Cara o Cruz.

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~~~~ Narra ella. ~~~~

- Encontraríamos otras soluciones... -

- Otras soluciones pondrían en juego tu vida. -

- ¿Y qué hay de la tuya? -

- La mía se resume en tí. -

- Pero... No voy a abandonarte a tu suerte, no quiero. - Murmuraba, mientras se acercaba a mí con la mirada empapada de lágrimas.

- Es la única manera de que estés a salvo. -

- No lo hagas por favor... Que pase lo que tenga que pasarme. -

- No voy a permitirlo. Si hay un modo del que sé seguro que vas a estar bien lo haré. -

- Pequeña... - Susurró, mientras esa palabra hizo fundirnos en un apasionado abrazo.
No quería soltarle, él me hacía fuerte. Por él conseguía tener una razón para seguir adelante. Había orcos, muchos, todos quejándose y dándonos prisa para esa decisión. Esa decisión de separarme de Thorin.
Esa decisión que, desde aquél momento, volvió a cambiar mi vida en un insólito efecto mariposa.

Abrí los ojos, me incorporé, dándome cuenta de que todo se trataba de un sueño. Un recordatorio de esa despedida y de que Thorin no estaba ahí, ni lo volvería a estar nunca.
Miré a mi alrededor, Turentar no estaba. Me había dejado algo de comer por si me levantaba con apetito, pero no era el caso.
Fui a dar un paseo, para despejarme, por un riachuelo cercano, luego me volví a recostar y me empezó a extrañar que Turentar no hubiese aparecido todavía.
A la media hora más tarde, cuando el sol indicaba el mediodía, llegó. Tenía dos pequeñas liebres en su mano y en la otra portaba un poderoso arpon.

- Buenas. - Dijo.

- Buenas Turentar. -

- ¿Puedes ir encendiendo fuego? -

Asentí. Ya era pan picado hacer una gran fogata después de tanto. Parecía mentira que, hace un tiempo atrás, todo eso me pareciera experiencia de un total superviviente.
Pude ver que Turentar rezaba en élfico unas oraciones hacia los cadáveres de los pobres animales, les rogaba perdón y agradecimientos por servirnos de alimento.

- ¿Por qué haces eso? - Le pregunté, mientras él se sentaba cerca, junto al fuego.

- Yo no como carne. Nunca me ha gustado hacerle daño a seres que no tienen culpa de nada. Siempre me he sentido mal cada vez que hago esto y, aunque sé que es en vano, les pido perdón. Lo he hecho para que puedas comer algo. -

Me quedé reflexionando un poco, Turentar me impresionaba cada vez más.
- Entonces, dejaré de comerla yo también. Al fin y al cabo, no somos nadie para creernos superiores a otras vidas. Espero que me enseñes pues. - Le contesté, con una mirada de admiración a la que él sonrió abiertamente, entusiasmado.

- Prepárate en cuanto termines, partimos a Rivendell. - Prosiguió.

- ¿A Rivendell? -

- Sí, cojeremos un sendero élfico el cuál sólo nosotros conocemos. Llegaremos en unas dos semanas de viaje. -

~~~~ Narra Thorin ~~~~

Llegó la mañana. Allí nos encontrábamos Balin y yo cargados de nuestras pertenencias personales, equipaje limpio, armas y unos cuántos zurrones llenos de comidas. Había reservas de sobra para llegar a Rivendell bien desayunado, si no ocurría ningún infortunio.

Pasaron demasiados días desde la última vez que no pisaba un camino de tierra y guijarros.
Alzé mi vista atrás, viendo como disminuía el increíble tamaño de ese palacio. Ya me sentía totalmente recuperado, era hora de volver al asunto de todo esto.

~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora