Me desperté, miré al cielo y era completamente de día. Un brillante Sol bañaba el paisaje, Thorin seguía durmiendo.
*Él quería llegar a la ciudad por la mañana y, para eso, tendríamos que haber partido antes del amanecer...* pensaba preocupada, mientras me sentaba en la hoguera ya apagada y haciendo el menor ruido posible.
*Ahora, cuando se despierte, se volverá a enfadar con el mundo.*
Le observaba, inquieta, no sabía si lo mejor era llamarle o dejarle.
Él no descansaba desde hace casi dos noches, así que le dejé hasta que se levantara por él mismo.~~~~~~~ Narra Thorin ~~~~~~~
Abrí mis ojos, el sol indicaba la llegada del mediodía y justo me acordé de la entrada a la ciudad.
- ¡Joder! - Me levanté de sopetón y vi como la chica, sentada junto a las débiles llamas recién encendidas, echaba una sopa calentada a unos cuencos de madera.
Ella me miró.- ¡Por qué no me avisaste! - le grité.
Ella se encogió de hombros y bajó la mirada, impasible.
- ¡Girion nos estaba esperando! ¡Todo nos va a salir mal! - Me enfurecí más.
Ella se levantó y dejó uno de los cuencos de sopa a mi lado.
- Lo siento. Yo pensé que, después de tanto sin pegar ojo, lo mejor era que descansaras. - Contestó, sin nisiquiera mirarme. - Sé que todo te sale mal, y también sé que es por mi culpa. Hago lo que puedo, Thorin. Era lo que creía correcto. - Concluyó, tragando saliva.
~~~~~~~ Narra ella ~~~~~~~
Tras finalizar el almuerzo, me dispuse a dejar el cuenco vacío junto a la hoguera. No estaba muy bien encendida, pero me sentía orgullosa de saber hacer un poco de fuego.
Me senté al lado de mi zurrón y contemplé el cielo, quedando ensimismada con una pareja de zorzales esparciéndose sobre la lejanía.- Nos vamos. - Habló.
Él ya se había acabado la sopa y estaba preparándolo todo, para partir de nuevo.Una hora y media más tarde ya habíamos andado un gran trecho. Thorin iba adelante, sin alzar la vista a sus espaldas. Yo no me atrevía a hablar ni a pararme, nisiquiera para beber algo de agua. Nada de lo que habíamos planeado estaba saliendo correctamente.
Seguíamos caminando, el sitio comenzó a hacerse monótono; los árboles y las piedras que señalaban el sendero parecían ser las mismas. Todo daba la sensación de haberse detenido en las laderas de Erebor. Excepto algún pequeño animal que pasaba aligerado por nuestro lado de vez en cuando.
Noté como gotitas de agua empezaban a caer, una tras otra, cada vez más rápido. Se avecinaba un buen diluvio.
Pero eso no hizo que Thorin mirara atrás, se pausara o dijera algo. Él seguía andando, como si nada.Llegamos, estaba totalmente empapada de agua.
Justamente en la entrada de la ciudad, Thorin se paró a llamar a una puerta de madera vieja.- ¿Sí? - Se logró escuchar, desde el interior de la vivienda.
- Somos de los que te habló Balin, el enano. - Aclaró.
- ¡Ah sí! ¡Eres Thorin! Os esperé por la mañana, ya pensaba que habría ocurrido algo o que habíais cambiado de opinión. -
Yo tragué saliva con resentimiento.
Nos invitó a entrar. Que cómodo se estaba, junto a la candela y a los platos de comida caliente que nos había servido ese tal Girion. Antes de eso, fui a ponerme ropa seca, también le cogí a Thorin una camisa larga blanca y unos pantalones grises. Después de todo el día sin ni siquiera hablarle tras nuestra partida, me acerqué a él.
- Deberías ponerte esto. -
- Estoy bien así. - Contestó, cortante.
- Póntelo, o vas a enfermar. -
Fijó sus pupilas en mí desagradablemente y, sintiéndome extrañamente intimidada, dejé la ropa al lado de su silla y me senté al lado de Girion.
- Deberías hacer caso a la chica señor enano. - Se dirigió el humano. - Como cojas una pulmonía cualquiera te vuelve a ver.-
*Por fin alguien con un poco de consciencia.* Pensé.
- No conocerás a nadie más tozudo que él, señor Girion. - Impuse. - Es mejor que se dé por vencido.
Thorin, en cambio, se dispuso a vestirse y dejó su capucha celeste, su chaqueta de piel y lo demás cerca del fuego para dejarlas secar. También se quitó sus botas y se quedó descalzo, junto a la chimenea.
Comimos, luego Girion empezó a hablar con Thorin sobre cosas que no había oído nunca y a ponerse al día del estado de la ciudad, acompañados de un humilde vino. En cambio yo... El amargado enano seguía enfadado e ignorándome.
Me encontraba un poco extraña. Noté como se me helaba la sangre y empecé a temblar, cogí una manta que había en uno de los respaldos de la silla y me la puse por encima.
- ¿Oye te encuentras bien? - Preguntó el anfitrión.
- Perfectamente. - Contesté lo más disimulado posible, mientras me agazapaba cada vez más en la manta, en busca de calor.
- Estás completamente pálida y tienes los labios morados. -
Busqué con la mirada las llamativas cornisas del salón, en un intento de ignorarle, cuando sentí que alguien me puso la palma de su mano en la frente.
- Tienes fiebre. - Afirmó Thorin.
- No es nada. - Volví a decir, rotunda.
Sentí que se puso al lado mía y me tapó con otra manta. Me recogió el pelo y me dejó caer en él.
- Está delirando. Girion, prepara unas hierbas para que le baje la fiebre, por favor. -
- Ahora mismo. - Asintió el humano.
Thorin me miraba abrazándome fuerte.
Escondida en su torso y enredada entre sus brazos ya no tenía frío. Me iba quedando dormida, inconscientemente, cuando él me susurró algo.- Perdóname. -
- No deberías de comportarte siempre así con todo el mundo. Aún así, perdóname tú también Thorin. Debería haberte despertado y, quizás, no nos habría pillado la lluvia. - Susurré, débilmente.
- Lo hiciste pensando en mí. - Interrumpió. - Sinceramente, necesitaba descansar. -
Pude tomarme la medicina. Pasaron unos minutos para quedarme dormida en el pecho del enano, mientras me abrazaba para quitarme el frío y enredaba sus dedos en mi pelo.
- ¿Estará bien? - Preguntó el enano. Girion asintió, con una media sonrisa alentadora. - Mañana sabremos todo... O no sabremos nada. -
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~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.
FanficPoseemos el don de dominar nuestro presente para así moldear el futuro que deseamos, pero, ¿qué hay del pasado? Todos estamos respaldados por nuestro propio inicio, experiencias que han repercutido en quién somos ahora. Siendo de aquellos tiempos qu...