Pequeña.

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Pasaron unas dos semanas. Los días transcurrían igual, uno tras otro. La mayoría de las mañanas las pasaba durmiendo, ya que en las cenas se recogían muy tarde y yo siempre me quedaba hasta el final, escuchando sus canciones e historias. Los enanos eran de trasnochar tanto como madrugar, pero para mí eso era tarea imposible.

Las tardes las pasaba en las minas. Los enanos me mandaban a hacer recados de aquí para allá y siempre se me pasaban ligeras.

Las noches las ocupaba en arreglarme y asistir a la cena.
Alguien muy simpático, llamado Balin, me trajo ropa de la Ciudad de Valle que por fin era de mi talla.

Todo me iba bien en esa montaña, cada vez conocía a más enanos y ya era un tanto popular entre los más jóvenes. Estaba súper feliz, a pesar de que tenía que hacer día a día un duro trabajo, pero sabía que esto no iba a ser permanente.
En cambio Thorin... Apenas lo veía. Sólo aparecía en la cena, en la mesa real. Comía rápido y se iba.

Costando admitirlo... No sé cómo, pero él me transmitía seguridad. Me sentía más cómoda estando con él los primeros días, pero ya esto no tenía vuelta atrás. Cada uno tenía su vida, su rutina.

Llegó la cena de esa noche, pero esta vez cambió algo.
Siempre intentaba mantener mis pensamientos ocupados, pero ese día mi mente daba más vuelta de lo normal. Necesitaba explicaciones, necesitaba saber quién era yo.
Mis ojos inconscientemente solo buscaban a ese enano, entre tantos sentados en las mesas o de alboroto a lo largo de la estancia.
Siempre se quedaba escasos minutos pero, en esa cena, ni siquiera esos escasos minutos ocurrieron. Él no apareció.
Dejé el plato en la mesa y me fui para mi habitación lo más rápido que pude, sin que llegara a parecer extraño. Necesitaba tranquilizarme.

- Sólo me encuentro mal, gracias. - Era lo único que repetía a quienes me paraban a preguntarme hacia donde iba.

Caminando por el largo pasillo de vuelta, noté como alguien rozaba mi brazo. Miré, era Thorin que pasaba como si nada por mi lado. El aspecto de ese dichoso enano que siempre era el mismo, su rostro neutral, ese rostro que parecía no tener sentimientos.
Empecé a derramar lágrimas apretando los puños mientras miraba hacia delante y corrí hasta mi habitación.
Cerré la puerta y empecé a pegar golpes a la pared, llorando en silencio.
*¿Quién soy verdaderamente? ¿Por qué a mí?*
Todo los problemas y confusiones que se parecían haber calmado estos últimos días aparecieron en mi mente.
De nuevo la cabeza me iba a explotar y mi llanto se volvió incontrolable. *¿Por qué joder? ¿¡POR QUÉ!?* Mientras rompía todo a mi paso.
Me sentía tan sola, tan inservible en un mundo desconocido para mí.
Caí al suelo y cerré los ojos, mientras estos se empañaban en lágrimas de agobio e impotencia.

De pronto, se escuchó el crujir de la puerta al abrirse.

- Oye... -

*Esa voz...*

Alguien me cogió y me sentó en la cama, abrí los ojos.

- ¿Quién eres? Déjame en paz. - No podía ver bien quien era, mis ojos estaban hinchados y nublados. Aún así, intentaba disimular en vano, como si nada hubiera ocurrido. No tendría el gusto de verme en ese aspecto.

- Shh... -

Sentí como me puso su mano en el cuello y como con la otra me adelantaba hacia él. Intentaba salir de esa situación, cuando sentí que mi cara estaba apoyada en el pecho de esa persona, mientras ella me rodeaba con los brazos y me calmaba.

- Shh... Tranquila pequeña... Mi pequeña... -

Mis pupilas se dilataron al volver a escuchar la voz. * Es Thorin...* Dije para mis adentros, con un nudo en el estómago.
Después de un rato, y cuando ya me había calmado, me aparté poco a poco.
Le miré a los ojos, él también me miraba.

- Thorin... ¿Qué haces aquí?

Quiso agachar la cabeza para evitar que le mirara el rostro.

Me acerqué a su cara, quise desahogarme junto a él, contarle mis inquietudes, mis dudas... Pero sólo le sonreí.

- Thorin... Tú... -

- Sé que es difícil, aquí intentamos hacer de todo para averiguar alguna que otra pista.-

- Muchísimas gracias... -

- No te atormentes con tus dudas, es normal que estés así. No entiendes nada de lo que pasa. Sólo descansa y pronto, quizás dentro de unos días, ya sabremos algo. -

-¿Y cómo lo sabremos? -

- Pues juntos lo resolveremos, sea donde sea y como ocurra. Ahora descansa. -

- Buenas noches Thorin... -

Se marchó hasta la puerta y, abriéndola lentamente, se giró a mí con los ojos brillantes:

- Buenas noches. -

*Pequeña...* Retumbaba en mi mente, mientras cerraba los ojos y me dormía.

~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora