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- ¿A dónde nos dirigimos?- pregunte por tercera vez durante el trayecto y obtuve la misma respuesta, una mirada de Catriel con una sonrisa burlona en su rostro y nada más. No saber a dónde nos dirigíamos me estaba matando. ¿Qué pasaba si él era un asesino? Tenía que sacar ese pensamiento de mi cabeza, el solo quería hablar y nada más.

Dándome por vencida por obtener alguna clase de respuesta por parte de Catriel, me recosté en la ventana viendo la carretera pasar. Lo único que no me mantenía alarmada era que aun estábamos en los alrededores del pueblo. Poco a poco mis ojos se sintieron pesados y caí en un profundo sueño.

- Alaya, Alaya despierta. Ya llegamos- dijo una voz.

- Déjame dormir- dije. Escuche una pequeña risa divertida y me desperté de golpe recordando con quien estaba. Vi a mi alrededor y no había más que árboles por todos lados. El auto de Catriel estaba estacionado en medio del único camino para poder llegar a donde estábamos. Un poco de pánico me alcanzo. Días atrás Catriel me seguía o al menos eso era lo que creía y ahora estábamos solos en medio del bosque.

- ¿Dó... Dónde estamos?

- En un bosque Alaya- dijo Catriel con su típica media sonrisa, me sacaba de quicio. Ya estábamos aquí, al menos podía decirme el nombre de lugar. Me canse de insistir así que simplemente lo iba a dejar como estaba.

- Lo sé, pero ¿por qué un bosque?

- Hay más privacidad para hablar sin que nadie nos pueda interrumpir.

- ¿Para qué queremos privacidad?- pregunte.

- Alaya tengo que...- estaba esperando a que continuara.- Diablos- dijo en vez de seguir con lo que sea que tenía que decirme.- Vámonos- tomo mi mano, esperaba que nos dirigiéramos a su auto, pero en vez de eso nos internamos más en el bosque. El miedo me invadía cada vez más, no sabía dónde estábamos y mucho menos a donde nos dirigíamos.

- Espera, suéltame. ¿A dónde vamos?- dije pero en vez de conseguir una respuesta me apretó un poco más la mano y siguió arrastrándome por el bosque. Qué diablos estaba haciendo, había algo muy raro en esta situación. Me logre soltar y me quede parada enfrente de Catriel con los brazos cruzados.

- ¿Qué sucede? y no me digas que nada porque juro que te golpeare- estaba algo desconcertada, porque no esperaba una sonrisa en su rostro después de haberle dicho lo que le dije.

- ¿Alaya?- escuche que alguien gritaba mi nombre e inmediatamente la sonrisa del rostro de Catriel se desvaneció. - ¡Alaya!- grito la misma voz de nuevo. Esta vez pude identificar quien era el dueño de esa voz. Nethan.

-¿Qué hace Nethan aquí?- me cuestione a mí misma. No nos movimos ni Catriel ni yo, simplemente estábamos parados frente a frente viéndonos el uno al otro cuando la figura de Nethan se hizo visible.

- ¿Catriel que haces aquí?- pregunto Nethan pero esas cuatro palabras significaban más de lo que aparentaban.

- Bien, esto es algo raro- dije y me dirigí al auto de Catriel y esperar que me siguieran para que me llevaran a mí casa porque no sabía dónde estaba.

- Alaya te llevo a casa- dijo Catriel llegando a la par mía.

- Tu ya hiciste suficiente- dijo Nethan- yo te llevo Alaya- de nuevo volvían los cavernícolas que peleaban por todo. Puse los ojos en blanco.

- Catriel me llevara- dije, después de todo quería saber que era lo que tenía para decirme.

- Pero...

- Ya la escuchaste- lo corto Catriel. Después de eso me abrió la puerta para que subiera. Mientras Catriel daba la vuelta al auto Nethan lo detuvo y le dijo algo que no pude escuchar, Catriel se tensó pero asintió con la cabeza.

Sus SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora