Nuestra última batalla. (Parte 2)

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~~~~ Narra ella. ~~~~

- ¡Espera por favor! - Gritaba, mientras corría siguiendo su figura, que sólo se centraba en perderse entre las esquinas finales de los largos corredores del palacio. - ¡Para! -

Tanto tiempo sin pausa estaba agotándome. Al fin, su sombra se quedó quieta y pude alcanzarle.
Se encontraba de espaldas, con la cabeza agachada, sin hacer un mínimo movimiento. Un nudo en la garganta me impedía hablar, apoyé primeramente mi mano en su espalda, y luego, dejaba caer mi frente con cuidado hasta rozarla con su chaqueta de piel. Cerré mis ojos y suspiré hondo, logrando apreciar su aroma.

- Lo... Lo siento mucho... No debí hacerte esto... - Logré susurrar.

Su figura se desvanecía, como por arte de magia, del lugar en el que estaba. Intentaba agarrar su cuerpo, rodeándolo entre mis brazos, pero sólo conseguía cortar el aire. Finalmente, no quedaba rastro de él. Se había ido, le había perdido para siempre...

- ¡¡Thorin vuelve!! -

***
Desperté.
Miré aturdida a mi alrededor. Estaba en la misma roca donde paré a descansar la noche anterior, debí quedarme dormida. *Demonios...*
Restregaba las manos por mis ojos hasta lograr despejarme, todo era un sueño... Todo, menos haber perdido a Thorin...
*Eres una imbécil e idiota* Pensaba, por unos momentos, mientras me maldecía.
Me levanté de un salto, armándome con el arco en la espalda. Pude ver una docena de cadáveres, pertenecientes a orcos, esparcidos por el lugar donde me encontraba.
Ahí recordé todo con claridad.
Habían pasado dos días desde el comienzo de la batalla. Debía de llegar a Rivendell y darle el encuentro a cualquiera que fuera de mi bando.
Y, casi en reacción de segundos, salí corriendo hacia la Última Morada, a más no poder.

~~~~ Narrador externo. ~~~~

Turentar volvía a la carga.
Con un veloz giro esquivaba de nuevo una de las lanzas y, con otro púlido movimiento, atravesaba a su enemigo de lado a lado con su espada. Suspiró amargamente, una lucha dura. Había peleado por casi un día entero, sin descanso, y nisiquiera sin pausa. Grupos de innumerables orcos se abalanzaban hacia él como si fuera el único existente del enemigo.
Tambaleándose mareado, logró apoyar sus rodillas en el sangriento suelo y, justo antes de que el elfo pudiera descansar unos minutos, divisó a lo lejos a su hermano, Khris, haciendo frente a unos de los jefes de grupo.
*Mierda...* Dijo, volviéndose a poner en pie, con un quejido y en dirección hacia ellos.

Khris peleaba cuerpo a cuerpo con el gigantesco orco. Ambos tenían sus armas por el suelo, inutilizables.
Al parecer, el duelo entre ellos había estado durando horas. El jefe orco, seis veces la altura de Khris y como un tronco de dureza, intentaba aplastar al elfo como fuera posible. Khris corría a su alrededor esquivando las peligrosas manazas de su rival, una de ellas acabada en una gran cuchilla que era capaz de atravesar cualquier cosa, mientras asestaba golpes certeros en partes débiles de la criatura.

Turentar se escondía entre la zona, pudo haber sorprendido al jefe orco y de la misma manera matadlo, pero quería entretenerse un poco más con la escena.
En un descuido de Khris, su rival azotó su brazo una vez más. Alcanzó al elfo pero este, por suerte, reaccionó rápido. La poderosa cuchilla, que podría haber rebanado de lado a lado a Khris, sólo hirió su pierna.

Turentar asistió al rato, encontrándose con los ataques del jefe y que este intentaba empezar a esquivar.

El orco alzó la voz sorprendido tras la aparición del elfo.
- Vaya, vaya... ¿Pero a quién tenemos aquí? ¡Si se trata de nada más y nada menos que ese maldito bastardo que huyó de nuestras fronteras! Por nombre Turentar... ¿Me equivoco? -

~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora