Dame la esperanza.

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La barca estaba muy lejos, no tenía suficiente fuerza para llevarle en brazos y no lo iba a llevar arrastrando como si nada.
Angustiada, le dejé apoyado en el suelo, dormido. Me quité la chaqueta y se la envolví colocándola de almohada.
Fui corriendo lo más rápido que me permitían mis piernas, tenía que arriesgarme a dejarle sólo aunque viniera alguien, él no aguantaría hasta la barca.
Llegué, recogí todo y me lo distribuí colgándomelo en los brazos. Cuando ya no quedaba nada más que la barca atada, salí corriendo de nuevo hasta donde él se encontraba.
Esa vez tardé el doble, todo pesaba demasiado y tenía que parar a descansar unos minutos de vez en cuando por el camino. Aún así, logré llegar rápido para curarle.

Abrí el botiquín, cogí un trapo, las hierbas desinfectantes, aguja e hilo.
Thorin abrió los ojos en ese instante y me sonrió débilmente.

- Esto va a dolerte un poco... Pero tengo que limpiarte y cerrarte la herida. - Era cierto que era un poco inexperta en curaciones pero... Yo era la única opción que le quedaba.

Me lavé las manos con agua de las botellas de piel que nos dió Girion y levanté a Thorin, acostándole en mi regazo.

- ¿Estás listo? -

Él intentó hacerme una mueca.
Le aparté su chaleco de piel, desabroché los botones de su camisa y se la hice a un lado.
Luego le limpié la sangre que caía de su herido costado a su cintura con un paño húmedo.
Le puse una manta por encima y le refregé el trapo sobre la herida, cuidadosamente, para quitarle la sangre superficial.

- Obvio te va a doler, pero si ves que no lo aguantas por favor no te quedes callado. - Le dije por último, dándole un beso en la frente mientras él me sonreía de lado.

Le exprimí el jugo de hierbas desinfectantes sobre la herida, el enano se retorcía de dolor mordiéndose los labios y agarrando fuerte mi otra mano, que sostenía su hombro.
Dejé pasar unos minutos para que le hiciera efecto, mientras le calmaba.

- Sa... ¿Sabrás hacerlo...? - Dijo, casi en un suspiro.

- ¿Sabrás confiar en mí? -

- Haremos un trato... Yo confiaré en tí si tú me prometes ponerme bien para echarte un par de broncas que te debo. -

*Nunca cambiará...*

- Trato hecho. - Le dije, con una sonrisa melancólica. - Bueno yo creo que ya, voy a empezar, cualquier cosa me avisas rápidamente, ¿vale? - Interpuse, adoptando un aire serio y concentrado.

Le dirigí una mirada de confianza a la cuál él también me respondió.
Empecé a atravesarle la piel con la aguja y a hacerle el primer punto.
Thorin permanecía quieto.

- ¿Te dolió más de lo normal? -

- Lo estás haciendo bien... Pero no creo que... -

- Shh... mantente calmado. No hables más de la cuenta, para conservar fuerzas. -

Le seguí atravesando y cruzando el hilo con máxima precaución.
Pero al quinto punto me interrumpió, agarrándome del brazo.

- ¡¿Te ha pasado algo?! - me alarmé.

- No... Estoy bien, tranquila... Perdón por tener que dejarte sola, pero no puedo... No puedo más permanecer quieto y... Cualquier movimiento haría que... Que cometieras un fallo.
Sigue el mismo ritmo de ahora, lo estás haciendo perfecto... Cualquiera no dudaría en creer... Que eres una médica. - Me dijo en un hilo de voz, con una sonrisa apagada alargando su brazo lento y torpemente acariciandome la mejilla. De esto se me escapó una lágrima, a la que él secó con su pulgar.
- Sigue, tú puedes... Mi Pequeña. -

Oír eso me hizo sentir la persona más feliz del mundo. Recordé esa noche en la "Alcoba 78", esos días en Erebor que parecían ya tan lejanos. También todas esas veces en el que me había protegido y cuidado, a pesar de lo que ocurriese en consecuencia y entre nosotros. Tenía que demostrarle que yo también podía cuidarle y, sobre todo, que era lo único que me había llegado a importar en esta vida tan llena de confusiones e incógnitas.
Thorin casi parecía haber adivinado mis pensamientos cuando me dirigió una sonrisa y se desvanecía de un gemido, quedándose dormido.
Así ya no sentiría el dolor.

Me armé de valor para proseguir. Iba a conseguirlo, iba a curarle.

Por fin la aguja y el hilo volvían a estar en el botiquín. Había sido muy duro y estaba exhausta.
Le puse una camisa limpia a Thorin, le tapé con una manta y dejé que siguiera descansando.
Yo me quedaría velandole, me senté a su lado y miraba hacia las estrellas, rogandoles que Thorin se recuperara pronto.
No estaba en las más míseras condiciones, ni siquiera estaba tumbado en un colchón. Era pleno invierno y hacia mucho frío, pero las "aventuras" tenían sus problemas, y uno de ellos era dormir como si nada en el suelo.
Me sentía muy mal cuando desviaba mi mirada hacia él, viéndole moribundo, tan débil.
*Soy la culpable de todo... Él no estaría así a no ser que...*
Podía advertir que su pecho subía y bajaba despacio, en una respiración tan débil que apenas era un hálito de vida.
Volvieron a rodar lágrimas de mis ojos. No recordaba ser tan llorona, pero ver cómo lo único que daba sentido a tu vida yacía dependiendo de morir o vivir, y más por tu propia culpa, no era plato de buen gusto.
Me encogí arropándome del frío y desahogándome entre mis rodillas. Sentí que unos dedos acariciaban mi espalda y subían lentamente hasta mi cuello.

- Ya lo has conseguido. ¿Ves como podías coserla? - Oí su voz, cada vez más débil y ronca. - Deja de llorar y mírame, no te reconozco siendo tan llorica. - Él me sonreía de lado mientras, su mano, acariciaba los bordes de mis labios. - Debes descansar. Desde que surcamos no has pegado ojo y vaya a ser que vuelvas a enfermar. - Habló el enano.

- Tengo que cuidarte Thorin. - Dije angustiada, con los ojos nublados.

Antes de que él se negara contesté: - ¡Es lo mínimo que puedo hacer! Te has comportado como nadie conmigo y, como siempre pasa, soy yo la que te trae problemas. Deberías volver y dejarme a mi suerte, es lo que merezco y tú te quedarías a salvo. Voy a cuidarte, sea como sea. Ya es hora de que haga algo por ti. -

- Ya has hecho suficiente. - Dijo calmado.

- ¿El qué? ¿Hacer que te desterraran de tu pueblo? ¿Pelearte con tu familia? ¿Qué te tires días y días sin un mero descanso? ¿Qué casi te mataran? ¿¡¿Eso es lo qué crees tú que es suficiente?!? -

Él me cogió de la mano y me acercó a él, haciéndome quedar tumbada sobre su vientre mientras me acariciaba el pelo.

- Sí, sé que has hecho todo eso por mí. - Yo me entrecorté por su comentario, no había que olvidar nunca lo directo y sincero que decía las cosas. - Pero no olvides que también me has hecho saber cuánto soy capaz de arriesgar por alguien que me importa. Me has enseñado a amar. -

~Pequeña~ Thorin Escudo de Roble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora