogar. No me lleve la mayoría cosas, no quería recordar nada que me hiciera sufrir. Hoy me iría, hoy dejaría este pueblo atrás. Sentí un pequeño viento que provenía de mi ventana. Catriel estaba en mi habitación y me veía con preocupación. Así me veían todos desde que sucedió lo que sucedió.

- ¿Cómo estás?- me preguntó.

- De maravilla no podría estar mejor- dije sarcásticamente.

- Sé que estas molesta y triste es normal- dijo ignorando mi sarcasmo.

- Si pues yo no soy "normal", no quiero sentir nada solo quiero largarme de aquí y formar una nueva vida- dije. Ya habíamos hablado varias veces del mismo tema y siempre era lo mismo.

- Alaya, tranquilízate, solo venimos a ver como estabas- ahora era Nethan el que hablaba, no me di cuenta de cuando entro.

- No me digas que me tranquilice, no lo hagas- dije con pequeñas y rebeldes lagrimas que salieron de mis ojos.

- Solo estamos preocupados por ti- dijo Nethan.

- Bueno, como ya dije antes, estoy de maravilla, así que ya pueden retirarse- les dije y seguí empacando.

Ninguno se movió de su sitio, estaban observándose y observándome. Querían decirme algo eso lo sabía perfectamente, pero ninguno de los dos se atrevía hablar. Siempre era lo mismo ¿no podían decirme todo de una sola vez?

- Si tienen algo que decirme háganlo ahora u olvídenlo- dije levantando una ceja.

- No deberías irte, deberías enfrentar el problema, el hecho de que te vayas de aquí, no significa que tus problemas se van a quedar acá, eres parte de una profecía y esta te va a seguir a donde quiera que vayas- me dijo Nethan.

Sus SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora