Nuestra última batalla. (Parte 1)

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~~~~~ Narra Thorin. ~~~~~

Un estruendo sonoro hizo ponerme en pie de un salto. Me dirigí rápido hacia la ventana, viendo como un elfo levantaba una corneta.
Me senté por unos momentos, para situarme. Me dolía todo el cuerpo de una manera descomunal y encontré en mí algunos rasguños y magulladuras.
*¿Qué me había pasado?*
Recuerdos llegaban a mi mente como meteoritos.
Gritos, golpes, llantos... Ella.
*Mierda* Pensé al instante, llevando mis manos a mi cabeza.
Salí de la habitación invadido de impotencia. Vi como todo el mundo se reunían para preparar un plan de ataque, pero no encontraba ninguna gana de presentarme allí.
Me senté en unos de los portes de mármol que daban lugar a las afueras de palacio. Volviendo a pensar en lo sucedido anoche, en el dolor contenido de mi corazón, y... A pesar de todo lo que me había hecho, me preocupaba como podría encontrarse ella.
Noté que alguien se sentaba a mi lado. Rodé mis ojos hasta verlo mejor, pero mi rostro cambió radicalmente cuando vi a Turentar.
El elfo me miró detenidamente, pero no mostró expresión ninguna.

Dejé apoyar mi mentón entre mi manos, mareado, invadido por mis pensamientos.

- ¿Te encuentras bien? - Susurró el elfo, con cortesía.

- No... Quizá debería haber aprendido la lección hace ya mucho tiempo, debería haber sabido que somos demasiado diferentes... Me ha hecho daño como nadie al verla contigo, y soy tan estúpido que sólo puedo pensar en que ya la echo de menos... Quizás, ya haya sido la hora de asimilar que la he perdido para siempre. - Confesé.

El elfo intentó hablar, pero volví a interrumpirle.
- No, no digas nada por favor... Está claro lo que sientes, está claro de que es a ti a quién quiere.
Pero ojalá tuviera la certeza de que puedas hacerla feliz. Me quedaría mucho más tranquilo. -

- Pero... - Contestó, entrecortado.

Hubo un breve silencio.

- Tú no lo entiendes. Ella... Ella también te quiere a ti. Más de lo que tú eres capaz de imaginar. - Susurró Turentar, con la voz quebrada. - Tiene demasiado en su cabeza. ¡Ni siquiera sabe su propio nombre Thorin! -

Suspiré. - Estoy sintiendo cosas que no había sentido en mi vida. -Proseguí.- No sólo amor, sino también... Dudas, angustia, miedo, impotencia... Dolor. Me siento como si estuviese gravemente enfermo. Pierdo mi fortaleza por momentos. Lo sospechaba desde que la traje a la montaña, pero esta noche ha sido la gota que colma el vaso. Ha sido cuando me he dado cuenta hasta que punto soy vulnerable. -

Turentar asintió.
- Este no es mi ambiente Thorin. Nunca me aceptastes ni me aceptarás, y tienes tus razones. En cambio, antes... - Se silenció un momento y continuó. - Antes me sentía parte de algo, alguien para ella. Antes... De vuestro reencuentro, y de ver realmente vuestros sentimientos al estar juntos. -

Sentí un escalofrío y rodé mis ojos hasta el elfo. Ambos esbozamos una sonrisa y asentimos con la cabeza.

- No ha aparecido Thorin. Después de vuestro altercado intenté hablar con ella, pero salió huyendo al bosque. - Dijo, de repente. - Estuve buscándola toda la noche... Pero ni rastro. -

Me dirigí a él alarmado, pude ver cómo el elfo suspiraba mientras pude fijarme de nuevo en su facciones, tapadas por sus mechones negros. Había en Turentar un tono más pálido al corriente, ojos hinchados y unas ojeras muy preocupantes.

- No puede ser... Le ha ocurrido algo... - Contesté, casi en shock.

Me puse en pie, Turentar hizo lo mismo.
Nos dirigimos una vez más una mirada penetrante.

- Por ella. - Susurramos.

~~~~ Narra ella ~~~~

- ¡¡No me toques!! - Grité, mientras seguía con los ojos tapados y alguien me agarraba impidiendo moverme.

- Shh. - Volvío a silenciarme.

- ¿¿Quién demonios eres y qué quieres?? - Pregunté, angustiada.

De pronto, el nudo que tapaba mi vista fue desenlazado dejándome ver donde me encontraba. Estaba en una habitación de decoración algo familiar y con un aroma que antes había podido presenciar. Rodé mis ojos a mis espaldas, quedé atónita.

- ¿Tú...? - Logré decir.
La señora Galadriel asintió, seriamente. - ¿Qué pretendías...? -

- Protegerte. - Contestó. - No deberías haberte ido así por así, te podría haber pasado algo. -

- Yo...-

- Tú nada. Debes centrarte. ¿Acaso no recuerdas quién eres? ¡¡¡Deja los estúpidos sentimientos a un lado, sólo te debilitan!!! Hay demasiado en juego. -

- No entiendes nada... Yo sólo quiero ser normal... - Dije, con un nudo en la garganta. - Los sentimientos no se eligen... -

Galadriel puso expresión de furia y se acercó más a mí. Me agarró bruscamente del mentón, causando que atendiera a su mirada.
- No me hagas deshacerme de ese elfo y de ese enano, si es necesario. -

Me separé de ella con brutalidad. Le dirigí una mirada de odio, a la que pude ver que ella se intimidó algo.

- ¡Oh! Galadriel, señora de Lothlórien y dama de la luz... - Vacilé, con tono irónico. - Tú no eres nadie para mí. -
Y tras esto, salí de la habitación cerrando la puerta de un fuerte portazo, dejándole con la palabra en los labios.

~~~ Narrador externo. ~~~

Todos los ejércitos se agrupaban firmes para cuando abrieran el portón principal y se encontraran con sus enemigos, provenientes de Mordor. Claramente, tenían miedo. Eran incapaces de alzar la vista atrás y ver a su familia: mujeres, ancianos y niños que se quedarían al cuidado de las elfas de Lothlórien y, a saber, si volverían a encontrarse.
Elrond, vestido de una armadura recubierta de esmeralda y su corona élfica, alzó su mano para que todos los presentes atendieran a su palabra.

- Humanos y elfos. - Anunció. - Estamos aquí por un conflicto con la oscuridad, un conflicto que desde los principios de la era de la Tierra Media ha estado presente. Esta vez, una chica es intermediaria entre la luz y la oscuridad, pertenece a ese límite que los separa y que puede ser la solución a todo esto. Sólo ella, puede extinguir una de estas fuerzas. Claramente, lo hará a nuestro favor, y así conseguir la paz eterna.

Todos ahogaban gritos de lucha colocándose en posición, y en ese momento, el portón abrió sus puertas...

La joven, acababa de volver a huir de Rivendell de la discusión con Galadriel y se encontraba en mitad del bosque. Armada con un arco y flechas, daba caza a algunos orcos extraviados que no llegaban a la entrada de la Última Morada.

La guerra había llegado.

~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora