Emboscada.

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~~~~~ Narra Thorin ~~~~~

La tarde pasaba y ya llegaba la noche, me manuseaba cada ciertos minutos el bolsillo de mi pantalón tocando la carta leída ayer y releída miles de veces desde entonces.
Balin parecía no importarle estar en el palacio de unos elfos, y más tratándose de los del Bosque Negro. Se pasaba las horas comiendo de aquí para allá, perdido en los almacenes de reservas siempre con una copa de algún vino élfico y dos o tres bollos de hojaldre en las manos. Yo mientras, esperaba el paso de las horas atento a estar al 100% para partir hacia Rivendell cuanto antes. Aunque todavía no tenía planeado nada, sólo me dejaría llevar por lo que ocurra en el momento.

Iba caminando por los pasillos del gran palacio hacia la llamada de Thranduil.
Desde el día en que llegamos aquí, no lo había vuelto a ver.
Me molestaba no recordar qué negociaron Balin y el rey Elfo, no me fiaba nada de nada.

De pronto, sentí un fuerte codazo en la herida de mi costado que hizo abrazarme la cintura con los dos brazos, retorciéndome de un fuerte dolor.

- Perdona. - Habló, indiferente, una voz por detrás. Me giré y pude ver a aquel elfo que nos trajo como prisioneros.

No contesté, alcé mi mirada hacia delante y proseguí con mi camino. Él no tuvo otra que hacer lo mismo.
Se me dió por ojearle una última vez, andaba con un paso elegante y ligero. Su cabello, extremadamente largo recogido en una cola, se movía hacia los lados al mismo compás que este caminaba.

- ¿Eres de Rivendell? - Le pregunté en la lejanía, haciendo que se parara y se volviera hacia mí.

- Exacto. - Dijo orgulloso, levantando sus cejas en tono de superioridad mientras se comenzaba a peinar su blanquecino cabello con los dedos.

- Me gustaría poder comentarte una cosita, quizás luego. Es mejor que me acompañe mi compañero Balin. -

- Mmm... - Decía, mientras se acariciaba las largas puntas de sus orejas pensativo. - Está bien. Esta noche, en la hora de los cánticos de las bellas y deseadas elfas, allí estaré con todo el tiempo del mundo para ustedes dos. Y para quiénes no sois ustedes dos. - Vaciló.

- Pues allí nos veremos. - Concluí la conversación, con una sonrisa falsa volviendo a mis asuntos.

- ¡Espera! - Habló él por última vez. - Tu nombre es Thorin, ¿verdad? -

- Así es. ¿Y tú eras...? -

- Khris, hijo de Elros, sobrino del... -

- ¡Vale, vale! Sólo me interesaba saber tu nombre, no tu árbol genealógico. -

~~~~~~ Narra ella ~~~~~~

Estaba en el momento indicado que acordé con Turentar, pero me pareció bastante raro de que él no estuviera allí.
*¿Me habrá mentido?*
Fue lo primero que pensé. Luego, esa idea desapareció de mi cabeza cuando lo vi aparecer con paso lento, cayendo de bruces contra el suelo, justo donde estaba yo.

- ¡¡Turentar!! - Gritaba, mientras me agaché a sujetarle.

- Est... Estoy bien... - Susurró, incorporándose de nuevo en pie, costosamente.

- ¡¿Qué a pasado?! -

- Nada... ¿Qué va a pasar? - Dijo.

Yo le miré con desaprobación. Me puse de puntillas y le descolgé la máscara, viendo un rostro mucho más cansado, pálido, febril y ojeroso del que ya por sí tenía.

- Turentar... ¿Te encuentras bien? - Le pregunté, mirándole a los ojos que casi ni podían mantenerse abiertos.

- Sí. Bueno, vamos a lo que vamos. - Habló, volviendo a ponerse la máscara.

- No, no antes de que me digas la verdad. Casi hasta das miedo, pareces que estás muerto. -

- Estuve hablando con Sauron, nada más. -

- ¿¡Con Sauron!? ¿¡Le dijiste algo!? ¿¡¿¡Te ha descubierto?!?! - Grité, alarmante.

- Sh... - Susurró, tapando mi boca con su mano y mirando hacia arriba, al ojo, por si este había escuchado algo. - A ver... Sólo... -

Yo cada vez me impacientaba mas.

- ¿Sólo qué...? - Preguntaba nerviosa.

En ese momento Snaga apareció con un grupo de orcos.

- Sólo que ha sido idiota y traidor contra el amo. Y sólo por eso ha recibido su castigo. - Habló entre risas. Yo me adelanté a Turentar e interpuse mis brazos en cruz, en un gesto de defenderle. - No debistes fiarte de este incógnito descerebrado. Desde el principio deberías haberte juntado conmigo. Así quizás, podrías haber complacido a tu padre y convertirte en una buena hija y princesa. Sobre todo, no te hubieras metido en el lío que ni te imaginas sus consecuencias. -

Al instante, tres de ese grupo de orcos fueron atravesados por la misma flecha, casi parecían pinchitos de carne.
Snaga sacó su espada y también los otros dos que quedaban junto a él.
Turentar era millones más ágil que ellos, y, moviéndose por las ramas del valioso árbol, mató a otro más.
Yo retrocedía hasta que mi espalda chocó contra el grueso tronco.
Snaga cogía unas cuerdas dispuesto a atarme, yo le crucé la cara de un puñetazo y en un zancadilla le tiré al suelo. El orco, en un intento de devolverme el golpe, justo a tiempo, Turentar me cogió en brazos y me puso en su espalda. Los dos orcos supervivientes gritaban de rabia lanzando rocas, pinchos y hasta las flechas que atravesaron a sus compañeros. Turentar corría y yo me sujetaba a sus hombros.

- ¡Agárrate! - Exclamó, haciendo un giro en el aire que me hizo gritar. Se colgó en las murallas de la frontera de Mordor. Escalaba y escalaba mientras miles de orcos guardianes, abajo, se acorralaban arrojando cosas para hacernos caer.

Al fin llegamos a lo más alto, pero lo peor no había terminado. La gota que colmó el vaso fue cuando Turentar saltó hacia abajo de la frontera de Mordor.
*Vamos a morir...*

~~~~~~ Narra Thorin ~~~~~~

Llegó la noche, era la cena de los cánticos élficos. Me invitaron a sentarme en la mesa Real, con los altos cargos del palacio. Me encontraba en medio del jefe del ejército elfo y con el secretario del rey.
Esa escena me recordó bastante a las cenas de Erebor, junto a mi abuelo y mi padre.
*Me pregunto como irá la vida en la montaña... En mi pueblo*
No sólo fue bastante recordar a todos mis familiares y amigos, a quiénes echaba en falta y deseaba volver, si no que también la recordé a ella y su rostro burlón llamándome comilón y animal.
*Ojalá verla una última vez...*

Un silbido familiar me sacó de mis pensamientos y pude ver a Balin, en la otra punta del salón, haciéndome un saludo. Terminé de comer, sin ninguna gana pero por cortesía, y me dirigí hacía el sitio de Balin.
Este miraba descaradamente de arriba a abajo a una joven elfa, casi con la baba caída. Solté una risa descarada y le dí un codazo que hizo que se centrara.

- ¡Hombre Thorin! - Exclamó, intentando disimular, alzando su copa hacia arriba. - ¡¡Brindemos querido!! -

Miramos que se incorporaba a la sala Khris, con una elegancia y autoestima más subida de lo normal, como era de esperar.
Puso su mirada en mí y me hizo un gesto de que nos esperaría afuera. Cogí a Balin por el hombro y salimos de allí.

Lo vimos apoyado sobre la pared con una pierna mientras se reflejaba en una brillante piedra blanca.
- Soy hermoso... - Susurraba a si mismo, acariciándose todos los contornos de su rostro.

*¿Pero qué demonios...?*
Rabioso, me dirigía a darle un verdadero hermoso escarmiento a ese elfo cuando Balin me agarró causando que me pausara.

- No vamos a conseguir nada así... - Susurró.

- ¡De verdad! ¡Cómo se puede ser tan estúpido! - Grité, apretando aún más mis puños.

Khris pareció dejar de soñar despierto y nos miró.
- Venid, contadme qué veis y queréis de mí. - Vaciló, con una media sonrisa.

~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora