Me desperté, mis ojos no distinguían nada más que oscuridad. No entendía nada, no recordaba mi nombre, ni siquiera mi aspecto. El lugar era frío. Pude notar que se me resbalaba gotas de sangre por la frente y caían por mis mejillas, quise tocarme pero mis manos estaban atadas; ¿qué era todo esto?
Me sentía fatigada y agobiada, no podía moverme. Pasaron las horas, mi espalda chocaba contra aquella pared rugosa mientras mis ojos rodaban observando la oscuridad. Al menos, me alegré cuando noté que todo parecía cobrar lentamente un poco de luz al paso del tiempo y decidí dormirme, pensando en que sería tan sólo una pesadilla.Volví a despertar, esta vez con muchísima hambre. De nuevo intenté moverme, pero fue en vano. La mañana ya había llegado y todo estaba iluminado por luces tenues y débiles. Al paso de un pequeño rato, noté que una puerta a mi lado se abría dejando paso a una persona un tanto extraña, sus pelos eran largos y dorados, sus ojos verdes y brillantes, su piel blanquecina, con una delgada figura escondida tras una extraña vestimenta. Se acercó hasta mí, causando que me fijase en algo puntiagudo que se asomaba entre sus cabellos.*¿¿Cómo?? ¿¿Qué hace un elfo aquí??* Pensé.
El desconocido me llevó hasta unos grandes salones. Al parecer, me encontraba en un bello palacio, lleno de árboles y de un inalcanzable techo que brillaba. Parecía que todo estuviese hecho de cristal, acompañado de un toque extremadamente mágico.
Las escaleras jugaban a entrelazarse a los árboles, causando la sensación de estar en una espiral, y, las paredes, tenían raros dibujos que se alzaban en un relieve curvo.
Todo acompañado de un bullicioso ambiente, con muchas más personas de la misma fisonomía de mi acompañante, trabajando, yendo de aquí para allá alegremente, dándose los buenos días.Después de subir unas largas escaleras que rodeaban a un gigantesco árbol, me desataron las manos, encontrándome con la mirada anhelante de otro "elfo". Este tenía pinta de ser mucho más sobresaliente que los demás. Pelo largo y blanco, ojos claros, piel que parecía nieve. Era bastante parecido a los elfos "vulgares" de abajo de la escalera. Vestía una larga y caída túnica celeste y dejaba recaer sobre su cabeza una grandiosa corona de metales preciosos, recubierta de hojas y bayas rojas.
Empezó a dar vueltas alrededor mía, pensativo, y a mirarme de arriba a abajo constantemente. Yo empecé a impacientarme y me dirigí a él:- Mira oye... ¿Puedes decirme dónde estoy? Por favor. -
Se acercó más y, fijando su mirada febril en la mía, empezó a reírse descaradamente.
- SOY THRANDUIL - Dijo, levantándome la voz.
- Ah... Pues mira que bien. ¿Me puedes responder a la pregunta de antes? ¿Qué hago aquí? -
En interrupción, otro elfo se presentó ante nosotros y le comunicó a Thranduil que venía visita.
- Vaya que fastidio... Siempre tan... Oportunos - Dijo Thranduil, irónico.
Después de un rato, se presentaron dos hombres de altura mucho más pequeña que la mía, uno era anciano, tenía largas barbas blancas, vestía una armadura dorada y una corona echa a juego y, atrás, iba uno más joven de ojos azules, parecía muy serio y un pelo y barba castañas.
- Vaya... Si es el rey bajo la montaña... Y su nieto, perdóname pero... ¿Tú eras...? - Preguntó Thranduil.
- Soy Thorin - Dijo el muchacho, y se quedó observándome hasta que decidió hablar. - Rey Elfo, ¿quién es esta chica tan extraña?
- ¿Acaso te importa?. - Contesté con descortesía, antes de que el supuesto rey elfo lo hiciera.
- Ja, ja, ja, claro... - Se rió Thorin. -
Yo me impacientaba más:
- No recuerdo nada, sólo se mi edad por esta cadena. - Del cuello de la camisa vieja, rota, llena de sangre y jirones me saqué una cadena de oro redonda donde colgaba una figura de un bebé y una fecha. Supuse que era mi nacimiento - No sé de donde vengo, ni mi nombre. No sé ni quién soy.- Mmm... - El joven visitante se quedó observándome de nuevo, pensativo.
Thranduil volvió a dar vueltas alrededor de mí:
- Estás en mi palacio, en el Bosque Verde.
- ¿Bosque Verde? ¿Tu palacio? - le contesté.
- ¿Acaso lo dudabas? -
- Eso que llevas en la cabeza parece comida para ciervos, no una corona. - Me burlé, aunque mentí un poco, la corona verdaderamente me parecía una preciosidad.
En ese momento, Thranduil empezó a gritar y esos tales pequeños hombres empezaron a reírse disimuladamente de mi comentario, mientras alzaban la vista hacía el suelo, haciéndose los sordos.
- LLÉVATELA, ENCIÉRRALA HASTA EL FINAL DE SUS DÍAS, NO QUIERO VOLVERLA A VER. - Gritó Thranduil al pobre elfo que me abrió la celda.
- Ahora mismo señor... - Asintió, atando mis manos.
Mientras eso, vi a los otros dos, hablando entre ellos, susurrando.
- Espera señor Thranduil. - Interrumpió el que decía nombrarse Rey bajo la montaña.
- Queremos llevarnos a tu presa, al menos nosotros le daremos buen uso. Trabajará de esclava en las minas, al menos será más servible que pudriéndose entre rejas. Hay muchísimo trabajo en Erebor. - Dijo Thorin.
- ¿¡¿Cómo?!? No pienso trabajar para nadie. - Le contesté.
- Está bien, toda tuya. Cuánto más apartada de mi vista, mejor. - Concluyó Thranduil, ignorando mi opinión. - Si no, yo mismo me encargaré de que no me vuelva a causar molestia.
Y, después de que el rey bajo la montaña arreglara otros asuntos con el rey elfo, me marché, sin otro remedio, con esos dos hombres hacia su "montaña".
*Espero nunca volver aquí.* Pensé.
ESTÁS LEYENDO
~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.
FanfictionPoseemos el don de dominar nuestro presente para así moldear el futuro que deseamos, pero, ¿qué hay del pasado? Todos estamos respaldados por nuestro propio inicio, experiencias que han repercutido en quién somos ahora. Siendo de aquellos tiempos qu...